Un escenario único para una experiencia especial. Además, con el beneplácito de la lluvia y de la luz. La naturaleza acogió y propició el encuentro, la colaboración, el disfrute. Pintar y bailar. En definitiva, crear. Es lo que ayer por la tarde pudieron compartir casi un centenar de personas en el Jardín Botánico de Santa Catalina, convertido, por unas horas, en un taller singular para la Escuela de Artes y Oficios y en un escenario nada habitual para el Conservatorio Municipal de Danza José Uruñuela.

No fue la primera vez que el espacio y el alumnado de Artes y Oficios se citaron. El centro y el Ayuntamiento de Iruña Oka mantienen un convenio de colaboración, en cuyo marco, la veterana institución formativa y cultural desarrolla diferentes actividades a lo largo del año. En esta ocasión, se quiso hacer una invitación específica al José Uruñuela, conservatorio con el que ya se han realizado otros proyectos anteriores. Nadie puede dudar de lo importante que es establecer redes, fortalecer relaciones y encontrar proyectos en los que coincidir, aportando cada uno lo suyo.

Convivencia artística

Hacia las cuatro y media de la tarde, dos autobuses que partieron de Vitoria trasladaron al Jardín Botánico de Santa Catalina al casi centenar de invitados a desplegarse por sus dominios. Acuarelistas y pintores pertenecientes a distintos talleres de Artes y Oficios tuvieron esta vez dos puntos de atención a los que fue imposible escapar. Por un lado, la propia naturaleza, un paraje singular, especial, único dentro de las tierras alavesas, un lugar que sabe muy bien lo que es dejarse atrapar por actos e iniciativas culturales. Experiencia no le falta en este sentido.

Pintar y bailar en Santa Catalina

Por otro, los artistas fueron espectadores de lujo de las actuaciones que en diferentes puntos del lugar ofrecieron desde el José Uruñuela, centro de sobra acostumbrado también a llevar su calidad y talento en formación no solo a distintos escenarios de Álava, sino también a países como Rusia y Andorra. No fue tampoco la primera vez en la que el conservatorio afrontó la tarea de actuar bajo el techo del cielo, ni mucho menos.

Así, personas de diferentes generaciones y disciplinas artísticas encontraron un punto de unión en un escenario sin igual. No va a ser, además, la última colaboración entre ambos centros. Tanto Artes y Oficios como el José Uruñuela tienen toda la predisposición para seguir encontrándose en el camino. Una ganancia que multiplica.