Pocos artistas estatales huyen tanto de las etiquetas como el barcelonés Jöel Iriarte, más conocido como Joe Crepúsculo, aunque él asegure que todos sus discos confluyen bajo un mismo patrón: la música pop. El último, Trovador Tecno, publicado hace tan solo un mes y medio, es su enésima demostración, tal y como pondrá en liza esta noche en la capital alavesa.
Acude a Jimmy Jazz con un nuevo disco que parece hecho para llenar las salas de baile.
-Sí. La idea era volver a los conciertos con canciones de baile y dar un poco de alegría después de dos años de parón.
Regresa a la electrónica después de su giro al rock y lo hace apelando a la ruta del bakalao. ¿Por qué?
-El tecno ha estado presente en mis discos desde el primero, más que nada porque hacía las canciones en casa. Este disco está producido por Aaron Rux, que fue quien me dio la idea pensando en el final de la pandemia. Me pareció buena y entre los dos trazamos el disco.
Siempre se ha interesado por lo que estuviera más alejado del 'mainstream'. ¿Ha sido también así en esta ocasión?
-Tuve la suerte de vivir el momento de la mákina en Barcelona. Se podrían distinguir dos épocas concretas de esta música, una primera en los 90 en Valencia y una segunda a finales en Barcelona en discotecas como Chasis, Pont Aeri y Scorpion, más basada en la electrónica que se hacía en Alemania y Bélgica. Esa fue la música que me dio identidad en la adolescencia. Mis padres me criaron con Led Zeppelin, Supertramp, Genesis... que es una música que me encanta, pero a la hora de dibujar mi propia identidad tuve que buscar otro tipo de sonido y esa era la música con la que podía torturar a mi padre en casa. Es una música que siempre se ha relacionado con cosas malas. Incluso la ruta del bakalao tiene un tono despectivo, pero yo, sin embargo, creo que es un estilo muy interesante y que no está nada pasado de moda. Después de un tecno muy lento durante muchos años, va a volver.
¿Es una época que se mira, quizás, con demasiada nostalgia?
-Las discotecas no eran bonitas. Eran lugares donde iban skinheads y gente con pistola. No eran sitios tan happy como parece. La nostalgia siempre me parece algo caduco. La música tiene que tener siempre una vigencia de presente. En la medida de que sale ahora, es de ahora. Se utilizan elementos en la composición que en la historia de la electrónica han supuesto unas mejoras, sobre todo, en el uso de sintetizadores digitales, que han hecho que muchos sonidos mejoren. Lo bonito es intentar coger las cosas de ahora y dejar la nostalgia como algo que está ahí.
¿Cree que ha habido un discurso de baja y alta cultura dentro de la electrónica?
-La electrónica siempre es lo mismo y en la música hay una que es más de masas y otra underground, por decirlo de alguna manera. Incluso en los 90 era así. No hay unas cosas mejores ni otras peores. Dentro del mainstream hay también cosas que me gustan y que están muy bien. Madonna, por ejemplo, tiene canciones preciosas que llegaban a todo el mundo.
Ha titulado el disco 'Trovador tecno', pero, ¿quienes cree que son los trovadores de hoy en día?
-Desde que empecé en la música he utilizado siempre esa coletilla en las redes sociales. Lo que me gusta del nombre es que nos lleva al pasado, a la edad media, a esa persona que iba por los pueblos cantando canciones. Es algo que alude a la música popular y la tradición oral. Me parece muy divertido relacionarlo con la música electrónica. Incluso me imagino un futuro en el que no haya electricidad, cantando el Ritmo de la noche con un acordeón.
Si en estos años en la industria alguien había intentado etiquetarle de alguna manera, este disco es un paso más a evitarlo.
-Parece que estoy continuamente jugando al gato y al ratón. El disco anterior era con banda de rock, pero lo de la electrónica no lo hago para molestar. Lo hago porque me apetece hacerlo y seguir mis instintos. No obstante, sí que creo que al final hay algo que relaciona todo y es que son canciones pop. Todas tienen una estrofa, un estribillo, una melodía que se repite...
Esas ganas de hacer lo que le apetezca en cada momento creo que se definen muy bien con la frase "Soy un niño en un cuerpo de señor", del tema 'Así soy yo'.
-El espíritu del niño en cuanto a curiosidad ya lo decía Aristóteles: la sabiduría tiene que partir de un anhelo de querer saber cómo funcionan las cosas. Dentro de la creatividad hay una parte infantil que no tenemos que perder nunca.
Ha publicado once discos en catorce años. ¿Qué le queda por hacer?
-Todavía no tengo un disco de txalaparta ni de chirigotas (risas). Fuera de bromas, no lo sé. He hecho muchas cosas porque creía que mi tiempo era ese. Siempre he pensado que mi cabeza se iba a secar y no iba a tener ideas. La gente me decía que iba muy rápido y que no dejaba espacio entre los discos. Quizás en el pasado era así, pero, ahora, con Internet y las redes, creo que no es necesario.
No ha hecho ningún disco de chirigotas, pero siempre ha tenido una inclinación especial hacia el flamenco e incluso a los sonidos que remiten a lo quinqui, como en este disco con 'Sol y sombra'.
-Sí. Mis padres nunca me pusieron flamenco ni Los Chichos ni nada así. Lo descubrí más tarde. Cuando vine a Madrid tuve la suerte de colaborar con Tomasito y con Las Negris, lo que me abrió las puertas a un mundo que me parecía muy interesante. Podía jugar con ese tipo de ritmos y meter un poco la patita en un estilo que, aunque no deja de ser una canción pop con unas guitarras y unos jaleos, para mí era algo exótico. l