Hace ya años que Bernardo Atxaga abandonó su territorio Obaba, esa realidad del País Vasco que había reflejado hasta entonces porque, según confesó, el motor que movía esa literatura se había parado y porque ya había contado todo lo que podía contar. Pero Obaba vuelve a ser uno de los escenarios en Desde el otro lado. En algunas de estas historias vuelve a aparecer el universo de Obabakoak, que comparte protagonismo con otros lugares literarios creados en obras como La odisea,Alicia en el país de las maravillas, El señor de los anillos, Cien años de soledad o Pedro Páramo, entre otros.

El escritor vasco ha vuelto en algunos de sus relatos de Desde el otro lado al mundo mítico recreado en Obabakoak, con el que Bernardo Atxaga obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el de Euskadi de narrativa en euskera.

Atxaga siempre ha confesado que la gestación de Obabakoak fue larga y complicada, el libro surgió después de un largo proceso. Empezó a escribir cuentos sueltos, que después ordenó en tres carpetas, según la geografía en que se desarrollaba, el lenguaje, etcétera. En los tres años anteriores a la publicación, continuó trabajando sobre los cuentos introduciendo variaciones. Finalizó el libro entre Bilbao, Santa María del Campo (Burgos) y Escocia, y cada uno de estos lugares dejaron su huella en Obabakoak.

“Acabé exhausto. Como anécdota, tengo que confesar que fue entonces cuando aprendí el significado de la palabra febrícula. Durante meses, tuve décimas de fiebre y no sabían decirme la razón. Y, al final, uno de los médicos me dijo que era cansancio profundo y que me provocaba esa fiebre. La traducción del euskera al castellano también fue muy complicada porque tampoco había precedentes. Esos meses fueron tremendos, traduje el libro en Barcelona, en una pensión, donde estaba totalmente aislado, dormía del orden de cinco horas al día y solo salía media hora. Pero, felizmente, del trauma salió mi universo Obaba. Otra gente trabaja mucho y los dioses les niegan el éxito; conmigo se portaron bien”, ha explicado.

Confiesa Atxaga que ya no sigue las traducciones que se realizan a otras lenguas de su libro, pero “me hace mucha ilusión que se siga reeditando en algunos países. Eso significa que el libro sigue vivo. Hace poco se acaba de reeditar después de 25 años en Italia, por ejemplo”.

Considerado el máximo exponente de la narrativa vasca y traducido a más de treinta idiomas, Atxaga sigue explorando y recuperando otros territorios ya habitados por el autor vasco. Con Casas y tumbas (2021) cerró el virtuoso círculo narrativo abierto hace más de tres décadas con Obabakoak. “Ahora, esta novela se acaba de traducir el griego, al serbio... De todos modos, son tiempos más complicados para las traducciones; cada país traduce menos escritores extranjeros, digamos que cada vez son más nacionalistas, quizás por el volumen de escritores que hay. También hay que ser un poco humilde, los libros se traducen y se pueden encontrar en bibliotecas y en algunas librerías, pero ese es el nivel de existencia en el que perduran. Es normal, hay otros libros, otros autores, la realidad cambia... Recuerdo que un año después de que Cela ganara el Nobel, intenté buscar en Finlandia algunos de sus libros. En la mayor librería del país ni les sonaba, al final, encontraron uno en español para la universidad. Creo, no obstante, que lo importante es que el escritor tenga algo que decir o interlocutores en su comunidad. Yo cuando escribo en euskera, lo importante es la comunidad euskaldun, en castellano, la de lengua española. Si tienes una comunidad que te sigue, ahí vas a perdurar. Todas esas historias de los escritores internacionales son propaganda comercial, no tienen realidad”.

“Cada vez se traducen menos libros a otros idiomas, quizás por ?el volumen de escritores que hay”

“Lo importante para un autor es la comunidad, si escribo en euskera, la comunidad euskaldun”

Escritor