- “No hay nadie inviolable, ni Jesucristo lo fue”, asegura la escritora Alicia Giménez Bartlett, que habla en su última novela negra de tramas de corrupción política y que considera que, “sin duda”, sería un “buen ejemplo” para la sociedad que el rey emérito fuera juzgado en España.

Giménez Bartlett se refirió así en un encuentro con periodistas a la resolución de la justicia británica sobre que Juan Carlos I no tiene inmunidad legal en ese país tras su abdicación, una decisión tomada después de que la Fiscalía del Supremo español archivara las investigaciones sobre sus negocios en el extranjero por la falta de pruebas, las regularizaciones fiscales efectuadas, la prescripción y la inviolabilidad de la que gozaba.

Esta escritora, nacida en Almansa, Albacete, en 1951, pionera en dar protagonismo a la mujer en la novela negra con su famosa comisaria Petra Delicado y una de las autoras más traducidas en este género, llega a la editorial Alfaguara con La presidenta, el primer caso de dos inspectoras de la policía que son hermanas y novatas en la profesión. Dos investigadoras que se enfrentan a un caso peculiar, la aparición de la presidenta de la Generalitat Valenciana, Vita Castellá, muerta en la habitación de un lujoso hotel de Madrid. Un personaje inspirado en la que fue alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, muerta de un infarto en 2016 en un hotel de Madrid dos días después de declarar ante el Supremo por el supuesto blanqueo de capitales de su grupo municipal, y cuya “personalidad literaria” quería tratar en una novela. Y la corrupción del PP valenciano de la época, que fue, dice, “berlanguiana”. “Cuando una trama de corrupción es tan sistémica y con tanta gente implicada te hace pensar que tiene que tener el apoyo de la superioridad, te hace sospechar”, dice Giménez Bartlett, que considera no obstante que sería terrible decir a la sociedad “que todo español lleva un corrupto dentro”.

Y aunque cree que los juicios y las condenas por los casos de la Gürtel o los ERES de Andalucía “han atenuado algo la sensación de que todo el mundo delinque”, sigue habiendo “cosas llamativas”: “Al rey emérito no lo van a juzgar en España y a la gente no le cuentes procedimientos judiciales, lo que ve es el hecho concreto. Sigue habiendo cosas inquietantes”. “Esa inviolabilidad nadie la entiende”, sostiene. “Ni Jesucristo fue inviolable, lo crucificaron”, asegura. “No hay nadie por encima de las leyes”, insiste la escritora, con más de tres millones de lectores en todo el mundo.