Son 12 las vacas que conforman este coro de cámara. Frente a ellas, la partitura de una obra de 32 minutos. Comienza la interpretación. Montehemoso se llena con un concierto que nunca se repite, que siempre es en directo, que va a durar desde este jueves hasta el próximo 8 de mayo. Una actuación a base de mugidos. Todo ello de la mano de la artista Nora Goyalde y su Coro de Vacas.
Eso sí, en este recital sin pausa nada es lo que parece. Los animales son, en realidad, juguetes, pequeñas representaciones artificiales que al moverse generan un determinado sonido. “Encontré el primero y pensé en cómo podía activarlo de manera continua pero sin la intervención humana”. Ahí saltó el primer chispazo. Para ello, inventó un sistema que luego reprodujo en otras once ocasiones. Su trayectoria como coralista llevó a plantear si era capaz de reproducir esa base del canto compartido que tanto le llama la atención, el hecho de cómo desde lo individual se puede hacer algo conjunto.
Con su particular coro de vacas ya constituido, la artista tuvo claro que no quería que sus coralistas emitieran mugidos de manera aleatoria. Para ello creó una partitura que no es tal, sino una programación que hace que durante 32 minutos, los 12 objetos canten de manera coordinada. “Supongo que habrá reacciones diferentes”, dice con una sonrisa la autora que se convierte al mismo tiempo en artista, compositora y experta en electrónica, programación y acústica.
Ahí, de todas formas, no termina su proyecto, que llega a Montehermoso de la mano de la colaboración que el centro cultural tiene con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. El próximo día 22, a las 18.00 horas, este particular coro de vacas cantará con compañía humana. El Coro Akelarre volverá a tierras alavesas tras su actuación del pasado otoño en Llodio para ofrecer un concierto conjunto especialmente diseñado para la instalación sonora.