Cuando un nuevo espacio cultural se abre, siempre su primer paso es una declaración de intenciones. Pero en el caso de El Estado del Arte, la exposición Resistencia al olvido va mucho más allá. En la avenida Derechos Humanos, a la altura del número 37, se abren esta tarde tanto la galería como la muestra. "No queríamos estar aquí" dicen Lurdes Errasti y Rubén Díaz de Corcuera. Pero la muerte de su hija Irene hace justo tres años y un mes tras ser atropellada en la avenida Naciones Unidas no les ha dejado más remedio.

La galería tendrá recorrido más allá de esta propuesta inicial, pero será siempre siguiendo la línea del arte contemporáneo, conceptual y político. Es decir, el de la creación actual destinada a la emoción, el análisis, el debate, la denuncia y la reflexión. Además, la elección de Zabalgana no es casual. Todo lo contrario. Más allá del centro hay vida. "Y estamos en un barrio importante" donde ambos también viven.

De momento, desde esta tarde hasta el 9 de abril, quienes quieran conocer el espacio y su primera exposición pueden hacerlo de miércoles a viernes de 18.00 a 20.00 horas y los sábados de 11.00 a 13.00 horas. Allí se encontrarán con una Resistencia al olvido que su autor, Rubén Díaz de Corcuera, nunca quiso hacer. Se lo impusieron tanto el conductor que, saltándose a gran velocidad un paso de cebra, mató a su hija Irene cuando tenía 14 años, como la negligencia de lo público, de un Ayuntamiento de Vitoria que no escuchó las denuncias previas de diferentes asociaciones sobre la inseguridad vial del barrio.

"Durante el primer año no pude hacer nada", pero en estos dos últimos, el artista vitoriano sí ha ido desarrollando una serie de acciones performativas en torno a la muerte de su hija mayor, todas ellas compartidas a través de Internet, aunque ahora componen esta exposición. O mejor dicho, lo hacen las huellas, los vestigios, de estas performances. Siempre con el negro casi puro como elemento común.

Ante la idea de que el luto tiene que ser doméstico o incluso no se tiene que dar, aquí es público y compartido, y denuncia la situación y la pasividad política -la Policía Municipal de Vitoria llegó a decir después de la muerte de Irene que no había puntos negros en Zabalgana-. Y lo hace a través del arte, de la creación, de aquello que expresa. Así, se puede encontrar una señal de tráfico que no indica o prohibe nada. Pero dice que aquí, en ese punto, se muere. O una serie de 13 cartas enviadas al alcalde de Vitoria, todas ellas en negro. O una camiseta en la que se puede leer Sí, soy el padre de la niña muerta.

Piezas que cuentan, que expresan, que denuncian, pero también obras que en algunos casos son un claro ejemplo de algunas condiciones humanas. El artista recuerda como, al hacer algunos actos performativos en el lugar donde su hija murió, ha habido conductores que le han insultado o incluso uno que le hizo el saludo fascista.

"No es una exposición de homenaje a Irene", recalca Errasti. De hecho, ella está presente con dos piezas que Díaz de Corcuera se ha "reapropiado". Se trata de una cerámica y una fotografía, un autorretrato en sombra. Además, con motivo de Resistencia al olvido se ha editado un catálogo especial -que cuenta con la ayuda del Gobierno Vasco- que se va a repartir sin precio. Eso sí, quien quiera, puede aportar lo que considere. Con todo lo obtenido, y dada la relación de Irene con la música, se va a encargar un réquiem a un compositor local.