Consolidar una industria audiovisual en Álava. Dicho así, el objetivo puede parecer hasta sencillo. Pero de eso nada. Con la suma de no pocas personas, empresas, agentes culturales, entidades e instituciones, en los últimos tiempos se está empezando a vislumbrar como real la consecución de la meta, sabiendo que, de llegar, luego vendrá otro proceso igual de importante como el de ser capaces de mantener el escenario y mejorarlo. Son muchos los retos pero también infinitos los réditos, tanto culturales como de otro tipo. Títulos de largometrajes como Ane, Baby o Errementari son un claro ejemplo de las consecuencias que se producen cuando el ánimo general es sumar en común.
En esa línea nació hace ahora diez años la asociación de productores audiovisuales Apika, constituida con el fin de fomentar la actividad del sector en Álava, pero también en el resto de la comunidad (de hecho, hay algún socio que no es del territorio). Dos fueron los motores de aquella puesta en marcha. Por un lado, las ganas de reunirse, ponerse cara, estar juntos para compartir análisis y propuestas, para ver si podían aparecer sinergias conjuntas que poder desarrollar.
Por otro, la necesidad de afrontar un panorama institucional complicado, sobre todo con la mirada puesta en el Gobierno Vasco, a cuyas ayudas económicas casi no accedía ninguna producción alavesa. “Se estaba demostrando que aquí había potencial, pero eso no tenía un desarrollo por parte del Ejecutivo, ni tampoco por parte de ETB. Claro, estamos hablando de una empresa pública que mete seis millones de euros al año en producción, es decir, de un aporte que puede ser tractor de muchas cosas. Y, sin embargo, Álava estaba como si no existiera”, apunta la realizadora, guionista y productora Maite Ruiz de Austri, actual presidenta de la asociación.
En este marco, y sin perder de vista la crisis económica que marcaba el momento, diferentes personas del sector decidieron juntarse y ver qué pasos se podían dar. Durante los primeros años, fue Juan Carlos Villamor quien ejerció como presidente de la agrupación. Se trataba de arrancar, de ver qué podía ser necesario y qué había que hacer ante el contexto. “Al principio fue difícil porque no teníamos toda la información sobre el sector que necesitábamos para hacer un verdadero mapa de situación, no nos llegaban datos de los diferentes organismos que se supone que tenían que administrarlos”, algo que poco a poco se fue solucionando.
Ruiz de Austri reconoce que “hemos tenido que luchar mucho para que la asociación haya podido salir adelante” en un País Vasco donde, además, existen Ibaia y EPE/APV. Sin embargo, en estas entidades “no había casi representación alavesa cuando nació Apika y el sentir general de los productores alaveses era que no estaban representados sus intereses en la medida que se necesitaba”. Diez años después, la entidad está, con las otras dos ya mencionadas, negociando el convenio de colaboración con ETB, algo importante para su futuro. Hay que tener en cuenta que las otras dos agrupaciones sí reciben ayudas públicas para su funcionamiento (por ejemplo, para alquilar un local que funcione como sede), pero no la alavesa. “No hemos conseguido que nos apoyen nunca. Nos sostenemos como podemos y eso que estamos demostrando que Apika es útil al sector, que está ayudando a sacar cosas adelante”.
En este decenio de caminar con el sector para fortalecerlo y hacer posible una industria estable en Álava, la asociación sabe que todo suma, también la implicación del ámbito de lo público. Por eso, hace unos años y ante la situación con respecto al Gobierno Vasco, se buscó implicar de manera intensa a la Diputación alavesa y al Ayuntamiento de Vitoria. La apuesta fue importante y la respuesta afirmativa. “Se dio uno de esos momentos en los que parece que todo se alinea, todo funciona”.
Las dos instituciones entendieron no solo que se tenían que implicar, sino que debían hacerlo con un esfuerzo suplementario ya que el territorio estaba por detrás del resto. “No tenemos más que palabras de agradecimiento”, apunta la directora ganadora de dos Goya. “En cuatro años que llevamos con estas ayudas, los resultados han sido espectaculares. Hemos demostrado que si se confía, si se apoya, el sector muestra que está muy vivo y que tiene mucho talento”.
En este sentido, la presidenta de Apika -que también forma parte de la junta directiva de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de España- pone en valor la creación de equipos de carácter técnico que se está dando en la provincia. Grupos y personas “que también se mueven a películas en otros territorios. Son buenos profesionales y son reclamados en diferentes sitios” para desarrollar labores de diversa índole, todas esas profesiones que, por lo general, el público no conoce o visualiza, pero que son absolutamente indispensables para que cualquier obra audiovisual salga adelante. “Cuanto más producción hay, más gente se forma y se desarrolla en estas cuestiones”. Por eso, hay que seguir alimentando que el proceso no se detenga.
“Sabemos que el talento está, que la voluntad y la capacidad de trabajo están, pero todo depende de la intensidad del apoyo que se reciba. Eso pasa en cualquier tipo de industria” y por ello uno de los objetivos de la agrupación sigue siendo sumar más apoyos, más trabajo en común, “que Álava también cuente”. Aquí vuelve a ser clave el papel del ente público vasco. “Tenemos que conseguir que ETB mire a las producciones alavesas”, teniendo en cuenta que de los 6 millones de euros antes mencionados, en el último año al territorio solo llegaron 3.000 euros. “Es difícil que las cosas funcionen si realmente la intensidad del apoyo es pequeña. Desde aquí podemos ayudar, dar buenas ideas, buenas producciones y podríamos ayudar a tener una televisión estupenda”.
De todas formas, la actividad habitual de Apika se hace visible de muchas maneras y también tiene su espacio para el público. Es el caso de la amplia programación de charlas y mesas redondas que viene promoviendo desde hace unos años, incluso a pesar de la presencia de la pandemia y de los inconvenientes que ha presentado en distintos momentos para hacer actos presenciales.
Desde intérpretes bien conocidos hasta profesionales de diferentes áreas como la realización de casting o peluquería y maquillaje, son muchos y variados los nombres de Álava que han tomado parte en unas conferencias que han contado además con invitados de fuera, queriendo compartir su experiencia. “Todos nos aportan, no hay diferencias sobre si quien habla es una persona de aquí o que hemos traído de otro lugar. Tenemos que poner en valor a la gente de Álava”. Así se han producido -con el apoyo también de Fundación Vital- charlas tanto para la ciudadanía en general como, de manera específica, para los profesionales locales. También a ellos y a ellas se les ha ofrecido la posibilidad de participar en talleres formativos.
“Son encuentros muy interesantes también porque nuestros profesionales acuden, se encuentran, charlar después tomándose algo y pueden aparecer proyectos conjuntos, colaboraciones, sinergias como, de hecho, ha pasado. Y en varias ocasiones además”. Por supuesto, tanto conferencias como cursos se quieren mantener de cara a futuro, incluso a pesar de que en un momento dado la situación sanitaria pueda obligar a que los actos se hagan sin gente. De hecho, Apika ha usado el streaming en sus propuestas desde finales de 2020, haciendo luego que los vídeos estuvieran disponibles online durante 15 días. “Nos ha sorprendido la cantidad de seguidores que hay. Tienen un recorrido mucho mayor del que pensábamos”.
Junto a estas acciones, la asociación ha creado también Apika Audiovisual Project Lab, un programa de acompañamiento y apoyo a la mejora de gestión de las productoras audiovisuales, al fomento del talento emergente y a la dinamización del tejido audiovisual, contando para ello con mentores de prestigio. Las primeras sensaciones, tras la edición inaugural celebrada en 2021, “son buenas”, aunque Ruiz de Austri es consciente de que “un primer año es muy poco tiempo para poder hacer una valoración completa”. Por de pronto, no solo se tiene la satisfacción mostrada por los asistentes al laboratorio -que cuenta con el apoyo del Gobierno Vasco-, sino que además alguno de los participantes ha conseguido “entrar en incubadoras más importantes mostrando lo realizado con nosotros”, a lo que hay que sumar que otro de los proyectos escogidos está en este momento ya en conversaciones “con una empresa productora muy grande”. La idea es repetir en 2022, introduciendo alguna mejora, por ejemplo en relación a la parte de promoción y marketing de los proyectos, “que salgan más vestidos más allá del trabajo que hacemos con guión y producción”. La película no se detiene.
La actividad de la asociación no solo se queda dentro del sector, sino que también se ve reflejada en diferentes conferencias y propuestas
“Hay que lograr que ETB mire a las producciones alavesas”, que en 2021 recibieron 3.000 euros de los 6 millones que el ente tiene para producción