En la larga lista de nominaciones a sus intérpretes que ha conseguido El buen patrón de cara a los Goya no podía faltar Fernando Albizu. De hecho, dos de sus tres compañeros en la categoría de mejor actor de reparto salen también de la película de Fernando León de Aranoa: Celso Bugallo y Manolo Solo. Es Urko Olazabal, por Maixabel, el que completa la escena. Toca volver a ponerse el traje de posible ganador, aunque el actor prefiere estar trabajando que en este tipo de actos. Cine, teatro y televisión. En todos los campos Albizu deja siempre un sello propio, fiel reflejo de una trayectoria profesional que no se debe perder de vista. Un camino, por cierto, que de vez en cuando le devuelve a Gasteiz, más allá de sus visitas en el plano personal, para tomar parte en diferentes proyectos, sobre todo cortometrajes, pero también en películas de larga duración como Ane.
Son muchas las cosas que le unen a David Pérez Sañudo. ¿Cómo vivió los Goya del año pasado, en los que 'Ane' consiguió tres premios?
-Es que David, por así decirlo, es mi hijo adoptivo, cinematográficamente hablando. Isabel Gaudí y yo lo adoptamos hace muchos años y ese día de los Goya estábamos muy, muy ilusionados. Desde casa, porque no quedaba otra, pero disfrutamos como enanos. Bueno, ya solo con las nominaciones estábamos más que contentos. Eso sí, me quedó, el regustillo del premio a director novel, pero bueno, todo llegará.
Un año después la mirada se centra en 'El buen patrón', que es una película que está teniendo un recorrido muy, muy interesante. ¿Más que satisfecho, verdad?
-A nivel personal, muy, muy contento. Y sé que Fernando y la producción están muy satisfechos porque, entre otras cosas, sí existía un miedo al principio en torno a estrenar una película en esta época tan extraña. Es lógico porque si nunca sabes si la gente va a acudir al cine, en este contexto, todavía es más complicado poder hacer una predicción. Pero ha sido todo lo contrario. La película ha sido muy bien recibida, además con buenas críticas. Está funcionando muy bien.
Viendo la película, parece que se escribió su personaje pensando en Fernando Albizu.
-(Risas) Bueno, uno trata que parezca eso pero de eso nada. Si no, no me tendría que haber presentado al casting. Lo que pasa es que, bueno, uno se adapta a las exigencias del director, a lo que quiere del personaje, y vas dando pasos para conseguir que de precisamente esa sensación, que parezca que lo escribieron pensando en ti aunque no sea cierto.
León de Aranoa y Javier Bardem se conocen a la perfección. En esa relación que tan buenos resultados da siempre, ¿uno es solo espectador, se siente incluido, los mira desde la distancia?
-En ningún momento me sentí espectador, para nada. Es cierto que estoy acostumbrado a hacer secundarios y a incluirme yo solo aunque no me incluyan (risas). Ya son muchos años y uno tiene sus recursos pero ni siquiera ha sido necesario usarlos en este caso. Javier fue un compañero más, como todos los que estábamos allí. Y Fernando siempre estuvo muy encima nuestro. De hecho, todo fue muy tranquilo, relajado, pausado, cómodo.
Lo cierto es que el acierto en el casting de la película fue pleno porque la película está en todas las nominaciones de interpretación, salvo en la de actriz protagonista porque no hay como tal una figura así en el filme.
-Eso es mérito de Fernando. Él tenía muy claros los personajes y se encargó de hacer personalmente los casting. Fue muy conciso con lo que quería de cada uno, lo tenía muy claro. Y creo que todos los actores y todas las actrices de la película le dimos justo lo que pedía. Esa unión que se consigue en la película y que hace que sea tan redonda es algo que parte del lado humano, de esa forma que tiene él de trabajar y de hablarnos a cada uno justo de la manera que necesitamos que nos hablen. La manera que tiene de acercarse a ti para tratar también del personaje es especial. Conmigo, por ejemplo, hablábamos y todo era muy disperso. Charlábamos mucho de tonterías, que si el apellido, que si su madre, que si... pero para crear un buen ambiente de trabajo. Ya te digo que a cada uno sabía cómo tratarnos. Y así consiguió que todos estuviéramos en el mismo tono a lo largo de la película.
¿Cómo está viviendo esta particular cuenta atrás hacia la gala del día 12?
-Muy tranquilo y con pocas ganas, sinceramente. No soy muy amigo de este tipo de cosas. No me apetece nada tener que buscar un traje, sabiendo que no habrá de mi talla (risas). No es que sea antisocial, pero me acerco bastante a una persona poco sociable. No es algo de mi gusto. Me apetece estar con mis compañeros y me gusta celebrar lo que es y significa el cine; pero en sí, todo lo que es la alfombra roja, las fotos y esas cosas no me hacen especialmente gracia. Es un añadido a la profesión, vale, pero no me hace mucha gracia. Con respecto a los premios en sí, ya te digo, estoy tranquilo. Sin más. No es algo que me vaya a cambiar la vida.
Pero esta Navidad que estuvo en Vitoria seguro que se encontró con muchas felicitaciones de los cercanos y esas cosas.
-Pocas felicitaciones y abrazos hubo porque, aunque me había estado cuidando, cuando llegué a Vitoria me contagié y me pasé casi todas las Navidades confinado. Así que vi a muy poca gente, pero mejor, porque era asintomático y podía haber contagiado a unos cuantos. Pero entiendo lo que dices. Sí, a través del WhatsApp y demás ha habido multitud de mensajes. De hecho, está todo el mundo mucho más entusiasmado que yo (risas). Isabel Gaudí está muy atacada, por ejemplo. Hombre, no es que me dé igual, obviamente. Pero sí tengo claro que si no me lo dan, no pasa absolutamente nada.
De llevárselo lo hará por una película que, como tantas otras ya, se rodó en plena pandemia. ¿Muy complicado trabajar así?
-En mi caso particular no tanto porque tenía casi todas las escenas en exteriores. Tampoco es que eso se tradujese en el hecho de estar más relajados que el resto, pero sí un poquito. Claro, estamos hablando de octubre de 2020, vamos, en pleno mogollón. Y el curro fue un poco extraño porque estábamos todos muy separados por burbujas. Los técnicos de iluminación, por un lado. Los de sonido, por otro. Y así con los demás. Salvo los actores, que en principio solemos tener relación con todo el mundo que interviene en un rodaje, el resto estaban muy separados los unos de los otros. Era un poco triste, por así decirlo. Pero aún así, como te decía antes, fue cómodo. Todos sabíamos dónde estábamos y teníamos mucho cuidado, también porque la mamá de Javier ya estaba malita y había que ser muy precavido. Fue extraño, pero para mí, por lo que te comentaba de rodar en exteriores, fue relativamente cómodo.
En el estreno en el pasado Zinemaldia se desquitarían un poco, ¿no?
-Coincidió con mi cumpleaños así que no te digo más. Me organizaron un festival de cine para mí (risas). Fue en plan patatero pro. No, ahora en serio, estuvo bien. Seguíamos con mucho cuidado, pero la situación en general estaba un poco más relajada y nosotros también.
La situación sigue siendo complicada y se está de nuevo con restricciones de aforos en los cines. ¿Mejor dejar el séptimo arte y tomarse un pequeño paréntesis?
-No, no, no, ningún paréntesis. Siempre he estado en las duras y en las maduras como para cambiar ahora. Además, uno es ya un señor mayor, ¿a dónde voy yo ahora? (risas). Disfruto mucho con este trabajo y le viene muy bien a mi cabeza loca. Soy de los que han tenido buena suerte: en época de pandemia, en sus momentos más duros, he estado trabajando.
No es esta su primera nominación, aunque ha pasado ya lo suyo desde que participó en 'Gordos'.
-Pero me acuerdo de casi todo de aquella película. De hecho, con El buen patrón me pasó que un día me mandó un mensaje Lander Otaola felicitándome. Yo pensaba que él ya había visto la película antes, pero bueno, no sabía si me quería felicitar por el curro. Claro, no me acordaba que ese día era el de la lectura de las nominaciones. A los pocos segundos me mandó otro mensaje David Pérez Sañudo y ahí pensé ¡algo está pasando!. Y sí, algo estaba pasando, que me habían nominado (risas). Pues con Gordos fue casi igual. Me llamó Marta Flich y me dijo ¡enhorabuena!. Y yo en plan ¿qué habrá pasado si no he tenido ningún hijo, ni he escrito ningún libro?. No me enteré de nada (risas). En la gala estuve muy tranquilo porque sabía que se lo iba a llevar Alberto Ammann por Celda 211. Lo tenía tan claro que si me lo llegan a dar me hubiera dado un pasmo porque no tenía preparado absolutamente nada.
¿Y esta vez?
-Bueno, en la cena de nominados le prometí a Mariano Barroso, al presidente de la Academia, que no diría ni una sola palabra para ahorrar tiempo de gala, así que no sé si me va a venir bien o mal (risas). Así que si me lo dan, salgo y digo solo agur ya sabes la razón (risas). No sé, no sé, creo que, hablando en serio, tiene muchas opciones de llevárselo Urko Olazabal (Maixabel) porque en la misma categoría junto a él estamos tres de la misma película y eso es complicado.
Es fácil que se repartan los votos, claro.
-Sí, pero aún con todo, y como se lo comenté a él, si lo gana Urko será con todo merecimiento porque su trabajo es muy bueno. Así que con tranquilidad, lo que tenga que ser, será. Aunque igual gano, subo, me pongo a llorar, monto el numerito y mira la que liamos (risas).
'Gordos' era una película dura...
-No te creas que tanto. Para el espectador siempre es diferente. Pero los actores estamos todo el rato como jugando, aunque el verbo no sea exacto al 100%.
Lo decía porque 'El buen patrón' también tiene, más allá del humor, unas cuantas cargas de profundidad.
-Sí, sí, son importantes. La mejor manera de lanzar cargas de profundidad es con submarinos de color rosa. El humor es una buena manera de abrir puertas para contar cosas que no tienen mucha gracia.
Más allá de los Goya, y lo que puedan traer, ¿qué le espera, en lo profesional, en este 2022?
-No soy de los que piensan que las nominaciones o los premios te dan más trabajo. En el momento en el que te nominan, tus compañeros de profesión ya te están reconociendo porque han visto tu trabajo. Más allá de eso, afortunadamente no me puedo quejar porque, si todo va bien, voy a tener trabajo este año y es algo que no está relacionado con los Goya. A 2022 no le pido nada, solo que el próximo sábado el traje me quede bien y no sea solo negro (risas).
¿Tal vez vuelva a Vitoria a rodar algún corto, como suele hacer de vez en cuando?
-Pues no me importaría nada en absoluto, pero este año no hay planes. Tenía alguna propuesta pero por coincidencia de fechas he tenido que decir que no, pero bueno. Yo siempre estoy dispuesto a echar una mano. Para restar ya están otros. A mí me gusta mucho cuando la gente tiene buenas ideas; sobre todo la gente joven, que tiene muchas ganas de trabajar. Cuando hay una buena idea, yo me apunto sin problema.
"La unión que se consigue en 'El buen patrón' y que hace que sea tan redonda parte del lado humano, de cómo trabaja León de Aranoa"
"Si no me dan el Goya no pasa absolutamente nada; está todo el mundo mucho más entusiasmado que yo"
"La mejor manera de lanzar cargas de profundidad es con submarinos de color rosa; es lo que sucede con 'El buen patrón"