Entre las paredes del Conservatorio de Danza José Uruñuela, Aizkoa Madinabeitia está como en casa. Donde la gran mayoría entiende que solo hay clásico, la danza tradicional también tiene su presencia. "Al final es la raíz, es de donde viene el movimiento, el ritmo", apunta la dantzari y profesora.
Eso sí, este sábado va a estar también en el centro pero de la mano del Aitzina Folk puesto que el festival, como ya hiciera en 2020, le ha propuesto a ella y a Azaitz Unanue que entre ambos ofrezcan un taller de danzas de palos. Muy pocas, pero todavía alguna plaza queda libre.
La experiencia vivida hace doce meses fue más que satisfactoria a pesar de que la situación sanitaria puso sus problemas. Con todo lleno, hubo gente que al final no pudo acudir por el cierre perimetral decretado en ese momento.
Así que tanto el certamen de carácter solidario -cabe recordar que lo recaudado se destina a la investigación de la ataxia telangiectasia- como Madinabeitia y Unanue vieron que era necesario repetir experiencia. Dicho y hecho. La cita de este sábado se producirá en las instalaciones del conservatorio municipal de 10.30 a 13.30 horas.
Historia viva
En principio, el taller, que no quiere ser "muy técnico" sino un curso para disfrutar y compartir, estará dividido en tres partes. En la primera, "la intención es contar, sin profundizar en exceso, la historia de los paloteados, de dónde vienen. En realidad es algo muy arraigado en diferentes culturas y tradiciones. Esto es tan viejo casi como comer. Antes que la música existían bailes de palos", dice con una sonrisa la profesora.
Desde ahí, se va a ir acercando a los presentes a la zona de Rioja Alavesa, donde "hay mucha costumbre de paloteados y mucha tradición". Así, se compartirán danzas de palos de Pipaón y Villabuena de Álava. Luego se pasará a la última parte del encuentro, aunque no se pueden dar detalles. Toca sorpresa.
"Es un taller para todos los públicos. El año pasado, por ejemplo, estuvimos desde gente que era dantzari hasta personas que no habían bailado nunca", una idea que se quiere repetir en este 2021, trabajando, en el mejor ambiente posible, aspectos como la coordinación, la habilidad o el sentido del ritmo.
Los paloteados "no dejan de tener su punto lúdico, como cuando éramos pequeños y hacíamos los juegos de manos. Es más o menos lo mismo pero con una herramienta", más allá de que eso suponga llevarse algún golpe alguna que otra vez.
Más flexibilidad
También el paloteado es parte de la formación que imparte de manera habitual en un José Uruñuela donde Madinabeitia lleva ya años ofreciendo clase. "Cuando entré, al alumnado más mayor sí le costaba un poco cambiar el chip, pero, por lo general, los chicos y chicas cogen rápido las rutinas para trabajar lo tradicional".
Al final, todo suma y complementa, máxime en unos tiempos como los actuales, en los que la pandemia ha obligado a parar casi en seco. "Si te detienes, todo se detiene, el cuerpo pero también la cabeza porque todo está relacionado".
Así que aunque "está bien bailar en tu casa", no es "lo que nos motiva en general". Ahora, "vemos un poco de luz" ya que, aunque el José Uruñuela sigue aplicando un estricto protocolo con respecto al covid, algunos términos se han relajado, como la posibilidad del contacto.
"Antes que la música existían bailes de palos. Esto es tan viejo casi como comer"
"Si te detienes como nos ha pasado en la pandemia, todo se para, el cuerpo y la cabeza"
Dantzari y profesora