"La verdad es que estoy bastante tranquila. Ya hubo un pase privado en el Zinemaldia con el resto de cortos seleccionados este año en Kimuak. Y en Artium hicimos otra proyección para los mecenas de la campaña de micromecenazgo. Así que ahí descargué energía", sonríe Mel Arranz. Aún así, el de ayer fue un día intenso de entrevistas y presentaciones previas al estreno vespertino de su Azaletik azalera en la jornada inaugural Festival de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, en cuya sección oficial ha sido escogida la obra.

"No espero nada, pero lo único que me sorprendería es obtener alguno de los premios" a los que opta esta pieza de animación de algo más de siete minutos, un corto escrito, dirigido y animado por la creadora gasteiztarra, que ha contado con la producción de la firma Kalaka Lab en la persona de Ricardo del Conde. "Es mi primera película, mi primera experiencia en este campo y vamos a ver cómo lo recibe la gente", describe Arranz, que a pesar de su juventud y de que éste sea su primer corto, en realidad cuenta ya con una premiada trayectoria creativa.

No en vano, ella ha sido de las pocas creadoras que han ganado los dos certámenes que en Vitoria se impulsan para acompañar y promocionar a las nuevas generaciones de artistas, Gazte Klik Klak y Gazte Arte. Además, ha formado parte de iniciativas como Zineleku, más allá de que, más allá de graduarse en Bellas Artes a través de la UPV, entre 2018 y 2019 realizó un intercambio universitario con la UNAM de México, momento desde el cual se ha centrado en la animación, el videoarte y el arte sonoro. Es justo en este contexto en el que nace y se desarrolla Azaletik azalera, que se va a proyectar dentro de Zinebi -que califica para los Goya- otra vez el próximo día 18.

Sin una narrativa al uso, la creación tiene como protagonistas a las manos, al tacto, a la piel. "Al dar la mano a alguien, enseguida notamos si está fría, caliente, húmeda o seca. Además, una mano nos puede hacer sentir miedo, fuerza, nervios, enfado o felicidad. Creemos que darle la mano a alguien es una acción llena de sentimientos que no se pueden explicar con palabras", se explicaba del proyecto cuando en 2020, antes de la pandemia, se llevó a cabo una campaña de micromecenazgo que no solo cumplió sus objetivos económicos, sino que llegó a superarlos gracias a la implicación de no pocas personas. Ya entonces estaba bastante perfilado un trabajo que se hace visible ahora, en unos tiempos en los que tocarse parece algo tan comprometido. Eso sí, Arranz reconoce que la situación generada por el covid no ha supuesto un problema en el desarrollo de la producción. Con o sin covid-19, "no dejas de esta trabajando sola en una animación, así que el confinamiento no fue un obstáculo".

Más le ha preocupado a la artista multidisciplinar saber cómo sería recibido un trabajo con una poética y unas características muy determinadas. "Al principio no sabía qué sentiría la gente, si se entendería; de hecho, pensaba que los jurados de festivales y convocatorias, que tienen que ver tantos y tantos cortos, no iban a poder tener tiempo o pausa para verlo". Pero lo cierto es que lo ocurrido en estos meses demuestra que debería haber estado más tranquila. Ya solo la selección para Kimuak 2021 fue un espaldarazo más que importante. Lo mismo se puede decir, por supuesto, de esta presencia en Zinebi.

Ahora es el momento del público, de que su obra siga su propio camino alejado de su creadora. "Termina sin cerrarse, en realidad. Y me gustaría que la gente se quede con inquietud, que se pregunte: ¿y qué más?". Las respuestas ya irán llegando. "Entre líneas y formas, las manos se tocan, se conocen y se experimentan, queriendo buscar sus límites entre la piel". Así reza la sinopsis de la obra. Y así lo relata Arranz. "Para mí lo importante es la experiencia que he vivido, lo significativo es la obra en sí misma". Un primer paso dentro de un camino audiovisual con mucho futuro por delante.