A la espera de ir confirmando más fechas para el Iradier Arena de aquí a principios de enero, la asociación Kultura Bizia hace balance del proyecto que se está desarrollando desde mayo en el Iradier Arena, un camino llevado a cabo por los agentes culturales alaveses junto a las instituciones públicas para poder dar respuesta a la situación tan complicada generada por el covid.

Uno de los objetivos básicos del proyecto del Iradier Arena era poder programar de manera segura y con aforos adecuados ante las restricciones establecidas por la presencia de la pandemia. Si gran parte de esas limitaciones ya han desaparecido, ¿por qué seguir programando hasta enero?

-Por varias razones. Para empezar, ya había varias cosas pensadas, trabajadas y programadas antes de que se aprobara ese último cambio con respecto a la situación sanitaria. Además, sigue habiendo cosas que no entran en las salas de conciertos, por ejemplo. De hecho, en la última asamblea que tuvo la asociación, fue el punto del que más se habló: ¿va a ser una contraprogramación para los escenarios de la ciudad? No. No tendría ninguna lógica. Los asociados no van a tirarse piedras contra su propio tejado. De aquí a enero solo se van a hacer eventos que no tienen cabida en las salas. Y aprovechando lo que está montado, aquí también se van a traer propuestas relacionadas con Navidad que otras veces se han hecho en Mendizorroza.

Se hace un balance positivo tanto por parte de la asociación como de las instituciones de lo hecho hasta ahora, pero ¿qué no ha terminado de cuajar o salir como esperaban?

-Nosotros salimos con mucha ilusión con la idea de tener varios espacios y eso es evidente que no ha funcionado por diferentes razones. El escenario pequeño no ha terminado de cuajar. Además, si hubiéramos tenido algo más de tiempo y dinero, el acondicionamiento acústico hubiera sido mejor.

¿Y qué les ha sorprendido porque ha funcionado mejor de lo que creían?

-En ese punto haría dos valoraciones, una dentro de la situación extraordinaria en la que estamos, y otra como espacio en un contexto normalizado. La respuesta del público y de los programadores ha sido la mejor dentro de lo que podíamos esperar. Y los grupos se han mostrado también muy contentos. Es cierto que ha habido bastante bandas que no habían podido dar un concierto hasta llegar al Iradier y, claro, estaban muy motivadas. Lo han agradecido mucho y eso se ha notado. La valoración como espacio es que en Gasteiz puede hacer falta una infraestructura cultural con unas dimensiones por encima de las de una sala normal. No sé si justo las del Iradier Arena, pero sí mayores que las de las salas. Hay público y espectáculos para hacer una programación en esta ciudad.

Parece que se está empezando a ver la luz al final del túnel dentro de la situación sanitaria, pero es evidente que no se vuelve al punto de partida en las mismas condiciones, que no se empieza de cero, tampoco para el sector cultural. ¿Vitoria ha perdido mucha gente que antes trabaja en el campo de los espectáculos y que no va a volver porque ante el parón ha buscado otros caminos laborales?

-Sí. Incluso músicos y grupos. A la gente le está costando mucho volver a los locales de ensayo. Muchos profesionales se han cambiado de sector porque han sido dos años muy duros. En Gasteiz podemos tener un problema, por ejemplo, a nivel de hostelería porque faltan camareros y camareras. Y no podemos perder de vista que hay chavales jóvenes que podían estar pensando en dirigir su camino hacia el mundo del espectáculo a través de FP o la realización de módulos y, sin embargo, sabemos que se han echado para atrás. En ciudades más grandes hay problemas para contratar técnicos. Todo esto sin olvidar que ya estábamos en un sector precarizado antes de marzo de 2020. Hace dos años ya estábamos mal, ya estábamos hablando de que había que sentarse para exigir unas condiciones laborales dignas. Hoy, la gente está cobrando menos y trabajando más. Todos los proyectos que han salido estos meses se han podido hacer porque ha habido gente que ha trabajado más por menos dinero ya que ha sido la única forma de que dieran las cuentas.

En el balance que hace la asociación Kultura Bizia se habla de que, por ahora, han acudido unas 32.000 personas a los montajes preparados. La idea era programar todo lo que se pudiera pero ha habido momentos, como después de las mal llamadas 'no-fiestas', en los que se ha producido un paréntesis de un par de semanas.

-Los que hemos estado aquí todos los días, no hemos visto tantos huecos (risas). Pero son cuestiones lógicas y, de hecho, de aquí a enero se va a programar pero con un ritmo más tranquilo. Ha habido cosas que se han caído, semanas que no se ha conseguido programar y está ese segundo escenario del que hablábamos antes, que no ha terminado de cuajar. Pero todo hay que entenderlo en su contexto. Por ejemplo, con respecto a ese momento al que te refieres, esas dos semanas de agosto en esta ciudad son un poco terribles para programar por mucho que te empeñes. No podemos perder de vista que quienes han programado en el Iradier durante estos meses han sido promotores privados que venían en unas condiciones ventajosas pero que se estaban jugando su dinero.

En ese análisis de estos meses, comentaba que, más allá de las críticas a la acústica del lugar, desde el público les están llegando reacciones positivas. ¿En qué sentido?

-Para empezar, los promotores y grupos externos a la asociación que han venido, se han ido muy contentos. El espacio es muy cómodo para trabajar. La sensación que tengo es que el público no esperaba encontrar el lugar tan acogedor. Es cierto que sigue habiendo gente que dice que suena horrible y que Mendizorroza es un estudio de grabación. Mentira.

¿Cómo van a ser las propuestas a partir de ahora? ¿En todas va a estar el público de pie o lo de estar sentado también en pista se va a seguir usando en algunos casos?

-Puede ser. Depende de la actuación o evento. Y veremos qué pasa en los próximos meses porque seguramente seguirán cambiando las medidas. Supuestamente solo queda la mascarilla, pero hay más cosas que todavía tienen que variar con respecto a aforos, entradas y barras. De todas formas, lo del público sentado como en una terraza, está bien para algunas cosas.

¿Cree que habrá gente que, por lo menos al principio, se sienta incómoda estando de pie y con otros espectadores tan cerca?

-Va a pasar. Hay público al que le va a costar volver. Tenemos que salir de ésta aprendiendo que igual hay bolos que se pueden hacer sentados, y que los horarios que hemos tenido no han estado tampoco mal en todos los casos.

Por cierto, que la programación se va a alargar hasta enero y, no es por nada, pero en el Iradier puede hacer un frío importante.

-Seguramente. Estos días ya hemos estado encendiendo las calefacciones que hay ahora. Esa es otra de las cosas que habría que afrontar en un supuesto arreglo del espacio, el acondicionamiento térmico. Hay eventos grandes en los que la gente da mucho calor. Lo hemos vivido en el Gasteiz Calling. Ahí frío no hemos pasado nunca (risas).

Llegará enero y el proyecto específico en el Iradier se terminará, pero en alguna ocasión ha mostrado su idea que de Kultura Bizia siga adelante. ¿Lo ve factible?

-Tampoco hemos entrado en profundidad, pero es algo que también se trató en la última asamblea. Nos hemos citado, cuando termine el proyecto en el Iradier, para hacer un análisis de todo, ver qué nos ha parecido y ver si tiene alguna lógica que Kultura Bizia se mantenga como asociación. La sensación es que podría tener su lógica, sobre todo como plataforma de interlocución ante las instituciones y la sociedad. Es cierto que el sector está muy atomizado pero creo que podríamos contar con una plataforma genérica que nos ayudase a todos. También nos podría ayudar a vernos más las caras y coordinarnos un poco mejor en la ciudad.

Hasta enero, y más allá de lo anunciado, ¿habrá más confirmaciones de conciertos y otras citas?

-Sí, sí. Reservas ya hay unas cuantas de bastantes cosas, tanto de festivales como de conciertos y eventos de ciudad. Por ejemplo, en el puente de diciembre habrá cosas. Lo que se está mirando para poder programar son actividades que están en ese segmento de propuestas que no pueden ir a las salas porque no hay capacidad, que solo han estado viniendo al Buesa o a escenarios grandes en contextos como las fiestas.

¿Ha estado ya en algún concierto de pie pero como público?

-Todavía no. En el de Joseba Irazoki el otro día estaba trabajando, por ejemplo. No sé qué sensación tendré. Me gusta esta idea del público sentado para depende qué actuaciones. Y como espectador no sé, pero como técnico me va a molestar volver a las vallas y a estar encerrado (risas). También te digo que nos acostumbramos a todo muy rápido.

¿Y como director de coro, han vuelto ya a ensayar?

-Solemos hecho uno y con las medidas del año pasado. Vamos a ver si eso cambia porque es un poco complicado.

"Es cierto que sigue habiendo gente que dice que el Iradier suena horrible y que Mendizorroza es un estudio de grabación. Mentira"

"Cualquier proyecto que ha salido adelante estos meses se ha podido hacer porque ha habido gente que ha trabajado más por menos dinero"