Será a partir de las 20.00 horas. La conversación a dos que el público puede compartir va a contar, por un lado, con la voz y el saxofón de Eva Fernández, y, por otro, con el piano de Lucas Delgado. Bueno, y no solo, porque el músico, que ya está preparando su siguiente trabajo discográfico, también va a dar el paso de cantar.

Regresa en un momento especial, cuando aquí justo se entra en una nueva etapa con el covid, también para los conciertos.

-Parece mentira, un año después de actuar allí y todavía cómo estamos. Es un notición que finalmente se empiecen a despejar cuestiones como el aforo. Ya era hora. Venimos siendo el último mono desde hace mucho tiempo y parece que, por fin, esto va a cambiar. Desde el escenario, no es lo mismo ver un espacio medio lleno aunque esté todo vendido, que lleno de verdad. Ver la mitad de los asientos vacíos y a la gente tan separada te da una sensación extraña. Yo ahora vengo de ver un par de conciertos en Madrid en los que el teatro estaba efectivamente lleno al 100% y ha sido otra cosa. Vamos a ver cuánto dura.

Esta vez vuelve con una formación muy distinta a la del año pasado.

-Va a ser una propuesta absolutamente distinta. Vamos con un repertorio que no es enteramente nuevo pero casi. El grueso del concierto va a ser piano y voz, y piano y saxo. En algún momento igual yo también me animo a cantar (risas). Eso es una primicia. El público, sobre todo, va a compartir un encuentro muy genuino de dos músicos que se llevan siguiendo la pista de cerca desde hace más de siete años, tiempo en el que hemos compartido proyectos aunque nunca habíamos tenido una formación común como tal, solo de nosotros dos. Ahora estrenamos esta propuesta, en una formación tan delicada y tan preciosa como es el dúo. Es el formato más íntimo y elegante, en el que estás más expuesto pero, a la vez, en el que hay más posibilidad para dejarte volar e ir a sitios insospechados.

Pero hay quien puede pensar que saxo y piano son dos instrumentos que son demasiado protagonistas como para mantener un diálogo equilibrado.

-Los instrumentos se entienden muy bien, pero más allá de ellos, están las personas, estas dos almas que se encuentran. Más allá de lo que cantamos, saxo y piano funcionan muy bien en este proyecto. En realidad, se termina produciendo una conversación muy cercana, casi como si estuvieras en el salón de tu casa pero al rojo vivo (risas). Además, creo que vamos a proponer un repertorio en esta ocasión bastante interesante. Nos vamos a encontrar en sitios comunes pero dejando volar la imaginación sin tener miedo a improvisar, a tocar en ocasiones un poco más tradicional, un poco más jazz, un poco más aflamencado... Es todo muy a la mediterránea (risas).

Hace un año vino dentro de la gira de presentación de su disco ‘La Punta de L’Iceberg’. ¿Planes de nuevo trabajo, hay que atender a otros proyectos, todavía tiene más recorrido este álbum o cómo viene la agenda?

-Afortunadamente estoy embarcado en más de una propuesta. Sobre todo, en lo que estoy ahora poniendo la energía es en el proyecto que voy a sacar ahora a trío con Juan Pastor (contrabajo) y Rita Payés (voz y trombón), con quienes estuve hace un año allí. El nuevo disco se llamará La tornada, que en catalán hace referencia tanto a la vuelta como al estribillo. Juega con esa doble acepción. Es un disco que ya está grabado y el concepto que va en él es el intentar volver a gozar de la música de manera desenfadada. Es volver a tocar, a hacer música. Es un trabajo que consta de once canciones originales, más un bonus track, que es un arreglo de una canción de Paul McCartney que me gusta mucho, Blackbird. Cantamos los tres en esa. Creo que el disco saldrá a finales de noviembre o principios de diciembre. Y el pasado martes recibí la comunicación de que también se va a editar en Japón. Hay allí una discográfica muy interesante que ya hizo una reedición especial del anterior trabajo y quieren contar con nosotros de nuevo. Me hace muy feliz.