l grupo Los Lobos, que se hizo conocido con su versión de La bamba, en los 80, son una institución del Estados Unidos mestizo y diverso. Emblema de la zona Este de su ciudad, Los Ángeles, le dedican “un álbum de fiesta” en Native sons (New West Records), en el que alternan versiones de WAR, Buffalo Springfield, Jackson Browne o The Beach Boys con músicos menos conocidos como The Midniters, The Premiers o Lalo Guerrero. Diversa y mestiza, L. A. es “una ciudad extraña, pero es nuestro hogar”, explican.
L. A., inmortalizada por Sinatra y The Doors, es el escenario en el que Los Lobos se han convertido en una institución durante los casi últimos 40 años, desde que despuntaron con su versión de La bamba, canción insignia de Ritchie Valens, que formó parte de la banda sonora de la película biográfica de 1987 del mismo nombre. Después, les fueron llegando hasta tres premios Grammy, colaboraciones con Elvis Costello y Ry Cooder, y los elogios masivos de la crítica por discos como By the light of the moon y La pistola y el corazón, y otros más recientes como Colossal head o Gates of gold. El grupo, que mantiene su formación original con la única suma del ex-Blasters Steve Berlin (saxos y teclados), debutó con How will the wolf survive?, en 1984, que combinaba sus dos vertientes, la de la tradición estadounidense, en temas como I got loaded, Evangeline y Don’t worry baby, y la chicana en Serenata norteña o Corrido 1. Parafraseando su título, ¿cómo han sobrevivido Los Lobos? Con grandes canciones y falta de prejuicios. Y aunque en ocasiones han hecho concesiones a las canciones navideñas y el repertorio de Disney, David Hidalgo (voz, guitarras), Louie Pérez, Jr. (voz, guitarras), Cesar Rosas (voz, guitarras, bajo, órgano Hammond B3) y Conrad Lozano (voz, bajo) vuelven a entregar un magnífico disco... aunque sea de versiones.
Llevamos seis años sin un álbum nuevo, desde Gates of gold, pero Native sons funcionará para sus seguidores más acérrimos como la metadona. Incorpora 13 canciones, una docena de versiones y un único tema inédito y propio, en un álbum que, desde su título y portada, se muestra como el ADN musical del quinteto con una selección caleidoscópica de canciones de tributo a su tierra natal. Como una postal sonora de la herencia musical (y propia del grupo) de una ciudad que acogió su formación en 1973, con enérgicas interpretaciones de la música folclórica mexicana en fiestas y restaurantes de L. A.
El disco refleja de forma nítida la diversidad y versatilidad musical de L. A. y de Los Lobos. “Se lo puse a un amigo y su primera respuesta fue que es un disco de fiesta, lo cual me suena bien”, asegura Hidalgo. Más allá de esa innegable cualidad para hacernos disfrutar, Native Sons se presenta como una carta de amor a L. A. “No podría decir que haya un hilo conductor en los artistas elegidos, pero eso es exactamente lo que hace grande a la ciudad”, prosigue Berlin. “Tienes r&b, punk rock, rock-and-roll y folk. De alguna manera, son estilos que cohabitan en esta ciudad extraña a la que todos llamamos hogar”.
“No importa donde duerma ni lo lejos que haya corrido/sueño con el día que me hagas regresar, soy hijo de tu tierra”, cantan en el tema titular, un emocionante medio tiempo y única canción inédita del disco. El resto indagan en la historia musical de L. A., con versiones magníficas y, al mismo tiempo, creativas y llevadas a su terreno. Y el quinteto muestra conocimiento, dispar y magnífico gusto, y valentía al no apostar únicamente por músicos conocidos.
Rebuscando en sus raíces, sí muestran algunas concesiones mayoritarias, pero muy bien ejecutadas en el caso del himno folk-rock For what it’s worth, de Buffalo Springfield, manteniendo su magnífica melodía e inolvidables arpegios de guitarra con eco, o en el mítico Jamaica say you will, de Jackson Browne, acariciante y llevando el guateque al baile agarrado en una canción que grabaron también The Byrds y Joe Cocker. En ese apartado se cuela también Sail on, sailor, de The Beach Boys, concesión al pop playero y armonías vocales.
El repertorio, que incorpora Misery, de Barrett Strong, cantante del engranaje de la Motown, se atreve con grupos de garaje angelino desconocidos aquí como The Midniters, con su Love special delivery propulsado por los metales, o The Premiers, el grupo de los hermanos Lawrence y John Pérez, que grabaron Farmer John a la estela del Louie Louie, de The Kingsmen. El biberón tradicionalista que les alimentó se concreta en Dichoso, un bolero del percusionista de origen portorriqueño Willie Bobo, y en Los Chucos suaves, que reconvierten en un danzón rock para “guarachar”. Lo escribió Lalo Guerrero, padre de la música chicana y Medalla de las Artes de USA.
El disco, que incluye mucho r&b y una arrolladora versión de Flat top joint de The Blasters, ofrece una de sus mejores revisiones en The world is a ghetto, la canción que WAR llevó al nº 1 en USA, en 1973. En ella, Los Lobos exprimen perfectamente su mezcla de soul, raíces africanas y psicodelia en sus casi 9 minutos. La banda, que podría recalar en el Estado en 2022, tiene prevista una gira por su país en la que compartirán escenarios con The Mavericks, Steve Earle & The Dukes, y Tedeschi Trucks Band.
Los Lobos alternan en su último trabajo versiones de WAR, Buffalo Springfield, Jackson Browne o The Beach Boys