-”Llevo más de diez años dando la plasta con el tema de la sexualidad. Empecé porque tenía un blog que llamó la atención de un grupo de personas; me animaron no solo a escribir mis libros, sino también a participar en distintos programas de televisión y radio”, explica sonriente Celia Blanco, contertulia de la Hora de la 1, en TVE.

Satisfecha por la buena acogida de su último libro Con todos dentro, aprendiendo a disfrutar del sexo (ed. Larousse) se duele por el momento que atraviesa la profesión. “Porque para trabajar en televisión tienes que ser una tía buena; si pasas de los cuarenta, tus oportunidades son nulas. En la productora en la que trabajaba me lo dijeron claro. ¡Mira Celia tienes ya una edad que no es buena para la imagen!”, recuerda molesta.

¿ Por qué TV, radio y sexo?

—Un error ajeno fue el detonante para que me echaran de la productora donde estaba. Pero la verdadera razón fue mi edad. Sin embargo, tuve gente en mi entorno que me animó a seguir en la profesión. Me encerré y guionecé el programa Contigo Dentro. Tuve el morro de presentarme en la Cadena Ser y toparme con Antonio Hernández-Rodicio, director del ente, que me encargó un programa piloto que se emitía después de El Larguero.

¿Hablar de sexo sigue siendo tabú?

—Sobre todo si eres mujer. Si repasamos la historia muy reciente vemos que hemos sido las mujeres las que hemos estado al frente de estos programas. Elena Ochoa, Lorena Berdu y en cierta medida yo. Aunque los medios audiovisuales siempre explotan el mismo concepto.

¿Cuál?

—El de la chica guapa que, ademas, tiene una voz suave y que con un poco de suerte te habla con sutileza y te susurra al oído para crear morbo y armar revuelo.

¿El que las mujeres hablen de sexo incomoda?

—Totalmente. Si estoy en una reunión y soy la que doy el paso de hablar del tema, se me mira raro. Directamente se me juzga de forma distinta a los hombres. El hecho de que yo alardee de que me gustaría tener sexo con dos hombres se ve bien, pero si digo que quiero tenerlo con dos mujeres, la cosa cambia. Ellos pueden presumir de todas sus prácticas sexuales, pero nosotras no; se nos juzga peyorativamente.

Hemos sido educados para permitir determinadas cosas.

—Hemos vivido la sexualidad desde los parámetros que nos han impuesto. De todas las mujeres que conozco coincido con ellas en que hemos comido muchas más pollas que lo que ellos nos han comido a nosotras el coño. Eso que yo me he puesto muchas veces de rodillas, que he disfrutado.

¿El placer está en segundo plano?

—Está dirigido por los individuos con los que nos relacionamos. Por otro lado, si quiero tener sexo con varios hombres, no se encaja igual que si mi marido dice que le encantaría tener sexo con varias mujeres.

¿A las mujeres se nos juzga de otra manera?

— Claro. Afortunadamente, ahora las mujeres exigimos que se nos trate de una determinada manera; nada que ver con los tíos que siguen pensando que somos de su propiedad.

Apuesta por la educación sexual en los colegios

—Es la única manera de que la sociedad sea más justa e igualitaria. Nuestros hijos tienen que tener una educación sexual para que no abusen de otros niños y niñas y adultos. Cuando a Michael Jackson? le chupaban la polla los niños estaban contentos porque él les había dicho que era una muestra de cariño. Cuando se sinceraron vieron que no era así. Pero para ello, para que no abusen sexualmente de nosotros tenemos que saber de qué hablamos y educar a nuestras adolescentes. Todavía me encuentro con jovencitas que me dicen que creían que era normal hacerles una felación a su tío.

La OMS, la UE todos abogan por ello, pero todavía brilla por su ausencia

—Esto conlleva a la homofobia que no es opinión, sino una vulneración de los derechos humanos hacia ese grupo de personas que se desarrolla de esa manera. Por eso es positivo que exista un entramado legal que proteja a todos los individuos por igual.

¿Cómo se consigue?

—Votando a políticos comprometidos con las causas sociales; las personas que luchamos por una sociedad más justa queremos que nuestros votos sirvan para algo; tenemos que hablar con rigor, aunque ello tenga consecuencias negativas para quienes lo hacemos.

¿Lo dice por experiencia?

—Cifuentes se quejó cuando comenté que había incumplido una ley en la Comunidad de Madrid. Demostré que era cierto. La verdad resulta muy incómoda, al tiempo que genera muchos problemas. Soy luchadora y me gusta decir las cosas a la cara; mis editoriales no se amoldan a lo políticamente correcto.

¿El activismo no es solo poner una bandera en julio?

—Es un compromiso diario. Me importa una mierda que me llamen feminazi si contribuyo a que las mujeres maltratadas estén mejor. Por otro lado, me congratulo con gente como el popular Garcia Pons que votó en el Parlamento Europeo a favor de echar de la UE a Hungría por sus políticas homófobas. Es muy difícil para un facha de mierda ir en contra de la mayoría, pero eso le honra.

¿Feminista a su manera?

—Solo en la igualdad de hombres y mujeres podremos evolucionar. Las mujeres somos las que protegemos la manada y no nos peleamos entre nosotras. El patriarcado nos ha hecho creer que las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres. No es cierto. Yo veo más sororidad actualmente entre las mujeres que cuando tenía 17 años.

¿Por qué?

—Porque las madres hemos educado a nuestros hijos e hijas de otra manera. Yo, por ejemplo, quiero que mi hijo tenga en cuenta que la diversidad sexual no es algo malo. Por ello, desde pequeño le comenté que era bisexual. Que si mi marido me abandonaba y me enamoraba de una mujer, no lo viera como una anormalidad. Y se lo tuviera que explicar con 25 años, por ello se lo dije claro desde pequeño.

¿Cómo?

—Como se dicen las cosas, de cara a cara. Me sinceré diciéndole que su padre me gustaba muchísimo, pero que también las mujeres.

Amante de la ópera. ¿Qué sintió al ver los efusivos aplausos a Plácido Domingo en Madrid?

— Me indignó. A Plácido Domingo, uno de los mejores tenores, habría que haberle aplaudido después de su actuación. Pero no se puede animar, jalear y exculparle. Me avergüenzo personalmente de los editoriales de muchos periodistas poniendo en duda las acusaciones de múltiples mujeres. Mi admiración es total por lo que significa en el mundo de la ópera, pero tiene mi desprecio más absoluto por la mierda de persona que es.

¿El #MeToo ha servido para visibilizar a las mujeres a nivel planetario?

—Ha conseguido conectar con la gente. Ha hecho que cualquier mujer agredida se sienta amparada por un grueso de desconocidas que sin saber dónde está y sin conocer nada de ella y sin juzgarla la apoyan. El movimiento Me Too ha hecho que todas aprendiéramos lo que es la palabra sororidad. Cuando era pequeña nadie me educó en que tenía que apoyar a mis compañeras, ni leer a Virginia Woolf. Lo aprendí de adulta. A las mujeres nos han invisibilizado y este movimiento nos ha puesto en la faz de la tierra. Nos ha dado poder. Y eso que me considero una privilegiada porque, pase lo que me pase, siempre habrá otra mujer negra, gitana o musulmana que estará en situación peor que yo.

‘Con todos dentro’. ¿Qué busca?

— Que aprendamos a follar bonito. Cuando nuestra sexualidad es buena, nuestra vida cambia muchísimo a mejor. Tengo casi 50 años, vivo en un pueblo de 300 habitantes y soy feliz. Follar significa que te sientes mejor contigo mismo. Estoy feliz porque el señor con el que vivo desde hace 16 años se cruza en el pasillo de casa y me quiere meter mano. Me subo arriba, a pesar de las canas, las arrugas, me digo ¡Qué buena estoy!. Me gusta que las jóvenes que leen el libro sientan que son libres para elegir lo que ellas quieren ser, no lo que la sociedad les impone. Muchas me comentan que les mola las experiencias que relato en el libro. Yo me he acostado con quienes he querido y, además, he aprendido a cuidarme y a quererme. Eso es lo que me gustaría que hicieran las personas que leen Con todos dentro.

¿Qué se plantea en un futuro inmediato?

—Este verano me haré el favor de escribir una novela; tengo a mucha gente que me ha puesto encima de la mesa esta posibilidad. Es un formato literario que desconozco y que exige gran rigor. Aunque a otros les funciona no voy a contar mi vida. Además, seguiré haciendo mis colaboraciones televisivas y dando forma a los nuevos proyectos que iniciaré en septiembre.

¿Como podcader?

—Sí, pero con un nuevo modelo divulgativo sobre sexualidad. Tengo un buen producto con más de 600.00 de descargas en iVoox. No hace falta que ningún directivo televisivo o radiofónico me diga que lo que hago atrae a la gente. Lo sé; lo que intentaré es acercarme más a ella, de la que aprendo todo lo que sé, y decirles que el sexo es mucho más divertido con todos dentro.

“Me da vegüenza que haya gente que aplauda a Plácido Domingo antes de cantar. Lo que hacen es poner en duda la denuncia de las mujeres”

“Es muy difícil ser un facha de mierda y votar a favor de que Hungría salga de Europa por sus políticas homófobas. Bien por el popular García Pons”

“El patriarcado nos ha hecho creer que las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres. No es cierto”

“Cuando era pequeña nadie me educó en que tenía que apoyar a mis compañeras, ni leer a Virginia Woolf. Lo aprendí de adulta”