sus 92 años, Frank Gehry (Toronto, 1929), aún es capaz de alborotar el mundo del diseño y la arquitectura. Gehry ya era uno de los más prestigiosos y premiados arquitectos del mundo cuando recibió el encargo del Guggenheim Bilbao, ganó el Priztker en 1989, pero el titánico edificio bilbaino le convirtió en una celebridad mediática y a la arquitectura en el nuevo “objeto de deseo” de los políticos para transformar una ciudad, no sólo urbanísticamente, sino también económicamente.
Su última creación, una torre de formas geométricas irregulares y metal brillante, domina ya el paisaje de Arlés, como un faro para el mundo del arte, de estética moderna pero suavizada por la influencia de la arquitectura romana de esta ciudad francesa. Una ciudad que quiere emular el efecto Bilbao, con este edificio que bien podría parecer una enorme escultura. O un barco a la deriva.
Pero el arquitecto canadiense, que está en plena forma, aparte de algunos problemas de oído que reconoce de forma despreocupada, ha ido más allá. Esta misma semana, la prestigiosa casa francesa de moda Louis Vuitton ha presentado en París su última línea de perfumes, cinco creaciones originales del perfumista Jacques Cavallier que han sido trabajadas junto al arquitecto Frank Gehry, diseñador de los frascos.
Es la primera vez que Gehry pone su trabajo al servicio de la belleza, aunque no la primera colaboración con la firma de moda para la que ya creó una línea de bolsos además del célebre edificio de la Fundación Louis Vuitton, a las afueras de París, inaugurado en 2014.
Dancing blossom, Cosmic cloud, Rhapsody, Symphony y Stellar Time son los cinco nuevos perfumes que Vuitton lanzará el próximo 6 de octubre en sus tiendas y otros puntos de venta seleccionados.
Al minimalista tarro de cristal que lleva grabado el nombre del perfume se añade un tapón de metal e imantado, que con su particular forma en movimiento lleva el sello de Gehry, nacido en Canadá y que también tiene la nacionalidad estadounidense. La idea de movimiento fue la que puso a ambos creadores de acuerdo, pues según Cavallier el movimiento es también una de sus principales como artista y en estos perfumes quería trabajar con extractos pero superando nuevos desafíos: que los olores sean más frescos y que garanticen una larga duración.
“Mi ambición era reinventar los extractos, usar materias primas y sacarles el máximo partido, revelar nuevas facetas, intentar crear nuevos equilibrios o desequilibrios y cuestionar algunas bases del perfume”, explicó Cavallier en la presentación, en unas declaraciones recogidas por Efe.
El perfumista trabajaba desde Grasse (sudeste de Francia) y Gehry desde Los Ángeles. Todo el proceso de concepción se ha hecho a distancia a través de videollamadas. “Era agradable hablar con él sobre belleza y optimismo, porque es el objetivo de estas creaciones”, añadió el perfumista, que lleva varios años trabajando en estos perfumes.
El precio de referencia del perfume es de 450 euros (unos 534 dólares, al cambio actual), y a él se añade la posibilidad aún más exclusiva de comprar los cinco en un baúl de la marca diseñado por Gehry.