Por primera vez la música clásica se hará presente en los rincones del Jardín Botánico de Santa Catalina a través de una iniciativa de la concejal responsable de esta instalación en el Ayuntamiento de Iruña de Oca, Loida Blanco, y la implicación y entusiasmo de Alberto Itoiz, profesor de música, flauta en la Banda Municipal de Vitoria y colaborador de numerosas formaciones.

Lo insólito de este evento, que se llevará a cabo los días 11 y 18 de este mes, es que no serán conciertos entendidos como tal, con público sentado y programa de mano. En cada jornada, entre tres y cuatro músicos se ubicarán en otras tantas zonas del Jardín e interpretarán distintas piezas, además de explicar a los visitantes las características y peculiaridades de su instrumento (flauta travesera, violín, arpa, violonchelo o clavecín) y dialogar sobre las piezas compartidas. Para acabar, los intérpretes se reunirán en la iglesia del Botánico para ofrecer un concierto.

El origen de la iniciativa lo explica la concejal, que venía hablando desde hace tiempo con Itoiz “sobre la posibilidad de realizar alguna actividad con la Banda de Vitoria en Nanclares, pero no lo terminamos de sacar adelante. Este año le volví a llamar para retomar la idea porque nos apetecía hacer algo con la música, con instrumentos diferentes y en diversas zonas del Jardín para que la gente se acercara para escuchar algo de música”. Se lo planteó, “le pareció original y me dijo que hablaría con la gente y así salió adelante este nuevo invento para el Jardín”.

Este domingo 11 se interpretarán Triosonatas para flauta, violín y bajo continuo con la participación de Alfredo Ardanaz (violín), Alberto Itoiz (flauta travesera), Nuria Nieto (violonchelo) y Pedro Rodríguez (clavecín). Se han elegido la Triosonata en mi m, HWV 395, de G. F. Haendel; la Triosonata en Re M, F. 47, de W. F. Bach; y la Triosonata TWV 42:E2 en Mi M, de G. Ph. Telemann. Para la segunda jornada, el domingo 18, se presentará Música francesa para flauta, viola y arpa con la participación de Itoiz (flauta travesera), Marion Desjacques (arpa) y Carlos Seco (viola). El programa previsto es la Sonata, de Claude Debussy; y la Suite Breve, de Ladislas Rohozinski. Previamente, y cada uno en el espacio donde se sitúe, interpretará “los temas que le parezca mejor según los momentos”.

Pero insiste en que “la idea no es hacer un concierto al uso en el que la gente acude expresamente y se sienta durante una hora o el tiempo que sea para escuchar. Lo que nos ha llevado a organizar esta actividad es tratar de unir el Jardín con la música”. Y explica que es “algo así como que estoy dando un paseo por el Jardín y de repente llegó a un sitio y me encuentro a alguien que está tocando o me ve y se pone a interpretar una pieza. Y es que lo que buscamos es la interacción que se crea en ese momento, porque puede que haya gente que vaya y vea y que no pregunte nada, o, por el contrario, termina la pieza y se establece una conversación sobre la música, el instrumento, o cómo se toca”.

Para Itoiz “es un acto diferente interpretar en la calle, en el Jardín, y no en un auditorio”. Comenta que “es algo novedoso para nosotros. El hecho de que los músicos estemos cada uno en diferentes rincones, tocando obras para un solo instrumento, para gente, turistas, que irán pasando por allí y que luego nos juntemos en una ubicación ya determinada, como es la iglesia, para ofrecer un miniconcierto de una media hora aproximadamente, resulta interesante”.

Itoiz confía en que la interacción con la gente, la conversación, “surja. Estaremos tocando y cuando acabemos la pieza veremos si aparece esa comunicación con quien está escuchando. Lo comenzaremos nosotros o contestaremos si nos preguntan. Ya veremos, será sobre la marcha”, cuenta. En ambas jornadas, 11 y 18 de julio, está previsto que las interpretaciones en solitario comiencen a las once y media de la mañana en los espacios que cada uno elija, para finalizar juntos sobre las 12.30 o 13.00 horas en las ruinas de la iglesia.