- Junto a Moisés P. Sánchez (piano) y Paquito González (percusión), el contrabajsita gasteiztarra Pablo Martín Caminero presenta el próximo jueves Al toque, un disco en el que temas clásicos de guitarra flamenca cobran una nueva vida.

Parece complicada la apuesta de sacar un nuevo trabajo en el contexto marcado por la pandemia. ¿Por qué no esperar, por ejemplo al próximo año?

-No tengo sentido estratégico a la hora de sacar discos. Para mí es una cuestión puramente visceral. Se me ocurre algo, lo llevo a cabo y en cuanto pueda salir, que salga. En este caso, sí que hay una diferencia con el resto de discos y es que entra una discográfica, Karonte. Eso está haciendo que empiece también a pensar un poco más empresarialmente por decirlo así. Son ellos los que han planteado un calendario de salida del disco, con lanzamiento de singles en Spotify y con cosas que, sinceramente, a mí nunca se me habrían ocurrido.

Es 'Al toque' una mirada a la guitarra flamenca por parte de un contrabajista.

-He arreglado o adaptado algunos de los grandes temas de la guitarra flamenca de ocho de los más importantes guitarristas flamencos de la historia. Admiro mucho la guitarra flamenca como una de las cumbres de la imaginación humana a cualquier nivel. Me parece milagroso qué se ha podido hacer con el instrumento, además de una manera tan imaginativa y abierta. Se me ha hecho muy natural encontrar temas que se adaptaran a un trío con piano. Era lo que quería hacer, llevar la guitarra al trío, no al contrabajo.

Es un disco hecho en pandemia. ¿Más complicado que otros por ello?

-Ha sido como siempre. Quizás la diferencia es que escribí toda la música durante el confinamiento. Estoy viviendo ahora en un entorno maravilloso, rodeado de árboles, donde no hay nadie, y eso también marcó. Cuando eres un autónomo como yo, estás acostumbrado a tener la mente en lo siguiente de lo siguiente. El parar la actividad por completo, por lo menos en mi caso, fue muy bueno para mi salud. Hace unos tres años ya había iniciado esta idea con el tema de Paco de Lucía, pero fue a raíz del confinamiento cuando me vino el proyecto a la cabeza, lo vi claro y me puse a ello. En dos o tres semanas estuvo todo escrito y terminado, haciendo jornadas en las que no paraba. Es una música que a la hora de transcribir y arreglar guarda mucha información, y es necesario tomarse las cosas con cierta calma. Te enfrentas casi a una catedral gótica. Es decir, en este caso te diría que la situación me benefició porque estaba entregado al 100% a lo que estaba haciendo.

¿Pero cómo se siente el contrabajista Pablo Martín Caminero al meterse en la piel de guitarristas como De Lucía, Sabicas o Riqueni, por ejemplo?

-Ha sido un proceso bastante natural. Llevo muchos años con los guitarristas, tratando de encajar con ellos y entender lo que hacen. Aunque no toque la guitarra flamenca, es un medio natural para mí. La intención no es imitar nada. El proyecto tiene más que ver con la composición que con la guitarra en sí. Y todo está conectado porque la técnica de la guitarra flamenca tiene mucha personalidad y presencia en la forma musical. Quiero decir, el flamenco está directamente afectado por la propia técnica de la guitarra. Por eso es tan original y tan distinto. La guitarra flamenca tiene una personalidad muy, muy concreta. No he tratado de imitar nada, ni de trasladar de manera directa nada, sino de trabajar desde mi lenguaje.

La naturaleza del músico es tocar en directo. Pero las circunstancias obligan a que no sea así. ¿Es casi un milagro poder subirse al escenario en estos tiempos?

-Para mí, cada concierto de mi vida ha sido un milagro. Que toques un instrumento porque te gusta, que te subas a un escenario, que te aplaudan y que encima te paguen, es un milagro en sí. Y en esta época más. De todas formas, desde que se empezaron a abrir las puertas aquí, en la Comunidad de Madrid, he estado trabajando prácticamente desde el primer día. Ya te digo que no he notado mucho esa situación a nivel de conciertos. He seguido igual que siempre, con la misma actitud y haciendo lo mismo. Lo que igual sí es un milagro es poder ir al Festival de Jazz de Vitoria para tocar con mi banda y mi proyecto. Agradezco poder estar ahí porque al festival le tengo mucho cariño. Al fin y al cabo, parte de que yo sea músico se lo debo al festival.

Cuando salió 'Bost' y allí estaba 'Tema para Instagram' nada hacía presagiar, por ejemplo, que se iba a convertir en algo habitual hacer conciertos por las redes sociales. ¿Se siente un poco Nostradamus?

-Muchas veces utilizas ideas de lo que pasa socialmente para sacar un tema. Yo quería hacer una composición de un minuto y ahí apareció la excusa de Instagram. Quiero decir, que encuentras excusas en cualquier sitio. Así que no sé si ha sido profético con lo que nos ha venido después. Pasaremos esta etapa, como lo hemos hecho con otras, y para algo habrá servido toda esta experiencia.