El 17 de mayo, Aritz Albisu tenía fiesta en el trabajo y decidió pasar una mañana tranquila en la montaña. Después de dejar a los críos en la ikastola y preparase un bocadillo fue "al monte, por una vez, sin prisa". Accedió hasta la cima del Aratz por el camino más transitado y, como tenía tiempo, decidió dar una vuelta en busca de perretxikos. "Pero no había, así que me puse a buscar una cueva que me sonaba que estaba por la zona y, buscando la cueva, apareció esto", comenta situado frente a la réplica de la escultura Araba.

La obra, en concreto, se instaló en 1997 en la cima del monte Aratz, aunque desapareció pocos años después. Se trata de una réplica en bronce única y firmada por el artista vizcaíno de la pieza que fue creada en madera en 1962 y que pertenecía a una trilogía con otras dos obras de nombre Bizkaia y Gipuzkoa. Según explica Albisu a este diario, se encontró la escultura a 500 metros de la cima, por un camino no frecuentado y en un lugar poco visible. "Si la gente pasase por ahí, no le daría importancia. Por el camino normal a la cima no se ve, estaba como escondido", explica.

Tras ver algo "raro" junto a unos tubos y otra pieza "rara" como chatarra, "le di unas vueltas a ver si ponía algo. No sabía si era algún homenaje a algún muerto, por ejemplo. Estaba totalmente descubierta junto a una roca. No ponía ninguna fecha ni ningún nombre. Saqué unas fotos y me marché para casa". Las imágenes permanecieron en su teléfono móvil hasta que diez días después se le ocurrió enseñárselas a Amaia, su pareja. "No le di ninguna importancia hasta entonces. Se las enseñé y ella me comentó que le sonaba que eso estaba en la punta del Aratz, pero no lo tenía muy claro. Mi pareja se la envió a su cuadrilla para ver si alguien la reconocía. La foto se extendió y llegó a manos de la alcaldesa".

Txelo Auzmendi, primera edil de Asparrena, recibió la noticia del hallazgo a través de su hermana. "Me mandó el sábado por la noche una fotografía que le habían mandado los de su cuadrilla. Son más jóvenes y a Aritz ni le sonaba que había habido una escultura en la cima del Aratz", explica al tiempo que reconoce que "cuando me envió la imagen, me quedé muerta. La fotografía estaba muy bien hecha y se veía perfectamente". Fue la propia alcaldesa quien se puso en contacto con uno de los hijos de Nestor Basterretxea, Gorka, para confirmar las sospechas. "Sólo le mandé la foto diciéndole: ¿es lo que estoy pensando?". La respuesta fue positiva.

Fue entonces cuando se organizó el rescate de la pieza. "Estaba en una zona poco accesible, a pesar de que el Aratz es una zona muy transitada", apunta. El propio Aritz, el guarda forestal, otro acompañante, otra vecina de la localidad y el que fuera alguacil del Ayuntamiento en otro tiempo y que ahora ya está jubilado, Juanjo, fueron los encargados de acercarse hasta el lugar donde reposaba la escultura con las cuerdas y sacos que previamente habían preparado para el rescate. "Pesa alrededor de 40 kilos y no se puede llegar con todoterreno hasta allí. Se acercaron hasta donde pudieron y posteriormente tuvieron que ir andando por una zona que es escarpada y de difícil acceso", relata la alcaldesa.

La escultura fue instalada en la cima del monte Aratz en el año 1997 y "estaría puesta como tres o cuatro años y después desapareció", según explica la alcaldesa, quien cuenta que "la escultura estaba en la cima y ha aparecido igual a 500 metros andando. Es una zona un poco escarpada". Se baraja la posibilidad de que alguien la trasladó desde su lugar de origen y posteriormente la tiró. "No creemos que alguien se la llevase y la haya vuelto a poner donde ha aparecido". "A pesar de que el Aratz es un monte muy, muy visitado, la gente va por los caminos habituales. Es un macizo potente y tiene muchos recovecos", reconoce la edil.

Ahora, los representantes del Ayuntamiento, junto con los empleados municipales, se están encargando de extraer la documentación del momento en el que se hizo la cesión y para el fin que era. "La idea es acordar con la familia el futuro de Araba. A nosotros nos gustaría que se quede. Además, está empadronada. Lleva muchos años aquí y ya tiene derechos", señala jocosa la alcaldesa. Lo que queda descartado es devolverla al monte. A falta de un examen más exhaustivo, la alcaldesa reconoce que "la pieza está bastante bien conservada. Es una pieza que estaba preparada para estar a la intemperie".

En la familia Basterretxea es difícil contener la emoción. Los hijos, que viven en Vitoria y Hondarribia, se van a reunir este fin de semana para decidir qué hacer con la obra. "Sentimos mucha sorpresa y alegría enorme. Era una mezcla extraña de sensaciones", reconoce Gorka Basterretxea. En su visita a Araia, fue el encargado de reconocer la obra de su padre. "Están sus iniciales en mayúscula, aunque su firma en texto siempre era en minúscula", explica. "Que la obra desapareciera a los dos o tres años de instalarse, te da por especular. Lo que menos te esperas cuando ha pasado tanto tiempo es que aparezca", apunta. "Algo que en la familia tenemos en la cabeza todo el rato es en qué pensaría y qué diría aita, sobre todo a la hora de plantear qué se hace ahora con la pieza", dice el hijo del artista, que subraya su agradecimiento a quienes han encontrado la obra y al Ayuntamiento de Asparrena por cómo se ha involucrado.

Los hijos, que viven en Vitoria y Hondarribia, se van a reunir este fin de semana para decidir qué hacer con la obra

"No creemos que alguien se la llevase y la haya vuelto a poner donde ha aparecido" apunta la alcaldesa de Asparrena