- “Triste y vacío” en su Reino Unido natal, país que asociaba a los abusos que sufrió y narró en Instrumental, su primer éxito editorial, la vida del afamado pianista James Rhodes cambió el día en que se mudó a España, un proceso que narra en su nuevo libro, una declaración de amor sincera no exenta de crítica.
“Aquí hay tantas polémicas... Nunca en mi vida había estado en un lugar tan polarizado”, reconoce en una charla sobre Made In Spain (Plan B), que se publica hoy y que considera la obra “más importante” de su carrera. Escrito durante el confinamiento, dice que se puso “mucha presión” encima “para hacerle justicia” al país que lo acogió y del que recientemente adquirió la nacionalidad. “Por fin he encontrado mi hogar y para mí ha sido importante escoger correctamente cada palabra”, insiste Rhodes (Londres, 1975). “Este libro es algo que me apetecía desde que llegué a España. Para mí era como Disneyland y, como cuando estás enamorado, quieres decírselo a todo el mundo”, explica.
Curiosamente arranca con un capítulo lleno “de rabia por la inexplicable forma en que España se odia” y en el que se imagina “en un bar en una mezcla curiosa de Sálvame, El Mundo y Santiago Abascal dando hostias”.
Cuenta, por contraposición, por qué abandonó Reino Unido: “En Inglaterra me casé y pasé por un divorcio brutal. Dos veces. Me violaron (más de dos veces). Me hospitalizaron, me agredieron, me medicaron, me golpearon... Allí me desintoxiqué de las drogas. Con lo que gasté en abogados me habría podido comprar una puta casa”, escribe.
El bréxit, cuenta, fue la puntilla: “No quiero ser parte de un país que celebra el aislamiento y que prefiere la división como forma de vida. Prefiero un lugar como España, donde hay amabilidad y sentimiento de bienvenida desde el principio”.
Con el éxito de Instrumental comenzaron a tocar aquí: Gijón, Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Valencia, Madrid... “Cada ciudad era una experiencia maravillosa. Aquí todo es mejor y más sencillo”, destaca.
“Un día, hace como cuatro años, estaba con mi mánager en un hotel y le pregunté: ‘¿Por qué volvemos a Londres? No hay nada allí para mí’”, rememora sobre el día que tomó la decisión de mudarse al país de Cervantes.
Al respecto, reconoce que “es bastante estúpido huir de tus problemas”. “Pero yo tuve la suerte de encontrar el piso perfecto, tenía a mi chica aquí, mi piano y tres maletas. ¿Por qué no?”, se dijo, y se plantó en la capital chapurreando en español.
Sus seguidores en redes sociales han sido testigos de cómo ha ido progresando en este sentido, aunque él lo minimice con humildad y señale la dificultad de la conjugación de los verbos. Eso no le ha impedido convertirse en un maestro en los giros de esta lengua: “A todos aquellos que se han sentido alguna vez como un pulpo en un garaje”, escribe sin ir más lejos en la dedicatoria del libro, cuyo título surgió tras una encuesta pública.
“Había uno tan bonito, solo Ñ, que habría sido perfecto, pero yo ahora soy made in Spain (hecho en España, traducido)”, argumenta, tras haber testeado a sus seguidores en Instagram, donde sigue activo tras abandonar hace unos meses su perfil en Twitter, “pueblo de ofendiditos”.
Porque Rhodes ha probado los sinsabores de la polémica, especialmente tras conocer que “una de cada dos denuncias por abuso sexual en España es a un niño” e implicarse en la lucha de Save The Children por sacar adelante una Ley de Protección Infantil con el Gobierno de Pedro Sánchez.
“La respuesta que esperaba era: ¿Cómo podemos apoyarte? Incluso un ‘gracias’. Lo que recibí en realidad fue ‘puto rojo maricón de mierda, vete a tu país; nuestros hijos están bien”, recuerda. Espera que antes de verano llegue la aprobación de esa ley, que se encuentra en la etapa final de su tramitación en el Congreso. “No sé si lo celebraré o lloraré y dormiré durante un mes”, apunta.