EM es uno de los grupos de rock alternativo o independiente más importantes y reputados, además de vendedor, de las últimas décadas. Aunque les apoyara una multinacional, sus miembros nunca vivieron la música como un negocio, sino como una pasión creativa hasta que decidieron disolverse hace una década por falta de estímulos. Este aniversario nos sirve para recuperar Out of time (Warner), su disco más vendido, el más importante de 1991, gracias a Losing my religión, que cumple 30 años.

Sus canciones convirtieron al grupo de Athens, liderado por el cantante Michael Stipe y el guitarrista Peter Buck, en la banda más importante de 1991, tanto para la crítica como para el público, que arrasó las tiendas con ventas superiores a los 10 millones de copias. Llegaron a desbancar del puesto de honor a U2, que llenaba estadios desde la publicación de The Joshua tree. REM tenía seis discos previos, ligados a la tradición del rock estadounidense, como los de compañeros del llamado Nuevo Rock Americano como The Dream Syndicate, The Long Riders, Jason & The Scorches, Green on Reed o Rain Parade.

En 1991, los de Athens (Georgia) venían de grabar y girar con Green, y tenían ya en su mochila canciones deslumbrantes como Pop song 89, Stand, Orange crush, The one I love o Get up. Favoritos de la crítica alternativa y de las radios universitarias, dieron el salto popular con Out of time, un 7º álbum que se configuró en varios estudios, con el productor Scott Lillywhite (U2, Peter Gabriel, The Rolling Stones o The Pogues), y acabó mezclándose en los estudios Paisley Park de Prince, en Minneapolis.

REM acometió su grabación con deseos de grandeza. Querían grabar un disco a la altura de Revolver (Beatles), Highway 61 (Dylan), Exile on Main Street (Rolling Stones) o Third (Big Star). Nada más y nada menos. Y para ello incorporaron varias novedades en la composición, ensayos y grabación de su repertorio. Exhaustos de la gira previa y hartos de repetirse noche tras noche, Mike Mills (bajista), Bill Perry (batería) y Buck (guitarras) solían intercambiarse los instrumentos y abrirse a otros nuevos, como teclados y mandolinas.

Ese método y la decisión de jugar con otros arreglos, que se concretó en la amplia nómina de colaboradores con la que contó un grupo hasta entonces ligado a la autarquía, tuvo como consecuencia un álbum coronado por cuerdas solemnes, de corte clásico y melancólicas. Un disco de música de cámara, de pop de cámara, según Buck. Al por entonces habitual guitarrista de refuerzo, Peter Hosapple, se unieron para el rapero KRS-One, del grupo de hip hop Boogie Down Production; el saxofonista Kidd Jordan; la cantante de B-52s Kate Pierson y los maestros de la Atlanta Symphony Orchestra, para bordar los arreglos de cuerda de Mark Bingham, del grupo The Roches.

El resultado de Out of time, que titularon "fuera de moda" porque su sonido no se podía conectar con su tiempo, es atrevido y rompedor con la obra previa de REM. Es un álbum muy melódico, más sosegado y menos rockero, de canciones más pop que rock y que seguían nutriéndose de la savia caudalosa de las raíces del folk, el pop y el rock de Estados Unidos, pero con arreglos más introspectivos, que consolidaron con el posterior Automatic for the people, quizás su obra cumbre.

Además, el grupo considerado político y activista a favor del medio ambiente, se atrevió con las canciones de amor. Sin frases hechas, claro, con Stipe usándolo como un recurso literario más en un repertorio que se balanceaba entre la claridad e impacto melódico de alguno de sus singles, caso de Shiny happy people, esa radiografía de la falsa felicidad, y Near wild heaven, con su coros y papaparapás impulsados por guitarras folk-rock a lo Byrds, a temas ralentizados, ensoñadores y de desarrollo psicodélico como el minimalista Low o Half a world away.

Utilizaron Radio song para criticar a las radiofórmulas a ritmo de funk y hip hop, y embellecieron con arreglos camperos Country feedback y Texarkana, esta puede que su mejor canción, en la que Stipe permitió a Mills cantar unos versos maravillosos: "40.000 estrellas en la noche, míralas caer del cielo, 40.000 razones para vivir y otras tantas lágrimas en tus ojos...". Y todas ellas se propulsaron hasta la estratosfera gracias a un single inolvidable, Losing my religion, de melodía grácil, estribillo efectivo y una conjunción admirable de mandolina y cuerdas. Triste y centrada en las mentiras y dificultades de las relaciones, ayudó a convertir a REM en el mejor grupo de hace 30 años.