David Cid: piano. Perico Sambeat: saxo alto. Joan Codina: contrabajo. Dani Pimenta: batería. .
as panteras son felinos con fama de no aguantar encerrados. En sus jaulas giran en torno a un centro invisible, se arriman a los barrotes y miran negras y amenazantes al infinito desde sus ojos en llamas. Puede que ciertos músicos se comporten igual tras casi un año sin tocar en público. O esa es la impresión que me dieron David Cid Trío y Perico Sambeat este martes en Ondas de Jazz.
Arrancaron con Na Carreira, de Buarque, y en pocos compases nos transportaron desde sus butacas hasta dos destinos de ensueño: Brasil y Nueva York. Es decir, de la tradición tropical al swing y, si me apuran, a Broadway en concreto. No es tan horrible vivir con una mascarilla si cuatro músicos te invitan a soñar con anchas avenidas y con -perdonen el homenaje- cruasanes mordisqueados frente a escaparates que reflejan perlas. Cid permanecía escondido durante el primer solo de Sambeat, que transitó, como el calmoso huracán que es, de la melodía al hard y vuelta. Y después, Cid ejecutó su parte con jovial precisión: juego y profesionalidad, optimismo milimetrado. Y algo de locomotora que está en los orígenes de las músicas norteamericanas. Pum ba Pum ba Pum Pum ba Pum. Y terminó el tema.
La segunda entrega fue Will You Still The Mine, que profundizó el discurso y situó al público, que de nuevo llenó el auditorio del Conservatorio Jesús Guridi, para toda la tarde. Seguía la velocidad, pero también la entrega de toda la formación a un estiloso clasicismo, especialmente en la batería de Pimenta, con dos solos intercalados tras alternativas de Cid. Músicos enamorados de la improvisación, pero también de la melodía y de la construcción meditada.
La primera entrevista de la tarde recogió las palabras de Cid y Sambeat, que recordaron el tiempo que llevaban sin tocar, y agradecieron estar de gira. La rentré nos amansó con la primera balada ("A los dos nos gustan las baladas", confesaría Cid, en referencia a Sambeat), un estándar cálido y soñador de uno de tantos músicos cuya carrera, aparentemente de segunda fila, prestigió el cuarteto. Spring Can Really Hang You Up The Most, de Tommy Wolf, sonó tan hermosa como su título, y Cid demostró que, además, es delicado. Justo antes había sonado Ofrenda, uno de los dos temas de Sambeat. Equilibrio en melodía, ritmo y armonía, y tres momentos para el recuerdo de la XV Edición de Ondas de Jazz: los unísonos de Cid a dos manos y el primero de los dos grandes duetos de la tarde. Codina y Sambeat solearon a placer, cerca el uno del otro, como antaño. Más tarde, en Impasse, y para rubricar el compromiso de la sección rítmica con el proyecto, Pimenta y Sambeat harían lo propio, aunque aquí a pleno bop.
Dos generaciones se estrecharon la mano el martes. Los separan casi cuarenta años de jazz. Unos treinta separaban a Montoliu de Sambeat cuando grabaron Punto de partida. Y casi veinte los que mediaban entre Davis y Corea, a quien Ondas de Jazz rindió homenaje. Tocaron a placer, empastaron de maravilla y dialogaron con fluidez. Los de entonces y los de ahora. Un camino más se abre. Nunca antes ha habido tantos artistas vivos consagrados ni tanta juventud excelentemente formada. Que las panteras salgan de la jaula. Que comience el espectáculo.