- La Semana de la Alta Costura de París fue la primera en verano en experimentar la nueva realidad del sector de las pasarelas tras el covid-19, que ha golpeado con fuerza a la industria de la moda y a los calendarios de las fashion week de París, Milán, Nueva York, Londres o Madrid. Desde el pasado lunes, París acoge una nueva cita con los grandes diseñadores de la moda encaminada a presentar las últimas novedades de cara a la próxima temporada Primavera/Verano de 2021.

Dior fue el encargado de abrir la semana con la moda más exclusiva. Y lo hizo, como han hecho la mayoría de las 28 firmas que acuden a la capital francesa, a través de Internet, sin público ni pasarela, sustituyendo el tradicional desfile por una proyección audiovisual. La casa francesa tiró las cartas del tarot y presentó su nueva colección inspirada en un mundo onírico. “Está colección se inspira en el tarot, un mundo apreciado por Christian Dior, que consultaba las cartas para reconfortarse”, explicó la directora artística de la línea femenina de la firma, Maria Grazia Chiuri.

Chiuri se inspiró en los tarots de Visconti del siglo XV, unas imágenes que guían las siluetas que desfilan con vestidos de pliegues y colores que parecen haber atravesado el tiempo. El oro, trabajado en bordados, parece difuminarse y volverse mate.

Y es que el icónico diseñador lanzó su marca después de la Segunda Guerra Mundial, cuando reinaba “un sentimiento de inseguridad”, como en la actualidad, recordó la diseñadora.

Chanel fue una de las pocas casas que no renunció a su desfile y reunió el martes a sus celebridades para mostrar su colección en el Grand Palais de París, que fue retransmitido en redes, y que se convirtió en un homenaje a la alegría y la ligereza, a pesar de las circunstancias de la pandemia. La directora creativa de la firma, Virginie Viard, apostó por vestidos rectos de corte juvenil, con volumen en las faldas en colores primaverales, en una gama de pasteles y con toques de rosa fucsia y turquesa.

El vídeo -emitido en la web de la Federación francesa de Alta Costura y Moda, organizadora de la Semana de la Moda de París- arrancó con todo el elenco de modelos paseando por el Grand Palais, el emblemático edificio de finales del siglo XIX con techo acristalado donde la marca escenifica siempre sus presentaciones.

En blanco y negro, las modelos aparecían ante una carpa blanca y una pasarela circular, rodeada de pérgolas con flores y algunas invitadas: las embajadoras y rostros de la firma. ¿Una metáfora de que no hay que perder la esperanza?

Ayer fue el turno de Maison Margiela, Franck Sorbier, Fendi Couture, Viktor&Rolf y Charles de Vilmorin. Y hoy el de Aganovich, Yuima Nakazato, Christophe Josee, Aelism, Rahul Mishra, Imane Ayissi y de S.R. Studio. LA. CA.

En 1950 las clientas de la alta costura parisina se cifraban en unas 20.000 a nivel mundial, mientras que actualmente son en torno a 4.000. Pero esta bajada en número de clientela no significa en absoluto que no haya sido un buen negocio. Las coleccione s de alta costura ya no se diseñan únicamente para venderse, sino para comunicar el estilo de una enseña, crear notoriedad y un importante impacto publicitario con el que posteriormente hacen caja vendiendo prêt-a-porter, perfumes o accesorios.

Algunos creadores aseguran que la industria del lujo ya había empezado a transformarse antes del coronavirus. De momento, y tras el frenazo en la fabricación y ventas que supuso el confinamiento, el sector se ha visto obligado a replantear su modelo de negocio: desde la producción hasta la forma en la que muestra y comunica sus productos. Las estimaciones más optimistas sitúan las pérdidas de la industria de lujo a raíz de la pandemia en 35.000 millones de euros.