- El viernes se pudieron conocer a través de Netflix los cinco nuevos episodios de Memorias de Idhún, la serie de animación que, desde Gasteiz, Maite Ruiz de Austri ha creado a partir de los conocidos personajes de Laura Gallego. Seguro que mañana, como miembro de la junta directiva de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de España y poseedora de dos Goya, está muy atenta a la lectura de los nominados de estos premios, donde el cine alavés tiene muchas opciones de figurar alto. Un sector local que ella, además, representa como presidenta de la Asociación de Productores Audiovisuales Independientes de Álava (Apika). No hay descanso entre tantas ocupaciones y preocupaciones, aunque los planes para 2021 llaman a la puerta con fuerza y requieren también de su máxima atención.

¿Un 2020 muy extraño, verdad, porque en realidad ha sido un año de mucho ajetreo laboral para usted con 'Memorias de Idhún'?

-Raro, muy raro. Por una parte, he estado con Memorias de Idhún, que la pudimos terminar en septiembre a pesar de que en un momento dado nos tuvimos que ir todos a casa para trabajar desde allí como le sucedió a mucha parte de la sociedad. Es verdad que en la animación es algo habitual trabajar desde casa así que, hasta cierto punto, eso no ha sido un problema como tal. Sí ha afectado más al tema de promoción, de ir a festivales con la serie, de moverse, teniendo que optar por hacerlo todo por Internet. En paralelo no hemos parado en el trabajo en la Junta de la Academia. Todo lo contrario, creo que las reuniones online han terminado siendo más largas y más numerosas que las presenciales. Nos han cundido más (risas). Y a eso se ha unido el trabajo en Apika, que ha sido muy intenso porque en los tres últimos meses de 2020 hemos hecho todo lo previsto para un año completo con charlas, talleres, encuentros... Ha sido importante porque hemos podido traer a gente muy interesante.

¿Contenta con la recepción que ha tenido 'Memorias de Idhún', sobre todo por lo que ha supuesto de crear en Álava el equipo y hacer la serie desde aquí?

-Ha sido una experiencia muy satisfactoria en la que también he aprendido. He trabajado muy a gusto. De hecho, hacerlo con Netflix ha sido estupendo porque te dan toda la libertad pero siempre están ahí para lo que necesitas. Poder contar con un equipo de gente de aquí es algo a subrayar. Ha sido especial y ahí quiero destacar el apoyo de la Diputación. Sin su colaboración, no sé si esto hubiera sido posible. Hemos demostrado que algo así se puede hacer en Vitoria, desde aquí al mundo. Ahora que salen los nuevos capítulos, puedo decir que me gustan más porque ya los personajes han crecido, son jóvenes y la historia es un poco más adulta. A mí me gustan y creo que van a gustar.

¿Cómo se presenta 2021, teniendo en cuenta que seguimos en medio de la incertidumbre?

-Por una parte, quiero hacer el desarrollo de un proyecto de una película para niños. Es el momento de dar los pasos para ver si puede interesar, si lo podemos presentar en el Gobierno Vasco, en el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), etcétera. Pero para eso, lo primero es hacer un buen desarrollo y en eso estoy. Además, hay varias propuestas que no son de animación, que son de imagen real, sobre las que estoy hablando con gente y que están tan verdes tan verdes que ni siquiera son proyectos concretos. Pero, bueno, puede haber cosas interesantes. En paralelo está la labor en Apika, teniendo en cuenta que creo que vamos a poder vivir un 2021 muy interesante para el audiovisual alavés. Cada año, estamos viendo cómo el sector sigue sumando logros y tenemos que pensar qué pasos podemos dar para apuntalar un poco más el éxito que se está viviendo.

Es verdad que no se viene de la nada pero parece que el sector audiovisual del territorio está en un buen momento difícil de imaginar no hace tanto.

-Sí, sí. Creo que es algo que está viendo todo el mundo.

¿Pero qué se necesita, más allá de la situación generada por la pandemia, para asentar la industria del audiovisual en Álava?

-Hay una cosa imprescindible que ya tenemos, talento. Si hay eso, se puede soñar. Eso lo estamos viendo a través de gente que ésta haciendo cosas muy interesantes y, además, premiadas. Y eso rompiendo un tanto las reglas, con directores de largometrajes que vuelven al corto cuando pueden. Vamos a ver qué pasa con los Goya, pero no perdamos de vista a David Pérez Sañudo tanto con Ane como con el corto Un coche cualquiera. O mira a Paul Urkijo y Dar-Dar, el recorrido que está teniendo. Sin perder de vista a Estibaliz Urresola con Polvo somos. Podría poner más ejemplos porque hay talento. Al margen de esto, es fundamental el papel de las instituciones a distintos niveles, del ICAA, del Gobierno Vasco, ETB... De todas formas, con el ICAA ahora mismo hay un problema con la concepción que tienen del audiovisual y del cine que nos ha llevado, por ejemplo, a lo que nos pasa en animación, que hay cero películas españolas en estos momentos.

En este sentido, ¿qué caminos sería bueno recorrer o abrir?

-Para empezar, que siga lo que nos ha dado un poco de vidilla estos últimos años, es decir, las ayudas tanto del Ayuntamiento de Vitoria como de la Diputación de Álava. Han sido y son fundamentales, no tanto en cuanto a la cantidad de dinero, sino en lo que suponen de soporte, de espaldarazo, sobre todo para quien está empezando. Ahí también hay una cuestión referida a la fiscalidad que tenemos que ser capaces de afrontar entre todos. Además, necesitamos la complicidad de ETB, que sea una televisión que compre y que entre en los proyectos. En algunos casos ya lo está haciendo y es básico que eso vaya a más. En este sentido, sería bueno, asimismo, que apostase por series de aquí y que cuente con empresas productoras de Álava. Eso generaría más trabajo y asentaría a los equipos técnicos. También es imprescindible que el Gobierno Vasco siga mirando al sector como lo está haciendo de un tiempo a esta parte. Es decir, necesitamos que las instituciones a nivel del País Vasco sigan haciendo lo que vienen desarrollando porque vamos bien enfocados. Pero a nivel estatal necesitamos un golpe de timón en el ICAA. No se está llevando el audiovisual a su dimensión industrial, sino que nos hemos quedado en el rollo de amigos, de comisiones que no sabes quién compone... Ahora mismo, por ejemplo, el Ministerio de Cultura ha sacado una normativa antitransparencia por la que no puedes presentar alegaciones ni puedes preguntar nada en las convocatorias de ayudas.

¿Pero es un problema de falta de interés, algo premeditado o qué?

-Es absoluto desconocimiento. Cuando mezclas eso con el poco interés, tienes lo que nos estamos encontrando. Por ejemplo, como te decía antes, a los Goya solo hay una candidata a mejor película de animación, que además es una coproducción con Argentina.

Estamos en época de premios y hay producciones alavesas que tienen bastantes posibilidades de conseguir cosas importantes, pero también estamos en un tiempo de pandemia con las salas de cine con aforos muy reducidos, con muchos problemas para la distribución, con... ¿Con qué nos quedamos?

-Sabes lo que pasa, que hemos cambiado el paradigma. Ya estábamos en ese camino y la pandemia ha ayudado a darle el empujón definitivo. Ahora hay rodajes y se hacen películas. La situación no es peor que antes, más o menos. Las que realmente están sintiendo la pandemia son las salas de cine. ¿Qué pasa ahora con su papel dentro de la comercialización del sector? Antes, y esto lo explicaba muy bien Elías Querejeta, una película tenía tres fuentes de financiación: 30% de las salas, 30% de las televisiones, y 30% de las ventas internacionales. Pero poco a poco, en estos años, las salas de cine han ido perdiendo peso en este sentido. Se han convertido, un poco, en el reclamo que necesitas para que una televisión te compre la película. Su relevancia dentro de la financiación de un filme ha pasado a ser residual. Pero con la pandemia, todo esto se ha acelerado. Ya no hace falta ni siquiera estrenar en los cines. Incluso el papel de las propias televisiones está cuestionado. Las grandes plataformas han llegado y han cambiado el escenario. Vamos a ver qué pasa con el papel de las televisiones nacionales porque en muchos casos va a ser más interesante acudir a la plataforma digital. Esto dibuja un panorama en el que todo el negocio de películas y de series va a pasar por esas plataformas, con lo que la película pequeña va a tener más problemas en cuanto a las fuentes de financiación. Por eso es tan importante lo que está en manos de las instituciones públicas, porque tienen la capacidad de decir: esto es cultura y vamos a hacer que puedan darse nuevas apuestas que no dependan tanto del gusto de una gran plataforma. Lo distinto, lo nuevo, lo pequeño, lo más artístico tiene más problemas para salir adelante y ahí es básico el trabajo de los gobiernos, de lo público.

En esa implicación imprescindible de las administraciones, ¿cuando Apika va dando pasos, encuentra respuesta?

-De momento sí. Por ejemplo, ahora mismo ha habido un cambio en los equipos tanto de Gobierno Vasco como de ETB. Con el Ejecutivo ya hemos hecho el primer contacto y me ha gustado lo que he visto. Creo que se podrá hablar y hacer cosas. Con ETB tenemos que estar todavía, aunque sí creo que deberíamos ser capaces de dar pasos. Es un presupuesto muy importante el que maneja el ente y su peso dentro del sector es fundamental.

¿Teme que la pandemia se convierta en la excusa para, en algunos ámbitos institucionales, tomar decisiones que paralicen al sector, que volvamos a aquello de que "hay que atender otras prioridades más importantes" y la cultura vuelva a ser la última de la fila?

-Pero esto que dices lo comentó el ministro de Cultura hace unos meses cuando apuntó aquello de que lo primero era comer y luego el cine. Como si la gente de esta industria no comiese, ni generase riqueza. Es más, si miras a lo que está pasando durante la pandemia verás que el consumo cultural ha subido mucho. Igual resulta que es un buen sector en el que invertir. No nos vayamos lejos, vamos a quedarnos en Vitoria. Cada vez que hay un rodaje entra dinero también en otros ámbitos más allá del audiovisual, como la hostelería, por ejemplo.