Dirección y guión: Grégory Magne. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Grégory Montel, Gustave Kervern, Zelie Rixhon Y Sergi López. País: Francia. 2019. Duración: 100 minutos.

ntre Perfumes y Yo anduve con un zombie (1943, Jacques Tourneur), se produce un significativo maridaje. En la película clásica, en expresionista blanco y negro, ante la fascinación que provoca el brillo de las aguas nocturnas del mar, se le hace comprender a un personaje, y con él a quien observa el filme, que esa luminosidad encierra un funesto sentido, ese relámpago de belleza visual emana de la muerte de miles de peces, es el rastro de esos cadáveres. En Perfumes, como la cosa va de olfato y narices, se (nos) explica que el agradable aroma a hierba cortada se produce por una defensa instintiva provocada por la propia vegetación que libera enzimas para ahuyentar lo que creen es el voraz ataque de unos insectos que la devoran. Ese aroma surge del temor a la muerte. En ambos filmes se nos recuerda aquello de que la belleza es la última máscara de lo siniestro. Sin llegar al relato de muertos vivientes, dado que en Perfumes el tono es el del melodrama amable y la comedia adulta, Grégory Magne forja una road movie con dos personajes heridos. Uno es un buscavidas divorciado que busca no perder la admiración de su hija pre-adolescente. La otra se nos aparece como una creadora de perfumes de alta gama que pasa por horas bajas, aunque sus aires de diva permanecen.

Como en Green Book (2018), Perfumes desarrolla la difícil relación entre una estrella y su chófer. De esa disparidad de orígenes, situación y filiaciones, aquí bien asumidos por Emmanuelle Devos y Grégory Montel, surgen chispas, roces y goces con los que se desarrolla un viaje iniciático que terminará por mejorar a ambos.

La originalidad de Perfumes nace del oficio de su principal personaje y de las peculiares características de su conductor, un superviviente náufrago sentimental de una relación quebrada de la que todavía siguen sin cerrar sus cicatrices.

Ambos son zombies en un mundo que les ha orillado. Ambos presentan síntomas de un desarreglo emocional -¿y quién no?- por lo que, en su reflejo mutuo, Magne reescribe una historia mil veces contada por el cine. No por previsible y amable carece de interés. Evidentemente blanda, dibujada con pulcritud y oficio, hay en Perfumes ese toque atemporal de lo clásico, de lo que perdura sin incomodar y sin estremecer.