n ningún momento ha habido dudas. La idea ha sido clara: si las normativas con respecto a la pandemia lo permiten, el certamen no va a faltar a su cita anual con el público. Desde esa base, el festival 150 Gramos ha dado los pasos acostumbrados, como la apertura de la convocatoria a artistas y compañías, hasta llegar al final del camino, un amplio y variado programa que entre mañana y el miércoles se va a traducir en una docena de piezas de teatro, danza, performance y títeres. Eso sí, hay un cambio importante con respecto a todas las entregas anteriores. El coronavirus impide llevar a cabo las representaciones en un mercado de barrio, por lo que toca hacer mudanza, siendo el destino elegido el centro cultural Montehermoso, que va a habilitar cinco de sus estancias para la ocasión. Hay que amoldarse porque quedarse quieto no es una opción. Así lo entienden El Mono Habitado y Pez Limbo, los dos grupos gasteiztarras que están en el origen, el motor y el alma de esta apuesta.
Es verdad que la pandemia y todo lo que implica podrían dar suficientes motivos para dejar en barbecho la idea por un año, pero “realizar 150 Gramos nos aporta mucho, somos muy felices haciéndolo. Además, vemos a la gente, las reacciones, que le gusta. La respuesta es muy buena cada vez. Creemos en esto que hacemos”, apunta Edu Hernando (Pez Limbo), al tiempo que describe que “a poner en pie esta edición también nos ha movido el compromiso con el sector, el impulso de poder aportar, en lo que está en nuestra mano, a la hora de programar”. Esa doble motivación, compartida con Raúl Camino y Begoña Martín (El Mono Habitado), parece que ha encontrado un eco destacado.
De hecho, en lo que respecta a la convocatoria abierta a finales de agosto para tomar parte en esta novena entrega, el certamen ha recibido más propuestas que otros años. “Es lógico también porque hay poca programación en muchos sitios pero hay mucha gente con la necesidad de trabajar”, a lo que se ha unido que esta vez “hemos podido conseguir algo más de dinero para las piezas que venían”. Lo cierto es que, a pesar de la incertidumbre, “nadie ha preguntado si lo íbamos a hacer o no, pero sí hemos recibido muchos mensajes de felicitación por llevarlo a cabo”, más allá de que “este año nos está dando mucho trabajo; programar en estos momentos es tener claro que el esfuerzo se multiplica”.
Pero que la decisión de ir hacia delante es un acierto también se constata en la propia reacción del público. Casi desde el primer instante en el que se puso en marcha la venta de abonos y entradas, el ritmo ha sido imparable. “Nos lo estamos currando mucho tanto las compañías como los programadores y el público, y entre todos estamos haciendo para que la idea de que la cultura es segura haya calado y sea cierta”. En este sentido, hay que recalcar que esta mudanza a lo alto de la colina motivada por el covid-19 tiene una consecuencia clara y directa: “la gente que venga se va a sentir segura” en una cita que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Vitoria y el Gobierno Vasco.
El propio Hernando describe que “siempre que he ido al teatro después del confinamiento he entrado tranquilo. Pero somos conscientes de que hay espectadores que no van a venir, que han acudido otros años pero que ahora han decidido no hacerlo, más que nada porque no están acudiendo a nada. Eso no lo puedes perder de vista y tienes que saber ir ganando a cada una de esas personas poco a poco. Es un proceso que tenemos que hacer entre todo el sector, espectador a espectador. Porque tenemos que conseguir que quien no lo tiene claro, venga a un acto cultural, vea seguridad y sienta que puede repetir en la próxima ocasión. Es una labor de persona a persona. El miedo es de cada uno y es perfectamente comprensible que se tenga cuando, además, todos los días en todos los medios las noticias son las que son. Sabiendo eso, respetando al público, y aplicando las medidas de seguridad e higiene, nuestro objetivo es tentar a la gente porque sabemos que cuando vea cómo se están haciendo las cosas, volverá”.
De todas formas, hay dos ejes básicos que desde el inicio siempre han caracterizado a 150 Gramos. Por un lado, ser un espacio para las producciones de pequeño formato y duración, para esas propuestas que vivir en aforos muy pequeños y de una manera íntima, cercana. Por otro, llevar a cabo este propósito en mercados de barrio para sacar al público de los escenarios habituales y reivindicar estos lugares como vertebradores de un tipo de comercio, de un modelo de relación social y de desarrollo vital.
La primera parte se va a poder mantener este año aunque con algunos condicionantes derivados de la necesidad de guardar distancias y otras cuestiones propias de la pandemia. Pero la segunda va a ser imposible, de ahí el traslado a Montehermoso desde el Mercado Gorbea-Zaldiaran, sede de las últimas ediciones. “Que íbamos a hacer el festival estaba claro, pero sí hemos tenido más conversaciones sobre el lugar. Para empezar porque hace meses pensábamos que la situación ahora sería mejor, por ejemplo”.
A eso se une el hecho de que estos espacios están en un retroceso frente al que el certamen quería aportar su grano de arena, aunque cierres como el del mercado de Coronación o el proceso de venta del de Zaramaga dibujan un panorama bien distinto. “Es un modelo que nos parece maravilloso pero que se va a terminar. En las últimas elecciones municipales, varios grupos políticos hablaron sobre el apoyo a los mercados de barrio, pero eso se ha quedado ahí”, comenta Hernando, que es consciente de que 150 Gramos “igual sí puede perder algo de esencia en lo que al lugar de celebración se refiere esta vez, con respecto a ese aire un tanto underground que se genera en el mercado y que hace que estés más metido en la obra que en un teatro al uso, aunque las condiciones para ver sean peores”.
Habrá que ver, de todas formas, lo que sucede dentro de doce meses y si el festival vuelve a los lugares en los que nació. La palabra incertidumbre, de hecho, sigue siendo protagonista de la escena creada por el covid, una pandemia que las artes escénicas en particular y la cultura en general están sufriendo de manera importante.
“Tengo esperanza sobre el futuro de artistas y compañías, pero la clave va a estar en cómo transcurra 2021, en qué va a suceder con las administraciones públicas y sus presupuestos. La crisis económica de 2008 fue tan gorda para el sector escénico porque éste depende mucho de las instituciones. Lo que vaya a pasar ahora va a estar en función del talante que tengan las administraciones, sobre todo las municipales, hacia la cultura. Con todo lo que estamos pasando, las administraciones deberían ver que necesitamos empatizar con otros humanos, siendo el arte una herramienta muy buena para ello. Si las instituciones se dan cuenta de que necesitamos la cultura, de que somos cultura, y la colocan como un bien de primera necesidad, de esto podremos salir más o menos, o, por contra, vivir una catástrofe”, reflexiona Hernando, que apuesta por la unión de las gentes del sector “para frenar ese discurso, todavía muy presente, de que la cultura es prescindible”.
A la espera de ver cómo se van desarrollando los acontecimientos y la propia pandemia en sí, lo cierto es que el festival 150 Gramos vuelve a celebrarse, lo que ya es una gran noticia. Un certamen que lunes, martes y miércoles llenará lo alto de la colina de emociones, risas, vivencias, sentimientos, reflexiones y muchos momentos irrepetibles.
‘El primero’. La Compañía Ensemble ofrecen esta pieza teatral sobre el mundo laboral a las 17.40, 18.30, 19.20 y 20.10 horas.
‘Morituri te salutant’. Raíces Aéreas une teatro, danza y performance en esta obra sobre el tiempo que se verá a las 17.45. 18.35, 19.25 y 20.15 horas.
‘Titiriscopio’. Arawake ofrece este montaje de solo 4 minutos en un amplio horario entre las 17.35 y las 20.40 horas. En total, serán 15 pases.
‘Miñaxoia’. Clara Ferrao Diz bailará a las 17.30, 18.20, 19.10 y 20.00 horas.
‘Souvenirs’. Una de las compañías residentes del festival, El Mono Habitado estará con el público a las 18.10, 18.50, 19.35 y 20.20 horas.
‘Con los pies por delante’. La pieza de Ékoma se verá a las 17.40, 18.25, 19.20 y 20.10 horas.
‘Fósforos. Momentos de vida’. Propuesta sin texto de Fósforos que se compartirá a las 17.50, 18.40, 19.30 y 20.25 horas.
‘Carretería’. Propuesta de danza a cargo de Tangel/Benzal que se representará a las 17.30, 18.20, 19.10 y 20.00 horas.
‘All gifts’. Hannah Whelan realizará su nueva propuesta a las 17.50, 18.35, 19.25 y 20.15 horas.
‘Itsas behera’. La otra compañía residente del festival, Pez Limbo, actuará a las 17.40, 18.25, 19.20 y 20.10 horas.
‘Algo grande’. La Única compartirá la obra de teatro a las 17.30, 18.20, 19.10 y 20.00 horas.
‘Dosis’. La pieza de danza de Unaiuna se verá a las 18.00, 18.50, 19.40 y 20.30 horas.
Taquilla. La venta, de quedar todavía espacios libres, se realizará en la primera planta de Dendaraba los días 28, 29 y 30 de 11.00 a 13.00 horas.