eil Young acaba de publicar la nueva edición de su obra maestra After the gold rush (Warner. Reprise), con el añadido de un inédito, cuando se cumple medio siglo de su edición original. Recibido con indiferencia, incluso con la aversión de la crítica, el tiempo lo ha puesto en su sitio, entre las obras más perdurables del músico canadiense gracias a canciones convertidas en himno, caso de la dulce balada Only love can break your heart y la eléctrica Southern man.
No lo tuvo fácil Young, un músico ya curtido en 1970 tras su paso por Buffalo Springfield y su asociación con Crosby, Still and Nash, cuando publicó After the gold rush. El disco ahora reeditado, disponible solo en compacto y en digital y a la venta en vinilo en 2021, es considerado como una de las obras maestras del rock, pero en su día fue rechazado de plano. Medios de prestigio como la revista Rolling Stone se cebaron con él, al tildarlo de gris y señalar que no existían motivos para “engañarse” y pensar que “ofrecía buena música” en sus once canciones.
El álbum, el tercero bajo su nombre, se publicó el 19 de septiembre de 1970, con un Young que no estaba en su mejor momento personal, aunque ya había escrito himnos como Cinnamon girl, Down by the river y algunos del compartido Deja vu. La heroína planeaba sobre él y su grupo, Crazy Horse; coincidió con la separación de su primera esposa, Susan, y su posterior retiro en Ontario, y con unos problemas de espalda que le condujeron a su hospitalización posterior. Él mismo ha reconocido que grabó Harvest, su disco posterior y su segunda obra maestra, con un braguero.
Ya sin la producción del alucinado Jack Nitzsche, alumno aventajado hasta en las locuras del mítico Phil Spector, que solo tocó el piano, Young parió el disco en varias sesiones, una en estudios profesionales de Los Ángeles. Disconforme con el resultado, se redondeó en Topanga Canyon, la casa del canadiense, tras hacerse con una mesa de grabación. Contribuyeron unos Crazy Horse remozados a los que sumó el jovencísimo Nils Lofgren, guitarrista actual de Springsteen y que, curiosamente, solo tocó el piano; colegas como Stephen Stills, Crosby y Nash, y luminarias emergentes que hicieron coros como James Taylor y Linda Ronstadt.
After the gold rush ofrece un repertorio de contrastes, dispar estilísticamente, que viaja de las baladas sentidas y lideradas por pianos y coros dulces pero estremecedores a las (más contadas) furibundas galopadas eléctricas de Crazy Horse. Se abre con el folk acústico y desnudo de Tell me why, en el que Young canta “estoy solo, pero puedes liberarme”, y ofrece varios himnos imperecederos del canadiense, empezando por el tema que le da título.
La canción titular es una bellísima pero amenazadora fábula ecológica al piano y con un delicado puente orquestal. En él, Neil canta “el sol estalló en el cielo”, y se refiere a “una naturaleza en fuga” por la actuación humana. Su visión apocalíptica sigue viva en 2020, como prueba el cambio de letra en algunos conciertos recientes, que ubican esa fuga de “la Madre Naturaleza” en el siglo XXI.
Otra de las canciones inolvidables del álbum es Only love can break your heart, baladón de estribillo magnético que parece ser fue escrito para Nash tras su separación de Joni Mithchell. “Solo el amor puede romper tu corazón. ¿Y si el mundo se derrumbara?”, canta Young mientras crea un clásico sobre la fragilidad del amor y el dolor que acarrea su pérdida. No le va a la zaga en lirismo y delicadeza Don’t let it bring you down, otra balada marcada por la desolación del piano lastimero y de su voz aguda y desvalida. “No dejes que esto te derrumbe, solo son castillos en llamas”, escribió.
Disco de cálido y pausado country-rock que ofrece una versión del estándar folk Oh, lonesome me y piezas secundarias como Birds o I believe in you, apenas deja espacio a las tormentas eléctricas de Crazy Horse, que solo se desatan en Southern man y When you dance I can really love. La primera, que tuvo su respuesta por parte de Lynyrd Skynyrd con Sweet home Alabama, es un alegato contra el racismo del sur blanco, que asentó su riqueza en la esclavitud negra. En la segunda, la electricidad furibunda se libera en un tema sobre el poder del amor, “una montaña que crece, un río que rueda”. La reedición se completa con dos versiones del inédito Wonderin, que se quedó en un cajón. Lógico, la chicha estaba en el resto de las sesiones.