- Vasily Kandinsky trató de pintar vinculado al mundo espiritual, con formas y colores relacionados con emociones concretas, unos colores vibrantes que podrán verse a partir de hoy en los 62 cuadros de la exposición del artista ruso en el Museo Guggenheim de Bilbao. Kandinsky, abierta al público hasta el 23 de mayo de 2021, recorre la vida y la obra del precursor de la abstracción y uno de los principales renovadores de la pintura de comienzos del siglo XX. “Trató de pintar de otra manera, sin ningún vínculo al mundo natural, sino al espiritual. Esto siempre fue lo más importante para él”, explicó ayer la curadora de la pinacoteca Lekha Hileman. “En sus obras siempre vemos algo que incluye su gesto, algo muy personal, y por eso sigue siendo, cien años después de sus primeros trabajos, alguien tan importante”, subrayó.

La muestra cuenta con 62 obras, la mayoría pinturas, aunque también hay algunos grabados y tres acuarelas sobre papel, procedentes de los fondos de la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York. La exposición se divide en cuatro secciones. Arranca con sus comienzos en Múnich, en la primera década del siglo XX, donde empieza a explorar las posibilidades expresivas del color y la composición. Sus más tempranas obras son paisajes con influencias postimpresionistas. Grupo con miriñaques (1909), donde recoge una escena de la sociedad de París, representa su transición al mundo abstracto, aunque Líneas negras (1913) es la que se considera su primera obra abstracta.

El estallido de la Primera Guerra Mundial obligó a Kandinsky a abandonar Alemania y regresar a su Moscú natal, donde la vanguardia busca formular un lenguaje universal a través de las formas geométricas. Posteriormente, Kandinsky formó parte del elenco de docentes de la Bauhaus, la escuela alemana de arte y diseño aplicado, aunque tuvo que abandonar el país en 1933, debido al ascenso del nazismo, y se trasladó a las afueras de París, donde se vio influenciado por el surrealismo.

Un aspecto particular de la muestra es que las dos obras que abren y cierran el recorrido han sido seleccionadas teniendo en cuenta la situación que el planeta está viviendo debido a la pandemia. La montaña azul (1908-1909), con el caballo y el jinete en el centro y con colores primarios muy vivos, es “un símbolo de la esperanza”, según Hileman.

Este “sentido de esperanza” presente en muchas de las creaciones de Kandinsky también se observa en Alrededor del círculo (1940), “muy brillante y dinámica”, realizada cuatro años antes de su fallecimiento, y en la que hay un “sentimiento de esperanza”, aunque el artista atravesaba “un momento muy difícil de su vida”.