os Rodríguez, el grupo que se inventó Andrés Calamaro con los exTequila Ariel Rot y Julián Infante, cumplirían su trigésimo aniversario este mes si no se hubieran disuelto. Eso sí, su breve recorrido discográfico sigue vivo en el Olimpo del rock en castellano gracias a su maestría para pergeñar estribillos gloriosos exprimiendo las guitarras de The Rolling Stones y coloreándolas con aires mexicanos, milongas, salsa, flamenco y son. Sus supervivientes editan ahora un concierto grabado en Las Ventas, en formato CD y DVD. "Fueron los mejores años de mi vida", reconoce Calamaro.
"El grupo se fundó el 28 de septiembre de hace 30 años, en Barajas, y tocamos inmediatamente en La Nave. Estábamos muy bien, tocando por toda España y funcionábamos con una auténtica banda de ladrones, además de como una familia que vivía prácticamente junta. Nuestros ahorros no llegaban a 900 euros y los habíamos invertido en equipo", recuerda Calamaro en una rueda de prensa virtual organizada con motivo del lanzamiento del disco en directo En Las Ventas, 7 de septiembre 1993 (Warner), en la que parafraseando a sus colegas de Gabinete Caligari, se ofrecieron "con torería y valor". Y Calamaro con montilla en las primeras canciones.
La historia de Los Rodríguez fue breve, apenas cuatro discos y un directo, pero la supervivencia de su repertorio resulta incuestionable. Estuvieron liderados por la voz y los teclados de Calamaro, aunque el jefe musical fuera el exTequila Ariel Rot, que compartía guitarra con otro ex de la banda juvenil, Julián Infante. La cuarta pata fue el contundente batería Germán Vilella. ¿Y el bajo? Fueron entrando y saliendo; del cotizado músico de sesión Daniel Zamora a Guille Martín y Candy Caramelo. "Cualquiera podía haber sido el bajista oficial", según el argentino.
El disco en directo recoge la actuación que el cuarteto ofreció en la plaza de Las Ventas el 7 de septiembre de 1993, ante 10.000 personas. Lo curioso del caso es que Los Rodríguez eran los teloneros de la velada, liderada por el exAlarma Carlos Tena, un número uno en la época gracias al éxito de su disco Sangre española. "El artista principal era Manolo, habíamos hecho una gira juntos y le teníamos mucho afecto", recuerda Calamaro desde su confinamiento en Buenos Aires. Por su parte, Ariel destaca "lo bien que ha resistido el tiempo", una "vigencia" que han acrecentado los años. "Ninguno se acuerda exactamente de los pormenores de esos días, pero el concierto fue el más importante", según el guitarrista.
El disco de Las Ventas cogió a Los Rodríguez en la mitad de su carrera, con solo dos discos grabados y, para más inri, sin registrar todavía el que fuera su mayor éxito, Sin documentos. A pesar de ello, la noche resultó incuestionable dada la madurez de unos músicos muy creativos, curtidos en múltiples batallas previas y que funcionaban como un ejército dispuesto a todo, bien fuera sobre un escenario o en la barra de un bar.
Y luego estaban las canciones. Faltaban todavía en su repertorio Mi rock perdido,Me estás atrapando otra vez, Milonga del marinero y el capitán o Mucho mejor (irresistible junto a Coque Malla), pero ya sobresalían éxitos inolvidables como Sin documentos, Dulce condena, Salud, dinero y amor, A los ojos, Me estás atrapando otra vez,Engánchate conmigo, Canal 69 o su versión de Sábado a la noche, de Moris, originalmente grabada con el apoyo instrumental de Tequila.
Todas canciones incuestionables, hits eternos que hoy se siguen cantando, coreando, y que nos emocionan como el primer día. Temas alimentados por la savia de múltiples referencias, de Frank Sinatra a Chavela Vargas, pasando por los inevitables Stones y The Allman Brothers Band. "Si no nos hubiésemos separado, hubiéramos evolucionado instrumentalmente hacia los Allman Brothers. Cosas más complejas instrumentalmente, pero algunas historias son cortas. No fuimos nunca Pink Floyd, empezamos con 700 euros y terminamos como los mismos", rememora Calamaro. Julián Infante aceleró demasiado y patinó. "Estaba lesionado por los hábitos. Era una generación muy castigada, acabamos relativamente bien del coco, dentro de lo posible", apostilla.
Andrés recuerda la época, de 1990 a 1996, como la más feliz de su vida. "Fue una locura, nos reíamos mucho", explica. Ariel reivindica "cualquier tarde ensayo, las vueltas en furgoneta tras los conciertos y trabajar sin presión". ¡Ah, la juventud y vivir el trabajo en familia! "Estábamos muy en forma porque ir al local a ensayar era nuestra religión, un refugio, Cuatro horas allí y luego otra en el bar", explica Ariel, que respecto a las expectativas de reunión de Los Rodríguez supervivientes tras grabar Princesa en el disco homenaje a Sabina, indica que "todo se hizo sin planificación y, si nos volvemos a juntar, lo haremos lo mejor posible; siempre fue así". ¿La fiesta terminó, como decía su canción Mi enfermedad?.