- En este año atípico en todos los sentidos, el ya tradicional ciclo Clásicos de Verano de la compañía gasteiztarra Ortzai comenzó antes de lo previsto. Cuando la desescalada permitió volver a los teatros, su sede de la calle Pintorería arrancó con las representaciones de Las azarosas andanzas de dos pícaras pellejas, obra que se pudo ver entre mediados de junio y principios de este mes. Fue el primer paso para intentar recuperar algo de lo perdido, dándose el segundo desde el pasado día 10 con el estreno de la comedia Una cadena al tobillo, de Georges, Feydeau, que de manera ininterrumpida se está pudiendo ver cada día a las 19.00 horas.

Eso sí, todo principio tiene un final y el programa ya mira a sus últimas representaciones, que se producirán, a la misma hora, tanto hoy como mañana y el lunes, que será cuando, de manera definitiva y salvo cambios de última hora, se baje el simbólico telón. Todo ello en un espacio que, como cabe recordar, también se ha acondicionado a todas las medidas de seguridad e higiene que vienen marcadas por la aparición del covid-19, normativas que, por ejemplo, han reducido el aforo a 26 personas por cada pase. Todavía, de todas formas, queda alguna entrada disponible para poder acudir a esta despedida.

"Ante lo que nos está ocurriendo, queremos hacer reír porque la risa es terapéutica" decía el fundador, director y actor de Ortzai, Iker Ortiz de Zárate, antes del estreno de esta nueva producción, y con ese objetivo se han vivido las tres últimas semanas en la casa del grupo. Para ello se está compartiendo con el público un montaje de una hora y tres cuartos de duración -sin descanso- en la que los enredos se van sucediendo uno tras otro. "Es un reto para los actores y las actrices porque es un montaje que les exige estar muy afinados y rápidos", máxime en este maratón de representaciones que ya termina.