lamada a rescatar la taquilla mundial hundida por la crisis del coronavirus, Tenet, la undécima película de Christopher Nolan, llegará el próximo miércoles 26 de agosto a las salas españolas, después de sucesivos aplazamientos y en medio de una fuerte incertidumbre.
Como en su día sucedió con Spielberg, Nolan (Londres, 1970) representa como pocos cineastas en la actualidad la capacidad de aunar el entretenimiento de masas con la personalidad artística expresada, en su caso, a través de enrevesadas tramas y personajes oscuros y de gran complejidad psicológica.
La gran diferencia es que el británico ha llegado a Hollywood en la era de los presupuestos mastodónticos. El de Tenet ha rondado los 200 millones de dólares, lo que convierte este primer estreno de una superproducción tras la irrupción de la covid-19 en una apuesta de alto riesgo.
Y es que la pandemia amenaza con poner la puntilla al reinado de los estudios de Hollywood, ya tocado por la irrupción de las plataformas y, en menor medida, por la sacudida del #Metoo.
Todas las esperanzas de la industria están puestas en Nolan. Batman Begins (2005), la primera película de una trilogía que revolucionó el cine de superhéroes y logró el respaldo unánime de la crítica, recaudó 370 millones de dólares. Las siguientes llegaron aún más lejos. El caballero oscuro (2008) superó los 1.004 millones de dólares y El caballero oscuro: la leyenda renace (2012) alcanzó los 1.081 millones.
Sus últimas películas también han sido auténticos fenómenos de crítica y público. Origen (2010), un filme de ciencia ficción metafísica en torno al mundo de los sueños, nominada al Oscar a mejor película y mejor guion original, sumó más de 829 millones de dólares en todo el mundo. Interstellar (2014), una aventura espacial inspirada en las teorías sobre los agujeros negros y los viajes en el tiempo, superó los 677 millones y Dunkerque (2017), que llevó el cine bélico a una escala intimista, 526 millones.
Ahora llega Tenet (2020), protagonizada por John David Washington (Infiltrado en el KKKlan), un thriller de espías con un personaje llamado Protagonista que usa su habilidad para revertir el tiempo y desentrañar una conspiración criminal. Con esta película, Nolan parece confirmar su empeño en recorrer el abanico de géneros cinematográficos a la vez que mantiene sus temas y tratamientos favoritos.
Fragmentación narrativa, la obsesión por el tiempo y la memoria, antihéroes atrapados en el laberinto de su propio subconsciente, individuos solitarios que se cuestionan su identidad y se enfrentan a su lado oscuro... Nolan es exigente con el espectador, le obliga a prestar atención para recomponer el puzzle, aún cuando eso exija varios visionados. A cambio, ofrece una montaña rusa de giros inesperados que dejan al público boquiabierto.
Considerado un mago del cine, Nolan no se formó en esta disciplina sino en Literatura Inglesa, lo que puede explicar su obsesión con los guiones, coescritos con frecuencia junto a su hermano Jonathan (Memento, El caballero oscuro, Interstellar), creador de la serie Westworld.
Algunos de sus trucos favoritos -giros de guion, personajes muy diferentes de lo que aparentan, la incertidumbre y la complejidad psicológica- los desplegó ya en su debut en 1998 con el filme Following, una producción de apenas 6.000 dólares.
Su siguiente película, Memento, una historia de venganza de un hombre atormentado por una pérdida, contada en orden inverso dado que el protagonista es amnésico, se convirtió en título de culto de forma casi inmediata.
A continuación dirigió a Al Pacino, Robin Williams y Hilary Swank en una versión de la noruega Insomnia, antes de lograr la consagración total con su nueva visión sobre Batman de la mano de Christian Bale.