- El colapso noquea al espectador con su hiperrealismo de un mundo que se derrumba “repentina y brutalmente”. “Hay muchos pequeños colapsos y no somos conscientes de que todo el sistema está en riesgo de ruptura”, señalan Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto, los tres artistas que forman el colectivo francés Les parasites (Los parásitos), que está detrás de una de las series del momento. Una historia que podría comenzar hoy mismo. El mundo se queda sin gasolina, sin alimentos, sin electricidad. Y eso hace salir lo mejor, pero principalmente lo peor de cada uno. Eso es lo que cuenta El colapso. Ocho capítulos de poco más de 20 minutos, rodados cada uno en un único plano secuencia, que se pueden ver en Filmin, donde esta serie se ha convertido en objeto de culto y de debate en las redes sociales.
¿Cuál es el origen de la serie?
—Hace ya años que nos interesaba la idea del colapso de la sociedad, un asunto que nos fascinaba y nos daba miedo al mismo tiempo. Cuando comenzamos a pensar en la serie, no era un tema tan mediatizado como ahora. La idea estaba ahí, pero nunca habíamos escuchado la palabra colapsología. Básicamente, queríamos hacer esta serie solos, autoproducir todo y presentar los episodios en nuestro canal de Youtube, Les Parasites. Tuvimos la idea de escribir una serie en seis episodios, uno de los cuales sería un plano secuencial. Primero filmamos ese episodio, el de la gasolinera, con un equipo de voluntarios. Se lo presentamos a Canal+, les gustó y quisieron producir la serie. ¡Así que reescribimos todos los episodios para que fueran grabados con un plano secuencia!
¿Qué querían contar y por qué?
—Queríamos mostrar la fragilidad del sistema y nuestra dependencia del mismo. Vivimos en un mundo que solo cree en el crecimiento infinito. El IPCC (el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) nos recuerda constantemente que los desafíos a cumplir son titánicos para preservar la civilización humana y la vida en la Tierra. Y no se hace nada importante. Peor aun, vemos la aparición de gobiernos cada vez más autoritarios cuyo objetivo es conservar nuestros privilegios a cualquier precio mientras que algunos de los mayores contaminadores del mundo dan marcha atrás en sus compromisos.
¿Es la serie una forma de advertir hacia dónde vamos?
—Claramente sí. Como autores, sentimos el deber de construir nuevas historias para participar en una transición más que necesaria. Creemos en el poder de las historias y el cine. Intentamos sumergir a los espectadores en una realidad lo más cercana posible a lo que los expertos predicen para las próximas décadas y que ya está presente en muchos países. La serie provoca ansiedad intencionadamente. Tenemos el deseo de que pueda darnos una bofetada falsa colectiva antes de recibir la bofetada real que será el colapso. Y para anclar la ficción lo más posible en nuestra realidad y hacernos reaccionar, hemos situado los episodios en lugares de la vida cotidiana, como una gasolinera, un supermercado, una residencia de ancianos, etc.
La serie se hizo antes de que el coronavirus irrumpiera en nuestras vidas. ¿Qué opinan de quienes les llaman visionarios?
—Los visionarios son los colapsólogos que han estado advirtiendo durante décadas (como el informe Meadows Los límites del crecimiento, de 1972) sobre los peligros que estaban por venir. Nosotros nos hemos alimentado de sus trabajos y hemos tratado de transformarlos en historias de catástrofes, con nuestra visión. Esperamos que todo lo que está pasando ayude a alertar sobre los defectos de nuestra civilización. Desafortunadamente, parece que una vez pasado este periodo, nuestro mundo vuelve a lo normal, al business as usual, como dicen los ingleses: el mundo de después parece el mismo que el de antes. Pero estamos contentos de ver que este período también ha mostrado muchos comportamientos positivos. Hubo momentos maravillosos y han señalado a las personas realmente esenciales, como las enfermeras/os, recolectores/as de basura, etc. Lamentamos la ausencia y la infravaloración de todas esas personas en nuestros medios de comunicación. Además vemos que las dificultades se amplían donde ya existían y que, muy a menudo, son los lugares donde hay mayores desigualdades. La covid-19 también ahondó en este problema al mostrar que conseguir una mascarilla, refugiarse en el campo, conseguir provisiones, es un lujo reservado para una élite. La solidaridad ha funcionado a nivel local, pero ¿qué pasa con las batallas y la licitación entre los países ricos para apropiarse de las existencias de máscarillas disponibles? ¿Dónde estaba y dónde está la necesaria solidaridad mundial para crear un mundo sostenible? Con suerte, la pandemia habrá hecho que la gente se dé cuenta de que el sistema no puede ser tan fuerte como parecía. Ahora hay que hacer que esa concienciación dure y se transforme en acciones concretas.
¿Qué puede causar el colapso de nuestra sociedad?
—Hay múltiples factores, interconectados entre sí, que podrían causarlo. Creemos más en una lenta erosión del sistema y muchos colapsos pequeños. Si en la serie es un colapso repentino y brutal, fue para servir a la narración. Más allá de los conflictos políticos y las pandemias, la muerte de los ecosistemas, los plásticos ubicuos, los incidentes nucleares, la contaminación atmosférica, la de los ríos y las aguas subterráneas y una lista tan larga y aterradora de problemas por resolver, la Humanidad tiene una espada de Damocles sobre su cabeza llamada cambio climático. En unas pocas décadas, miles de millones de personas tendrán que mudarse para sobrevivir a las sequías que provocan hambrunas, al aumento del nivel del agua, las tensiones geopolíticas y las guerras relacionadas con la escasez de recursos.
¿Por qué no se ve en la serie el comienzo del colapso, el día 0?
—Deliberadamente evitamos el día 0 ya que nadie puede predecir de dónde vendrá y preferimos centrarnos en las consecuencias. Muchos de nosotros ya estamos experimentando el colapso de nuestra sociedad. ¿Cuándo fue el día 0?
Los planos secuencia que componen cada capítulo contribuyen mucho a molestar al espectador, sentado cómodamente en su sofá. ¿Por qué esta elección formal?
—Porque queríamos tratar el tema de la manera más realista posible. La historia se escribe en tiempo real para reforzar el sentimiento de lo inesperado. El espectador es abordado, la cámara se convierte en sus ojos, no tiene otra opción: no hay cortes posibles, no hay elipse posible: no hay escapatoria, no se recurre a la magia del cine.
¿Son tan pesimistas como su serie?
—Lo somos. Cuando intentamos tener una visión global de los problemas por venir, los cambios requeridos son tales que tenemos pocas esperanzas de que sucedan. Ponemos nuestra esperanza en la adaptabilidad de la Humanidad y en un posible y deseable momento de aceleración en la historia.
“Hay una multiplicidad de factores, interconectados entre sí, que podrían conducir al colapso social”
“Queremos que pueda darnos una bofetada falsa colectiva antes de la real que será el colapso”
“Hay muchos pequeños colapsos y no somos conscientes de que todo el sistema puede romperse”