- Junto al pianista Pepe Rivero, Michael Olivera (batería), Miryam Latrece (voz), Carlitos Sarduy (trompeta), Ariel Bringuez (saxo) y Yarel Hernández (bajo) presentan hoy en Gasteiz su The Cuban Jazz Syndicate.
En alguna visita anterior al Dazz ya hablaba de las ganas que tenía de traer a la ciudad este proyecto. Ha llegado el momento y además con todas las entradas vendidas.
-Aún con las restricciones y todo, la verdad es que la respuesta ha sido increíble. Parece que en Vitoria la gente nos quiere (risas). Eso nos lo demuestra cada vez que uno de nosotros va para allí.
Aunque no vaya a ser igual, a pesar de que no se pueda estar en el Dazz que ustedes tan bien conocen, supongo que, debido a la situación, todavía con más ganas de encontrarse con la gente.
-Por supuesto. Imagina. Hemos estado muchísimos meses alejados de la gente, sin poder encontrarnos en un concierto. Así que las ganas que tenemos de tocar son tremendas, sobre todo por el hecho de poder volver a sentir la conexión con otras personas. Que alguien escuche en directo lo que haces es algo que no se puede describir con palabras. Y tenemos muchas ganas de que eso vuelva a suceder. Por eso a Vitoria venimos con fuerza y energía, pero sobre todo con muchas ganas de que la gente disfrute, también para que nosotros disfrutemos.
Es evidente que la situación es muy complicada y que tampoco nadie sabe muy bien qué va a pasar en los próximos meses. ¿Le preocupa pensar cuántas carreras musicales se van a quedar por el camino a causa de todo esto?
-Muchísimo. Me preocupa la de los compañeros y compañeras, y, por supuesto, la mía propia. Es verdad que he tenido la suerte de que una vez que parece que todo se va reanimando, me han empezado a llamar de muchos lugares para tocar. Es evidente que estoy contento con eso, porque además también es una señal de que el proyecto de The Cuban Jazz Syndicate está llamando la atención. Pero no puedes perder de vista lo incierta que es la situación. De hecho, ni siquiera sabemos si vamos a poder hacer todos los conciertos que nos están saliendo porque si hay un rebrote en una zona, la agenda allí se va a paralizar. Estamos en una situación en la que fácilmente se pueden cancelar conciertos de un momento a otro. Nuestra situación, ahora mismo, depende de un hilo muy fino, tan fino que ni lo veo. Y me da mucha pena porque hay muchos lugares y festivales importantes que tenían sus programaciones habituales y que no van a poder realizarlas este año. Bueno, y veremos qué pasa más adelante. Estamos en un contexto muy preocupante para nuestro sector y nos sentimos un tanto desamparados.
¿En qué sentido?
-Es que se han ofrecido algunas ayudas pero no abarcan a todo el sector. Hay muchas personas, y es mi caso, que se quedan fuera. Yo no he podido, por ejemplo, acceder a casi ninguna de las ayudas que han ofrecido de autónomos o para artistas. Es verdad que los músicos, bueno y la gente de la cultura en general, estamos acostumbrados a estas cosas. Eso hace que vayas por la vida, si puedes, con una cierta previsión, es decir, teniendo siempre algo a mano, aunque sea poco, para cuando la economía no va bien. Aún así, no todo el mundo puede tener esa capacidad siempre y hay muchas personas que lo están pasando muy mal ahora. Es muy triste.
A la espera de ver cómo transcurre todo, volvamos a lo inmediato, al concierto de hoy. ¿Qué es o qué ofrece The Cuban Jazz Syndicate?
-Es un proyecto nuevo que saqué en enero de este año. Tenía la intención de grabar disco sobre marzo y abril, pero al final, se ha tenido que posponer, claro. Pero no hemos querido que eso supusiese paralizar la propuesta. Y está siendo una gozada. Desde que presentamos el proyecto hemos podido hacer varios conciertos y la respuesta está siendo impresionante. Es música nueva. Tocamos composiciones mías que he hecho justo para esto, para las personas que forman la propuesta, pero también incluyendo alguno de sus temas porque aquí tenemos gente de mucha calidad. Va a ser un concierto muy entretenido y diferente a todos lo que hemos hecho por allí.
Jazz pero mucho más...
-Sí, sí. Cuando empecé a darle vueltas, sabía que quería hacer un proyecto que profundizase más sobre el latin jazz que tanto me ha venido influenciando. Me apetecía recuperar esos géneros tan tradicionales como el bolero, el son... y todo mezclado con el jazz. También es verdad que, por mucho que yo quiera ponerle la cosa cubana y tal, a mí lo que me sale es música con toques de todos los lados: música española, música clásica, música africana... Tengo un mejunje de cosas que no puedo evitar. Pero en esta propuesta hay una base de latin jazz que es bastante más fuerte que en otros proyectos.
¿Una formación para el futuro?
-Sí. Es un proyecto que me encanta porque es como el resultado de la evolución de las otras cosas que he hecho. Cuando vas tocando, haciendo discos, construyendo proyectos, vas aprendiendo cosas. Esta propuesta es el resultado de esa evolución y la hago para seguir evolucionando. Lo estamos notando en muchos niveles: en las composiciones, en la puesta en escena, en la conexión con el público... Es una formación que está llamando mucho la atención. Eso quiere decir que a la gente le resulta atractivo el proyecto y tiene pinta de que, si la pandemia lo permite, este grupo va a tener bastante futuro y eso que ni siquiera, como te decía, hemos podido sacar el primer disco.