- La escritora gallega Nieves Abarca ha recuperado el romanticismo victoriano presente en los liberales españoles del siglo XIX durante la epidemia del cólera en su nueva novela Voraces, que opta al premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón.
En la rueda de prensa en el festival literario gijonés, la autora dijo que quiso hacer un homenaje a Lord Byron, reivindicar el feminismo de Juana de Vega y retratar el clima liberal de una burguesía abrumada por el cólera.
La obra, que ha sido nominada finalista al Premio Espartaco de Novela Histórica, está ambientada en Londres y A Coruña, en la primera mitad del siglo XIX, con los personajes de los generales Espoz y Mina y José María Torrijos y de sus esposas Juana de Vega y Carlota Álvarez como protagonistas. En dos tramas distintas que se unen al final, Abarca narra las vivencias de estos generales y sus esposas que en 1831 sobreviven en Londres acosados por espías, y que 37 años después se enfrentan al cólera en A Coruña.
La autora destacó la personalidad liberal y feminista de Juana de Vega, que inmunizada por haber pasado el cólera durante su estancia en Londres, adquiere un papel determinante y “luminoso” en el ambiente liberal español de la costa gallega.
En 1854, Juana de Vega, viuda del general Espoz y Mina, un general liberal héroe de la guerra de la independencia, parece ser la única capaz de hacer frente a la virulencia del cólera que llegó a A Coruña en un barco.
Abarca ha escrito una novela que considera “gótica”, porque la historia que narra “está plagada” de elementos oscuros relacionados con creencias místicas y mágicas.
Juana de Vega viaja por el mundo acompañada del cadáver embalsamado de su esposo, a quien además le ha extirpado algunas vísceras que conserva y le acompañan en sus desplazamientos. “Es una historia de amor romántico al estilo victoriano y a la vez es gótica, un género con el que tengo una obsesión”, dijo.
La autora de Crímenes exquisitos, su primera novela, y de Los Muertos viajan deprisa, entre otras obras, dijo que dentro de su cabeza “está el mundo gótico”, que considera “maravilloso”. La historia comienza en un cementerio, porque “una novela gótica sin cementerios no es nada”. En ese marco, dijo haber buscado “dar voz” a todos los románticos españoles de ideas liberales que se opusieron al absolutismo. Abarca señaló además que en un momento de la escritura de la novela los personajes “tomaron las riendas” de la narración y “comenzaron a hacer travesuras”. Asimismo, reveló que tuvo que hacer una larga investigación de las costumbres y las cosas que se utilizaban en esos tiempos, porque no quería que “luego viniera alguien a decir que esos pistolones no eran de esa época”.
El actor y escritor madrileño Carlos Bardem alertó sobre los discursos que justifican atrocidades y que banalizan el mal al escribir la novela Mongo Blanco, que presentó ayer en Gijón.
En su último libro, narra la historia de Pedro Blanco, un traficante de esclavos malagueño que se convirtió en uno de los mayores negreros del siglo XIX y que, al final de su vida, en un manicomio de Barcelona, se siente culpable. Una historia que advierte sobre “la banalización del mal” y comparó el esclavismo con el holocausto nazi.
Basada en hechos reales pero con una trama de ficción, la novela intenta iluminar la “participación de España” en el tráfico de esclavos, que “no forma parte del discurso oficial” del relato de la historia del país. Cuando se habla de esclavos negros la imagen que se tiene es la de los campos de algodón de EEUU, pero se omite la de las plantaciones de caña de azúcar en las colonias españolas, que fue de mayor magnitud, expuso.
Bardem djio que se cifran en 12,5 millones los esclavos africanos que fueron trasladados y vendidos en las colonias de América, una cifra que duplica a la de las víctimas del holocausto nazi. El tráfico de esclavos era una actividad extremadamente cruel, pero “legal” en esa época, en la que cualquiera que tuviera algo de dinero compraba para su servicio o traficaba con esclavos negros como una forma de inversión, añadió.
El personaje de Pedro Blanco es “monstruoso”, pero es un producto de una época, de un sistema económico basado en la producción con mano de obra esclava, y por eso algunas de las justificaciones que da en la novela sobre su conducta son “comprensibles”.
“Pero comprender al monstruo no significa justificar la monstruosidad” dijo.