- Sophie Cookson es una actriz inglesa nacida en 1990 y en El escándalo de Christine Keeler, que emite Cosmo los lunes, es la protagonista. Desde que era pequeña se involucró en el canto y el teatro musical. Empezó la carrera de interpretación y, mientras estudiaba, se presentó a varias audiciones hasta que la seleccionaron para la miniserie Moonfleet (2013), pero fue más tarde cuando consiguió el papel por el que sería más conocida: la película Kingsman: Servicio Secreto (2014).
¿Qué le interesó de los guiones?
—Amanda Coe ha escrito un guion perfecto, que va más allá de los titulares de una de las historias más emblemáticas del siglo XX. Su reexamen de los acontecimientos pone a Christine en el centro. Se conoce como el caso Profumo, pero había otra persona involucrada. Hay tantas historias que se cuentan desde una mirada masculina, pero este guion muestra de forma honesta a la mujer detrás de esta increíble historia. Se propone contar quién era esa jovencita.
¿Y quién era?
—Keeler tenía solo 17 años cuando se mudó a Londres y pronto se vio envuelta en este escándalo, que la perseguiría toda su vida. La guionista presenta a una mujer valiente pero vulnerable, fuerte en algunos aspectos y débil en otros. Llegamos a descubrir comportamientos negativos, pero también muchos dignos de elogio.
¿Por qué esta historia sigue estando de actualidad?
—La historia es increíblemente importante porque seguimos viendo muchas situaciones que están siendo juzgadas a través de una óptica masculina, y no únicamente en Inglaterra. Los escándalos políticos no han desaparecido. A Christine Keeler no se la escuchó. Había tantos hombres que le imponían sus puntos de vista y opiniones y decidían quién era y cómo debía comportarse que nunca tuvo la oportunidad de dar su versión de la historia. Incluso cuando estaba escribiendo su autobiografía siempre fue con el permiso de los sectores más influyentes de la sociedad. Con la nueva ola de feminismo, es muy interesante descubrir esta conmovedora historia.
¿Este drama muestra aspectos menos conocidos del personaje?
—El caso Profumo forma ya parte de nuestra cultura y es mencionado en muchos libros, películas y series. Mucha gente, desde los inicios del escándalo, tenía una opinión muy clara sobre Christine: la veían como un objeto sexual. Incluso hoy la siguen considerando como una joven que tuvo sexo con un hombre famoso y con muchos otros. Estoy segura de que todos los hombres de esta historia se habían acostado con tanta gente como ella -o más-, pero a ellos nunca se les juzgó.
La serie la muestra de otra forma…
—Hemos hecho un ejercicio de revisionismo y ha sido muy interesante. Por ejemplo, mostrar que tuvo una infancia increíblemente dura. Vivió un calvario. Creció en un vagón de ferrocarril convertido en alojamiento que no tenía electricidad ni agua corriente e intentó abortar cuando todavía era adolescente. Tuvo una existencia muy trágica pero siempre será considerada casi como una prostituta, y desde luego no lo era.
¿Hay diferencias a la hora de interpretar a un personaje real?
—Sentí una gran responsabilidad. Quise hacer justicia a una mujer tan convencida de su inocencia que nunca quiso ser retratada como una víctima. Nunca había dado vida a un personaje real antes y podía sobresaturarme de información: hay una línea muy fina entre ser fiel al personaje y saber cuándo dejar de leer toda la investigación sobre el caso.
¿Cómo la interpretó?
—En la audición mostré mi visión de Christine, la que yo creía era la adecuada… ¡y gustó! La interpreté de tal forma que fuera accesible a un público moderno, que permitiera a la audiencia conectar de una forma diferente: para la opinión pública era, como mínimo, una joven antipática. Había mujeres persiguiéndola por la calle, golpeando su coche con sus bolsos y gritándole palabras desagradables. Era muy importante que el equipo creativo se asegurara de que nuestra Christine fuera compleja y a la vez muy humana.
¿Cómo ha trabajado el personaje de Christine en la mirada?
—Andrea Harkin (la directora) me animó a interpretar a Christine a través de su mirada, su apariencia y su acento, y funcionó. Era una mujer espectacular y durante el juicio tenía a Vidal Sassoon peinándola. Además, el Daily Mirror, que pagó por contar su historia, le permitió llevar un estilismo muy complejo. Pero no queríamos mostrarla solo como una mujer hermosa, quisimos resaltar aspectos no tan conocidos. Tenía un gran encanto físico, pero… ¿cómo era en la intimidad? ¿cómo consiguió adaptarse a las oportunidades que le ofrecía su belleza?
Y la relación con Profumo (Ben Miles)?
—Hubo un romance y ella estaba muy impresionada. No creo que tuviera ni idea de quién era (ministro de la Guerra), cuando lo conoció, así que darse cuenta de que tenía un affaire con una figura tan importante le resultó, como mínimo, muy estimulante. Se divirtieron, pero no creo que estuvieran enamorados.
¿Cómo se recreó la icónica sesión fotográfica de Lewis Morley?
—Filmamos la famosa escena de la silla antes de empezar a rodar la serie, cuando todavía estaba pensando en cómo iba a interpretar a Christine. En su momento se pensó que estaba completamente desnuda en la sesión, pero llevaba pantalones. Ella decidió usarlos. Hablamos entre el equipo sobre cómo parece que es una persona diferente en cada imagen. Pero se muestra tal y como era: una joven libre y que disfrutaba de la vida, así que es como decidí interpretarla.