or supuesto, nunca hay que olvidar que todo comenzó en la antigua sala Azkena -hoy Jimmy Jazz- entre el 12 y el 14 de septiembre de 2002, tres jornadas sin descanso y con un calor intenso en el interior que también vivieron grupos como Supersukers, Mudhoney, Sex Museum y Backyard Babies, entre otros. Pero ya al año siguiente, el Azkena Rock Festival dio el salto al que, a lo largo de tantas ediciones, ha sido su escenario con mayúsculas.

Pero estos días, Mendizabala permanece vacío. No hay miles de personas sobre su asfalto, disfrutando de lo lindo, compartiendo conciertos, conversaciones y momentos irrepetibles. Algunos coches estacionados recuerdan su uso habitual y punto. El silencio, donde tantos sonidos se escuchan cada año, es la tónica habitual. Ojalá en 2021 todo cambie y el certamen y quienes lo hacen posible lo vuelvan a habitar. Será una de tantas señales de que la pesadilla ha pasado.

Es cierto, eso sí, que el evento referencial de la capital alavesa no ha querido que esta decimonovena edición pase en balde. Todo lo contrario. Para eso se ha montado la denominada Sofa Edition, que hoy vivirá su segunda jornada a partir de las 20.30 horas con cinco horas de música sin parar, aderezada con entrevistas, anécdotas y sorpresas. Solo hay que asomarse a la página web del festival o a su canal oficial de Youtube.

Pero el ARF y quienes lo componen y viven son carne de directo. Y su lugar es Mendizabala. Pasar de la sala al recinto no fue una apuesta fácil. Es más, en un primer momento se barajó la posibilidad de que la segunda edición de esta cita anual con el mejor rock and roll se llevase a cabo de nuevo a cubierto, en Mendizorroza, como paso intermedio para saber si de verdad la fórmula podía funcionar antes de pasar a un espacio de mayores dimensiones y al aire libre.

Al final, sin embargo, se optó por ir a lo grande, a un certamen que el 12 y 13 de septiembre de 2003 se hizo mayor de repente, dándose cuenta de que era capaz de reunir a un público muy numeroso. Alicientes había en el cartel, aunque sin duda la reunificación de Iggy Pop y los Stooges tres décadas después fue el primer gran golpe sobre la mesa dentro de la particular historia de la propuesta organizada por Last Tour, aunque por entonces la promotora no tenía ese nombre definitivo.

Con esas buenas sensaciones se quiso ir un paso más allá en 2004, proponiendo un festival de cuatro días (del 9 al 12 de septiembre) y un cartel de referencia. Pero no todo salió como estaba previsto, para empezar porque una tormenta de las que marcan huella en la primera jornada se llevó por delante conciertos, escenarios y muchas cosas (fue un penoso espectáculo ver algunas tiendas de campaña caer desde el pequeño monte anexo a Mendizabala). Para recordar, de hecho, aquella actuación de circunstancias bajo una carpa improvisada de unos New York Dolls impresionantes.

El ARF construyó en los dos años siguientes ediciones más meditadas, que terminaron por dar el nombre y la reputación que hoy sigue teniendo el evento. Es más, no son pocos los que defienden que la de 2005 es la mejor edición que se ha vivido en Mendizabala gracias al paso, entre otros, de Social Distortion, Wilco, Queens of the Stone Age, Bad Religion... sin perder de vista que doce meses después, por los mismos escenarios pasaron Pearl Jam -que marcaron el récord de asistencia con más de 20.000 personas-, My Morning Jacket, Buckcherry...

Aún así, la falta de apoyo público estuvo a punto de hacer que el camino terminase antes de lo previsto. 2007 marcó un antes y un después. De hecho, ese año en Mendizabala la sensación era extraña puesto que eran unos cuantos los que apostaban por el final. Las cosas, eso sí, cambiaron poco después y con el suficiente compromiso institucional, el ARF puso en marcha varios cambios.

El de 2008 fue el último en septiembre. El de 2009, el único en mayo. El de 2010, el primero en junio. Entre medio, el recinto vio pasar a Bob Dylan, Sex Pistols, The Black Crowes, Kiss, Slash, Alice Cooper, Chris Isaak, Fun Lovin’ Criminals, Eli Paperboy Reed, Blind Melon, Duff McKagan’s Loaded y muchos más.

Asentado ya en junio, pero siempre con el mismo punto de referencia, el festival consiguió seguir creciendo sorteando los efectos de la crisis económica, hasta que en 2013 perdió el tercer día que había mantenido desde 2008. Fueron años complicados por los efectos de la situación general y por otras cuestiones, aunque en este último apartado, las cosas se empezaron a encauzar cuando en 2015, Last Tour reordenó su estructura interna y empezó a desarrollar un concepto de certamen más amplio.

Es ese Azkena Rock el que se ha construido en este tiempo sin perder nunca de vista su pasado, sumando escenarios y carpas en Mendizabala, cambiando y ampliando sus servicios, introduciendo otras actividades paralelas, cuidando los detalles precisos para que la música sea la gran protagonista pero no la única. The Who, Lucinda Williams, John Fogerty, Joan Jett, Van Morrison, Stray Cats... han hecho suyo el recinto, un espacio que ya cuenta los días para reactivarse en 2021.