Antonio Iturbe es un periodista que ha desarrollado su vida profesional, y también la personal, en torno a los libros. Es escritor y ha sido director de publicaciones tan prestigiosas como Qué leer. En estos momentos, está al frente de la revista digital Librújula. Aunque muchas veces se le considera escritor de novela de época o histórica, él rechaza esta etiqueta. También ha hecho incursiones en el mundo de la literatura infantil, destacando los diez volúmenes de El inspector Cito, una colección que él creo pensando en sus dos hijos.
Se ha revisado y reeditado La bibliotecaria de Auschwitz,
Esto es muy español: cuando algo funciona fuera, en el extranjero, de repente miramos con mejores ojos a ese producto, sea libro u otra cosa. La bibliotecaria de Auschwitz fue en 2019 el libro traducido más vendido en Reino Unido y aquí se pusieron las pilas y dijeron: Igual merece la pena reeditarlo.
Este es el año en el que se ha cumplido el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz.
Fue en enero, y ese también ha sido un motivo para que se haya hecho reedición.
¿Cómo le surgió esta historia?
Llegue a ella a través de los libros, aunque no soy ningún experto en la Segunda Guerra Mundial y tampoco lo soy en el holocausto. Esta es una historia de libros, es real y cuenta cómo se formó una pequeña biblioteca, quizá la biblioteca pública más pequeña de la historia. Se creó en un barracón de Auschwitz con apenas ocho libros. Llegué a conocer lo ocurrido a través de Alberto Manguel, un experto en historias de las bibliotecas, y cuando leí lo ocurrido en ese campo de concentración se me encendió la luz y me puse a investigar cómo fue posible aquella biblioteca clandestina en Auschwitz.
¿Fue una búsqueda difícil?
Una búsqueda interesante, una búsqueda llena de sorpresas, incluido el descubrimiento de Dita, una niña de 14 años, que creó en el barracón 31 un mundo diferente, un mundo que permitía por momentos aislarse dentro de uno de los lugares más terroríficos de la humanidad. Lo que me llevó a Auschwitz fue esa pequeña biblioteca de ocho libros, y lo que me interesa es la historia de los propios libros.
"La gente que trabajamos en esto tenemos un pie en lo sublime y otro en el barro"
Después escribió A cielo abierto, un libro con ambientación de época. ¿La Historia es un imán para usted?
Ahí me centro en los pioneros de la aviación a principios del siglo XX, pero lo que me llevó realmente a contar la historia de A cielo abierto es Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El principito. Él era uno de los pilotos que trabajaba en una de las primeras compañías aéreas que distribuían el correo.
La primavera suele ser la temporada de la literatura por excelencia y este año está siendo muy extraña.
La gente que trabajamos en esto tenemos un pie en lo sublime de la literatura y otro en el barro de lo real; lo verdadero y la vida con patatas. Toda la parte industrial se ha venido abajo.
¿No empieza a recuperarse poco a poco?
Ya, pero va a costar. Todo lo que eran cursos, talleres, conferencias, clubes de lectura€ todo eso se ha desmoronado. Pero también podemos ver la parte buena: hay tiempo para escribir y para leer.
¿A qué lectura se ha enganchado usted?
Estoy leyendo de nuevo La divina comedia. Todo este cataclismo nos ha encerrado en casa, ha logrado que se haga el silencio y yo aconsejo: Vamos a leer.
Se están batiendo, dicen, récords de lectura. ¿Se lo cree? ¿Cómo se puede medir?
Son las estadísticas ojimétricas que no tienen ninguna base. Muchas veces sumamos a esas estadísticas las buenas intenciones y los deseos de lo que nos gustaría. No tengo datos, pero por el runrún que noto a mí alrededor, lo que ha crecido exponencialmente son las redes sociales.
¿Tiene algún libro nuevo en proyecto?
Justo acabo de terminar una nueva novela de adultos en la que he hecho lo que me pedía el cuerpo a mi edad, porque tengo 53 años.
¿Y qué le pedía el cuerpo?
El regreso. Cuando estás en el momento de subida de la vida te vas alejando de los sitios, te vas marchando, te vas de casa de tus padres, te vas de tu viejo barrio cutre y humilde, quieres ver el gran mundo y te vas del país porque quieres viajar€ ¿Quién no soñaba con ir a Nueva York? Pero llega una edad en la que vas regresando. Lo antiguo, las calles donde has crecido, tu barrio, te empiezan a llamar y lo que hago en este libro es regresar.
¿Y es un viaje largo?
Pues sí, pero es seguro que todos llevamos dentro un viaje realizado, un viaje de ida.
Y toca el de vuelta, ¿no?
Sí, después de viajar por Auschwitz, por la historia, por las ciudades, por los libros y por las aventuras, he vuelto a mis calles. Yo crecí en un barrio del puerto de Barcelona, la Barceloneta. Era un barrio muy humilde de pescadores, de empleados de los muelles, de camareros -mi padre era camarero-. Y de repente he querido volver a las calles donde me crie.
¿Qué le ha hecho volver a ellas?
Quizá que he descubierto que hay algo muy valioso en ellas. En esas calles están mis ilusiones de infancia, mi ilusión de juventud. Hay muchos recuerdos encerrados en ese mundo modesto, pero a la vez muy vivaz, callejero y apasionado. Hay algo en todo ello que quería recuperar.
¿Un ajuste de cuentas con los recuerdos?
No, un homenaje a ese barrio portuario, un poco olvidado y actualmente muy gentrificado por un turismo que ha llegado como una especie de horda. Quiero volver hablar de aquellas calles y de lo que significaron para mí.
Llegan las crisis y afectan a los libros, luego se pasan y el libro sigue dentro de ellas. ¿Es consustancial que el libro esté siempre en crisis?
Sí. Salvo breves paréntesis, siempre ha estado en crisis, pero también es cierto que estamos hablando de algo que siempre ha sido de minorías. Quizá durante finales de los 90, cuando internet no era algo tan presente y los teléfonos móviles eran otra cosa, cuando no existía el auge de las pantallas, el libro fue un elemento más visible. Llegamos a asistir a fenómenos increíbles, incluso a títulos que llegaban a alcanzar el millón de ejemplares.
"Vamos a ver cerrar muchas librerías y vamos a ver cambios enormes"
¿El libro es una cuestión de minorías por el precio o porque requiere un esfuerzo?
Requiere un esfuerzo de concentración, de silencio, de tiempo y también de dinero, por supuesto. Es difícil que el mundo de los libros se convierta en un éxito masivo. Los libros están sufriendo como está sufriendo el periodismo este cambio de paradigma, en el que la gente se expone a la información, a los conocimientos o al ocio. Naturalmente, estas filosofías de vida van a implicar cambios muy severos en la industria y vamos a ver cerrar muchas editoriales, vamos a ver cerrar muchas librerías y vamos a ver cambios enormes.
¿Catastrofista y apocalíptico?
Realista, aunque también ha habido durante muchas épocas cambios de soporte en la escritura: se empezó escribiendo sobre tablillas de barro, en pergamino, después llegó la imprenta con Guttenberg, y ahora veremos nuevos soportes. Va a haber una gran crisis en la industria del libro, pero algo nuevo surgirá.
Hubo un tiempo en el que pensamos que el libro digital se iba a imponer, pero si viajamos en metro, tren o autobús, vemos que el libro de papel es de uso mayoritario.
El libro digital es bastante torpe. Es una máquina que no ha conseguido seducir. El libro de papel sigue siendo un objeto ingenieril muy eficiente. No necesitas recargarlo, no gasta corriente y siempre está a tu disposición. Se puede llevar a la playa y si le entra arena no se estropea; si le cae agua encima lo secas y no pasa nada, se puede golpear, caer al suelo, lo puedes doblar€ El libro de papel como máquina está muy bien.
No hace falta preguntarle a usted en que formato lee.
Ja, ja, ja€ Yo prefiero los libros de papel. Que cada uno utilice el sistema que quiera, pero que lea. Sinceramente, creo que el libro electrónico va a pasar a la historia rápidamente.
¿Y nos quedaremos en la era del papel? Parece difícil...
No, yo pienso que inventarán algo distinto, habrá otro paradigma de lectura digital. Realmente, los eReaders no tienen algo muy esencial para la literatura, algo de lo que hablaba Stevens: el encanto. Y la literatura necesita encanto.
¿Dónde está su inspector Cito?
Los libros de este inspector llegaron al número diez, la editorial decidió que era una buena cifra para cerrar las historias de Cito y yo tampoco insistí. Esas historias nacieron cuando mi hijo mayor estaba en la edad de los nueve y diez años, después pasaron al segundo. Ahora que me he quedado sin hijos en esa franja de edad, también me he quedado sin inspiración. De momento, el inspector Cito está ahí, en paro, pero quién sabe, puede volver cualquier día.
En las librerías nos encontramos con muchos títulos para niños que hablan de la realidad, de los problemas sociales, pero se echa de menos la magia de la irrealidad y de la fantasía.
Tienes razón. Se ha pasado a la época en la que la literatura infantil y juvenil tiene que estar llena de valores. Asistimos a esa avalancha de libros que hablaban del divorcio de los padres, del inmigrante que llega a la escuela, del chico enfermo o del discapacitado. Libros todos ellos que, lógicamente, aportan unos valores, y no se puede decir que no sean importantes, pero sí que han perdido ese elemento de la imaginación, de la magia, de la evasión, que muchas veces el niño necesita para ayudar a mover la maquinaria de su cerebro.
¿Volveremos a buscar el tesoro perdido o a querer encontrar la olla de las monedas de oro tras el arco iris?
Ja, ja, ja€ Sería necesario. Sí que hemos asistido a una generación de novelas juveniles que han tocado el tema de las distopías, de esos futuros más o menos desastrosos de la estela de Los juegos del hambre. Pero en el fondo, son unos futuros bastante realistas. Sí que falta un gramo de locura en la literatura infantil y juvenil.
El futuro de los libros va unido a los jóvenes lectores. ¿Se interesan los niños por los libros?
Generalizar es complicado. Es indudable que hoy hay una competencia al libro bestial. Hay unas opciones de entretenimiento muy eficientes. Lo veo por mi hijo de 16 años, que ha ido alejándose progresivamente de los libros.
Y eso que a su alrededor crecerán los libros como setas.
Exacto, pero él encuentra en plataformas de series o en Youtube ventanas a la comunicación, al entretenimiento, al divertimento frívolo muchas veces, y son opciones que le parecen más atractivas. Esas áreas que tiene a su disposición ahora para divertirse eran territorio de los libros. Antes, cuando llegaba el verano y se cerraba el colegio y había dos canales de televisión que empezaban a las seis de la tarde, por la mañana o leías o te morías de aburrimiento. Ahora el libro nada como un salmón a contracorriente.
PERSONAL
Edad: 53 años (7 de marzo de 1967).
Lugar de nacimiento: Zaragoza, aunque se crió en Barcelona, en el barrio de La Barceloneta.
Formación: Estudió Ciencias de la Información en la Autónoma de Barcelona, donde se licenció en 1991. Compaginó los estudios con trabajos como vigilante de estacionamiento, panadero, cobrador de recibos€ Su primer trabajo periodístico fue en la Televisió de Ciutat Vella, un canal local de Barcelona.
Trayectoria: Ha publicado las novelas Rectos torcidos (2005), Días de sal (2008), La bibliotecaria de Auschwitz (2012), ganadora del Premio Troa Libros con valores y publicada en once países, y A cielo abierto (este último libro fue galardonado con el premio Biblioteca Breve). Ahora ha terminado una nueva novela, con la que vuelve a su barrio. Es autor de la serie de libros infantiles Los casos del Inspector Cito, traducida a seis lenguas y de la serie La isla de Susú. Como periodista cultural ha trabajado en El Periódico, en Fantastic Magazine y en Qué Leer, revista de la que fue director durante siete años. Ha colaborado en radio y en publicaciones como Fotogramas o Avui. Es director de la revista Librújula e imparte clases en la Universitat de Barcelona y en la Universidad Autónoma de Madrid.