- En medio de una pandemia que tiene a Colombia mirando “desde la ventana” el conflicto armado, que persiste y se propaga en las regiones a pesar de la cuarentena, el escritor Ricardo Silva Romero reivindica en su novela Río Muerto a las víctimas de esa violencia que jamás son nombradas.
El lanzamiento del libro estaba previsto para principios de abril, pero el confinamiento, que comenzó el 25 de marzo, detuvo completamente la impresión, lo que en opinión del autor obligó a que Río Muerto fuese publicado en mayo en un contexto en el que “la actitud de todos es reflexiva dentro de la incertidumbre”. “La gente está encerrada viendo por la ventana los dramas sociales colombianos, los afortunados que podemos verlos desde la ventana. Los dramas afuera cada vez están creciendo más, como por ejemplo los asesinatos de los líderes sociales: acelerados, sin vigilancia”, dice Silva Romero (Bogotá, 1975). “Ya que el país cree tanto en lo invisible, puede uno decir (que esta es la historia) de colombianos que se vuelven fantasmas, jamás son nombrados, apenas tienen un funeral y casi no pueden no ser contados ni recordados porque las familias están prácticamente negándolos o escondiéndose o desplazadas por lo que sucedió”.
Silva Romero decidió escribir esta novela cuando viajaba en auto con una víctima del conflicto armado que le contó el drama que vivió su familia cuando su padre fue asesinado por paramilitares en 1992. Esa historia de violencia se desarrolla en un pueblo ficticio, Belén del Chamí, situado en una región lejana de Colombia donde, como ocurre en decenas de municipios que sí existen, la presencia estatal es poca o nula. Las escenas de esa época también se han visto, en opinión de Silva, en la Colombia que precedió a la del plebiscito de octubre de 2016, con el que el país rechazó el primer acuerdo de paz que firmó el Gobierno con la guerrilla de las FARC. El escritor explica que los líderes del “no”, encarnados en el partido uribista Centro Democrático, tomaron impulso con esa votación y lograron llevar a su candidato, Iván Duque, a la presidencia dos años después.