- En la que tendría que haber sido la gran noche de Eurovisión, suspendido por primera vez en sus 65 años de historia, Europa se reunió el sábado pese a todo en torno a sus aparatos de televisión en busca de una noche paliativa y del espíritu que en parte alumbró el festival: unir al continente.
La excusa fue un especial titulado Europe Shine A Light (“Europa enciende una luz”), bajo un formato con unas pocas actuaciones enlatadas que, tras dos meses con diversos grados de confinamiento, resulta ya manido y desde luego carente del riesgo o la magia del directo que caracterizan la cita normal.
Obviamente no hubo grito de “Let The Show Begin!”, ni teléfonos abiertos para las votaciones ni mucho menos micrófono de cristal para el ganador. Poco podía hacerse a causa de la pandemia de coronavirus que mantiene a Europa enclaustrada, pero la imaginación tampoco estaba muy iluminada.
Desde el anuncio de la suspensión del festival en marzo, la Unión Europea de Radiodifusión y la televisión pública holandesa han tenido siete semanas para producir este programa especial sustitutivo que arrancó a las 21 horas con planos de calles vacías, la estampa más habitual de estos días. Su lugar de emisión no fue tampoco Róterdam, la ciudad escogida originalmente para acoger Eurovisión 2020, sino un más recoleto estudio en otra localidad neerlandesa, la de Hilversum, que acogió el festival allá por 1958, cuando se proclamó vencedor el mítico Volare de Domenico Modugno.
En una noche para la celebración del presente y el pasado del concurso europeo de la canción no hubo que esperar mucho para disfrutar en una conexión remota de otro de sus más emblemáticos campeones, el australiano Johnny Logan, quien recuperó para la ocasión el no menos icónico What’s Another Year, con el que se llevó la victoria en 1980 para Irlanda.
A tenor de las casas de apuestas, esta podría haber sido la noche de Rusia, Islandia, Lituania, Bulgaria o Italia y a todos ellos y al resto de 36 participantes de esta fallida edición se recordó brevemente, tan fugazmente que quienes no se hayan molestado en escucharlas con anterioridad no entenderá las razones de su favoritismo. No faltó el español Blas Cantó, quien relataba días atrás a Efe que pretendía interpretar su Universo arropado por una escenografía que simbolizaba “como un volcán, con una explosión literal”. No pudo ser, pero él volverá en 2021 con otra canción para hacer realidad su sueño, como muchos de los no-concursantes.
A falta de la magia que Eurovisión imprime en sus montajes preñados de luz y color, a veces de hipnótica levedad y penumbra, los retazos de emoción de esta gala sustitutiva se dieron muy ocasionalmente, como cuando el italiano Diodato homenajeó Volare en formato acústico o se llevó su tema candidato, Fai Rumore, al mismísimo centro de la Arena de Verona. Otras actuaciones de la noche las brindaron el sueco Mans Zelmerlow, quien cantó su triunfal Héroes como tributo a los trabajadores de los servicios médicos alrededor del mundo, y la israelí Gali Atari, quien interpretó el Halellujah que en 1979 le arrebató el triunfo a Betty Missiego.
De lo más emotivo, la versión del clásico alemán de 1982 Ein Bisschen Frieden desde el Palacio de la Paz de La Haya a cargo de Michael Schulte (Alemania 2017) e Ilse Delange, de The Common Linnets (Países Bajos 2014); también la actualización a modo casi de videoclip por calles desiertas del Molitva que llevó a la serbia Marija Serifovic al triunfo en 2007. Destacó asimismo el montaje con monumentos nacionales de toda Europa y Australia iluminándose como muestra de esperanza y unidad al son de la Filarmónica de Róterdam. En España, sin embargo, fue muy discutido en redes el plano del Teatro Real de Madrid, que fue sede del festival en 1969.
La campeona israelí Netta tuvo la oportunidad de interpretar desde la cama y al ritmo de una caja de música su tema Cuckoo, mientras que el último vencedor de Eurovisión, el holandés Duncan Laurence, ha estrenado desde el estudio de Hilversum Someone else. Así pasaron lentos los minutos, trabados por testimonios desde casa que poco aportaban, hasta la actuación final a cargo de todos los participantes de 2020 al ritmo de Love Shine a Light, la canción con la que los británicos Katrina And The Waves se llevaron el gran premio en 1997 y que ha bautizado este especial. Al respecto bromeaba Björn Ulvaeus sin predecir lo que para muchos habría resultado un nombre más acertado por aquello del hundimiento: “Menos mal que no han elegido Waterloo para titularlo”.
Al final, la única sorpresa a medias, cuando la organización confirmó que la edición de 2021 tendrá lugar en Róterdam
Por otra parte, Eres tú de Mocedades fue elegida por los usuarios de la web de RTVE como la mejor canción española de la historia de Eurovisión, en una votación en la que le ha pisado los talones Quédate conmigo de Pastora Soler. Según ha comunicado la corporación, el tema que llevó a España al segundo lugar del festival en 1973 ha recibido 1.016 votos de los internautas, 18 por delante de la composición que llevó a la sevillana al décimo lugar en 2012.