- Desenmascarar al enemigo desde dentro, llegar a sus entrañas para desnudarlo. Esa era la meta de los protagonistas de The Infiltrators, una singular cinta que mezcla documental y ficción sobre unos activistas que se colaron en un centro de detención para denunciar los abusos a los inmigrantes en EEUU.
Tras triunfar en festivales como Sundance, donde ganó los premios del público y de innovación en la categoría Next, The Infiltrators se estrenó ayer en el servicio bajo demanda Virtual Cinema. Pero sus directores, los latinos Cristina Ibarra y Álex Rivera, admitieron su contraste de emociones por este momento. “Es un poco complicado porque es muy agridulce”, dijo Ibarra. “Nos sentimos de verdad afortunados de haber ido a estos festivales tan importantes, de haber recibido premios... Fue realmente inesperado porque cada parte del proceso de la película fue un descubrimiento”, afirmó. “Pero lo que pasó es que después de nuestro estreno, uno de nuestros protagonistas, Claudio Rojas, fue deportado -a Argentina- debido, aparentemente, a su activismo y sus protestas. No lo sabemos seguro, pero parece que fueron a por él”, agregó.
The Infiltrators retrata a unos jóvenes activistas sin papeles que idearon un método, tan peligroso como al final brillante, para ayudar a otros inmigrantes sin documentos: se hacían arrestar y, una vez dentro, asesoraban a quienes ya estaban encerrados. “Cuando vimos a estos dreamers haciéndose detener y arriesgándose a ser deportados como modo de protesta, nos resultó chocante y no lo podíamos entender”, explicó Rivera. El filme viaja al centro Broward de detención (Florida) y ahí presenta a activistas como Marco o Viridiana junto a inmigrantes ya encarcelados como Claudio. “Esta era una gran historia, pero nos estábamos perdiendo la mitad (...). ¿Cómo hacer visible la parte detrás de los muros?”, se preguntó Rivera. Ahí entra uno de los puntos más atractivos de The Infiltrators: su combinación de documental, sobre los activistas ayudando a los inmigrantes; con partes de ficción, que recrean lo que sucedía dentro. “Fue el gran riesgo creativo de esta película”, admitió Ibarra sobre la naturaleza “híbrida” de su cinta. Pero contrapuso que no solo se trataba de una cuestión estilística o un puro ejercicio formal.
“Cuando les vimos en el metraje documental, estaban como interpretando un personaje. En realidad son intérpretes performativos, son maestros de la estrategia mediática, son narradores”, argumentó. Rivera indicó que contemplaron otras opciones, como fragmentos de animación o solo sonido, pero consideró que la solución que mezcla documental y ficción daba “una buena armonía” siempre y cuando quedara muy claro en todo momento qué era real y qué era recreación.
Para eso trabajaron con los actores y sujetos del documental y establecieron códigos diferentes: un estilo más realista y menos refinado para el documental, frente a una puesta en escena mucho más cuidada, artificial y limpia en la parte ficticia.
La película no solo aborda el drama personal sino que arremete contra la estructura migratoria de EEUU, por ejemplo, criticando a las empresas privadas que gestionan los centros de detención en busca de beneficio económico. “Recuerdo cuando salió Marco y me dijo que dentro tuvo un trabajo por el que le pagaban un dólar al día. Pensé que no le había entendido, pero en realidad es algo normal a lo largo de estas instalaciones. Hay un montón de denuncias sobre este tema”, señaló Rivera.
La trama de The Infiltrators refleja los años de la Administración de Barack Obama (2009-2017) y los cineastas explicaron que la estrategia de los activistas no era un tiro al aire sino que estaba basada en un fino análisis sobre esa época.
“Cuando salió Marco y me dijo que tenía un trabajo por un dólar al día, pensé que no le había entendido”
Codirector de ‘The Infiltrators’