- Josep Maria Benet i Jornet, aquel niño que leía tebeos en un modesto piso de la barcelonesa Ronda de Sant Antoni en el que apenas había libros, puntal del teatro catalán contemporáneo y artífice de una nueva generación de jóvenes dramaturgos, falleció en la madrugada de ayer a los 79 años por covid-19.
Aquejado de alzhéimer desde año 2015, Papitu, como lo conocían sus amigos, había nacido en la capital catalana el 20 de junio de 1940 y debutó como dramaturgo en 1964 con Una vella, coneguda olor (Un viejo, conocido olor), una pieza que escribió dos años antes, con apenas 22, y que volvió a representarse con éxito en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en 2011. Cursó estudios de Letras en la Universidad de Barcelona, pero, más que aprender de los profesores y en las aulas, asimiló “lecciones de vida y pensamiento” en los patios. Otro momento importante de su vida fue llegar a las clases como alumno libre de Adrià Gual y conocer a diferentes personalidades que lo influyeron a lo largo del tiempo como Ricard Salvat o Maria Aurèlia Capmany. Tampoco fue en balde su llegada a las clases sobre Literatura Catalana que ofrecía Joaquim Molas, una persona muy importante en su vida, de la que se consideraba discípulo y con quien compartió horas de charlas junto a otros amigos como la desaparecida Montserrat Roig.
Como autor teatral se le reconoce por piezas como El Manuscrit d’Alí Bey, Desig o E.R., con la que en 1995 obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Otras obras suyas son Fugaç, Testament, Olors, L’habitació del nen y Salamandra. Su obra ha sido traducida al castellano, alemán, inglés, búlgaro, francés, griego, italiano, portugués o checo.
Otra vertiente de Papitu consistió en ser creador y artífice de algunos de los seriales producidos por Televisió de Cataluña, con los que conectó con el gran público y fue un personaje popular, desde Poble Nou, en 1994, a Rosa, Nissaga de Poder o Ventdelpla. Con estas series, junto con Joan Bas y Jaume Banacolocha, de la productora Diagonal TV, contribuyó a configurar el imaginario catalán de los últimos 25 años. También fue profesor de Literatura Dramática en el Institut del Teatre de Barcelona entre 1973 y 1981.
En su larga carrera recibió varios premios como el Josep Maria de Sagarra, en 1974; el Ciutat de Palma, en 1967, y el Crítica Serra D’Or en 1971, 1986 y 1990. En el año 1994 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática, que concede el Ministerio de Cultura por su obra E.R, estrenada en 1994 en el Teatre Lliure de Barcelona, una institución con la que tuvo mucha relación durante años.
En 2013 fue el 45º Premio de Honor de las Letras Catalanas por su trayectoria y por “la calidad, extensión, variedad y coherencia de su obra, con una continuidad en todas las épocas y condiciones”. Cuando recibió el premio, no escondió su perplejidad y bromeó con que no hacía comedia porque “a mí nunca se me habría ocurrido que pudiera recibir un premio que tienen escritores como Salvador Espriu”, en referencia a uno de los galardonados anteriormente, igual que J.V Foix, Mercè Rodoreda, Baltasar Porcel o Jaume Cabré.