Madrid - Inasequible de momento al avance del coronavirus por el continente, mientras sortea la mala suerte de otros eventos multitudinarios cancelados por esta razón, Eurovisión 2020 cruza los dedos a dos meses de la gran final de Róterdam y sigue con los preparativos, entre ellos la elección de sus 41 canciones.
El fin de semana quedó visto para sentencia el 95% de ellas tras ser elegidas algunas propuestas que, por la trayectoria de sus países, mayor tirón suelen tener en el concurso, véase Suecia, que eligió el góspel vívido Move del trío femenino The Mamas como representante, o Dinamarca, que hizo lo propio con el agradable folk-pop Yes de Ben & Tan, a lo Of Monsters And Men. Sin embargo, y a falta de ver algunos temas sobre el escenario, cabe concluir que será una de las ediciones musicalmente más monótonas de los últimos años por el enorme número de baladas, la mayor parte cortadas por el mismo patrón, previsibles y redundando sobremanera en el recurso de una poderosa voz.
La consecuencia directa de esa panorámica también es evidente: los pocos países que han apostado por otras cadencias y ritmos, especialmente las más joviales y desenfadadas, están obteniendo una visibilidad que se traduce ya en puestos de honor en las apuestas. Lituania, Islandia y Rusia, con tres bandas, son la prueba. El primero, con The Roop y la canción On fire, apuesta por una mezcla de pop-rock fresco e indie que no quiere tomarse muy en serio a sí mismo. O se ama o se odia, especialmente la sinuosa base tras el estribillo, y de momento la mayoría la ama.
En esa línea llega Islandia, que también el año pasado se desmarcó de todo lo escuchado en el festival con su metal industrial. Lleva este año a Daði & Gagnamagnið con Think About Things, un poco Ok Go! sumando a la mezcla un punto de funk tontorrón y estética de gamer. Rusia no ha presentado canción todavía, pero sí grupo, Little Big, muy conocido en su país. Basta atender alguno de sus temas previos para darse cuenta de que el país de Putin quiere ofrecer una imagen menos anquilosada, más ácida y traviesa. Entre las baladas, las mejores están encarnadas por Italia, Bulgaria y Suiza. El intérprete transalpino Deodato se llevó la victoria en Sanremo con Fai Rumore, puro desgarro a la italiana. Un clásico que funciona.
Habrá quien hable de la Billie Eilish búlgara al escuchar a Victoria, de 22 años, especialmente por su timbre singular, su gusto por un pop oscuro y un vestuario muy personal y por la sensibilidad de su Tears Getting Sober, que recuerda mucho al Everything I Wanted de la estrella estadounidense. Suiza hace descansar sus opciones en la elegancia de su tema, Répondez-moi, y en la enorme versatilidad vocal de su intérprete, el jovencísimo Gjon's Tears. Es, además, uno de los pocos países que presentan un tema que no está cantado en inglés, junto a España, Serbia, Italia, Croacia, Bielorrusia, Albania, Ucrania, Israel y Francia (estos dos solo en parte).
"universo" España ha apostado por una balada también, de producción más actual. Universo de Blas Cantó es un corte más catártico que delega sus posibilidades en la solidez de su intérprete sobre el escenario y en su clímax con un agudo meteórico. La puesta en escena será fundamental para no caer en la indiferencia, ya que las apuestas le han relegado de momento a los últimos puestos. Otras baladas consistentes son la de Países Bajos, Grow, entre el soul y el góspel, pero a media voz, la del surinamés Jeangu Macrooy; la de la rumana Roxen, Alcohol You, que también intenta replicar a Billie Eilish con menos éxito; o la belga Release Me, con mucha cuerda de violines a cargo de Hoovephonic, muy conocidos durante la eclosión del trip hop con éxitos transfronterizos como Mad About You, aunque se hayan dejado gran parte de la magia en estos años.
Por unas u otras razones también harán ruido la noruega Ulrikke, pura exaltación y crescendo vocal con Attention, y el francés Tom Leeb, este no tanto por su canción a lo John Legend, The Best In Me, sino por ser probablemente el concursante más guapo de Eurovisión 2020 y porque presentó el tema de manera espectacular bajo la Torre Eiffel. No hay Eurovisión sin una buena diva que se precie, casi todas con el leitmotiv del empoderamiento femenino. Ahí estará por Letonia Samanta Tina, una de las personalidades más impactantes del concurso y con uno de los temas también más diferentes: el electropop Still breathing y su disruptivo puente techno.
La armenia Athena Manoukian presenta su coreografiado Chains On You más cerca del hip hop y con toques orientales, base que también está presente en SUPERG!RL de la griega Stefania, o en el Hasta la vista de la girl band conformada por el despampanante trío Hurricane.
Asimismo, no habría que perder de vista por Alemania a Ben Dolic. Su Violent Thing es de lo más contemporáneo a concurso, con un estribillo que podrían haber hecho suyo los británicos Years & Years. Ni a la irlandesa Lesley Roy, que tras componer temas para artistas como Adam Lambert, llega a Eurovisión con lo que podría haber sido un fichaje para Kelly Clarkson, Story Of My Life. Para singulares, los ucranianos Go_A, que combinan canto folclórico, electrónica y percusión africanista.