Vitoria - Tras la actuación ayer de Alos Quartet en el Principal, el Aitzina Folk sigue de lleno metido en un fin de semana sin descansos entre conciertos, talleres y encuentros. Entre toda esa intensa actividad del festival solidario -cuya actividad sirve para financiar la investigación de la ataxia telangiectasia-, a la violinista burgalesa Blanca Altable le toca ser de las que más va a trabajar. Hoy con la actuación que en el Beñat Etxepare (centro cívico Iparralde) dará junto a su compañera en CastellanAS, María San Miguel. Mañana, en la Escuela Municipal Luis Aramburu, con el taller de violín folk que impartirá en el marco del certamen.

La música siempre ha acompañado a la intérprete, que reconoce que supuso todo un giro dentro de su camino el hecho de conocer al violinista escocés Alasdair Fraser. “Fue uno de esos momentos que te cambia la vida” en torno a un instrumento y un género que son inseparables: “aunque no lo parezca, es un instrumento muy rítmico. Cuando está en solitario no tiene un sonido fuerte, pero cuando hay varios, tiene mucha fuerza para hacer bailar, es como muy tierra. Sus recursos son infinitos, por eso gusta tanto. Y tiene una musicalidad muy cercana a la voz humana, permite una expresión más cercana que otros instrumentos. Eso suma”.

Junto a él, Altable ha tomado parte en diferentes proyectos, llegando ahora a la capital alavesa con un CastellanAs con el que “tratamos de asemejarnos con violines a los dúos de dulzaina e investigar sobre las posibilidades melódicas de un bonito repertorio”, ello sin perder de vista que “trabajar con María es muy fácil, es una persona con mucho talento y con mucha fuerza. Para mí está siendo muy nutritivo”.

Un camino que se realiza dentro del folk, de un género que ve cada vez más en primer plano. “Hace diez años había gente que me decía: ¿música tradicional? Buf, eso son los laúdes, las dulzainas? Y ahora hay gente que se interesa por las abuelas que cantaban en Palencia con las panderetas. Estamos en esa evolución”, más allá de que “estaría bien devolver la música a las tabernas, a las reuniones de amigos, a cantar canciones tradicionales, a hacer comunidad entre los músicos, y reunirse para tocar y cantar, resolver dudas, compartir conocimientos, conocer más sobre la música tradicional y qué se hacía”. Todo se andará, como también se están dando pasos con respecto a la presencia de la mujer en el folk: “cada vez hay más paridad y creo que deberíamos normalizar la situación en general. La mujer siempre ha estado en segundo plano, también como artista, no se podía expresar en el arte por considerarla inferior aunque produjera obras maravillosas e incluso de más calidad. Por suerte esto ha cambiado”.