Vitoria - Su vida es teatro. Ya sea como dramaturga, directora, profesora..., el trabajo diario de Carmen Ruiz Corral pasa de manera obligada por las artes escénicas. Pero hace ya tiempo que la también actriz no se pone frente al público, un paréntesis que se va a cerrar hoy mismo con el estreno de Katmandú en el Jesús Ibáñez de Matauco.

Será a partir de las 20.30 horas cuando los espectadores y la artista se encuentren en una representación que todavía tiene entradas disponibles para acceder al escenario del centro cívico Hegoalde, pases que se pueden conseguir por un precio único de 15 euros cada uno. A partir de ahí, llegará el instante de recorrer junto a ella este viaje emocional y vital, un monólogo escrito y protagonizado por la propia Ruiz Corral, aunque de la dirección se ha encargado María Goiricelaya, otra mujer que dentro de la escena se desdobla de manera habitual entre la escritura, la dirección y la interpretación. Entre ambas construyen un montaje producido por la compañía alavesa Porpol.

En este caso, Ruiz Corral da vida una mujer que hace ya varios meses que no sabe nada de su hijo, una incertidumbre a la que se suma otra circunstancia. La protagonista está enferma, no puede salir mucho de casa y se va a tener que someter a una operación de la que “no sabe qué esperar”, explica la autora e intérprete. A partir de ahí, desde la niñez hasta su momento actual, esta mujer repasa lo vivido, sentido y reflexionado, sin perder de vista lo íntimo pero tampoco el contexto en el que se han desarrollado esos acontecimientos, puesto que de manera intencionada se sitúa a esta persona en el Sestao de los años 80 y la reconversión industrial. “En cada montaje que hago tiene su importancia el contexto socio-político y en este caso, por supuesto que así sucede”, declara Ruiz Corral, que prefiere no desvelar detalles sobre el título de la producción para no romper la magia de la trama y las sorpresas al público.

Así se plantea un “recorrido emocional que termina con esperanza”, avanza Goiricelaya, invitada a adentrarse entre la autora y la actriz, es decir, la misma persona, para aportar su visión externa. “Como dramaturga, directora e intérprete, no soy nada partidaria de la autodirección. Me ha gustado mucho discutir con Carmen porque entiendo que del disgusto, del desencuentro, se aprende”, dice con una sonrisa.

De esta forma se construye una propuesta en la que tanto Ruiz Corral como Goiricelaya también hacen hincapié en algo importante: aunque sea una obra para todo tipo de públicos, se subraya el hecho de ser teatro escrito, interpretado y dirigido por mujeres. En este sentido, Ruiz Corral va más allá y señala la necesidad de que “las mujeres de determinada edad puedan ver sobre el escenario a una mujer de sus generaciones, hablando y compartiendo cuestiones comunes”, algo que, por desgracia, es toda una excepción en el teatro, el cine y la televisión hoy en día.

Todos estos ingredientes sirven para dar fondo y forma a un estreno al que le quedan pocas horas para producirse y que todavía tiene algunas butacas libres.