venecia - El Joker asaltó ayer la Mostra de Venecia para robar el León de Oro, con el estreno de una película sobre este villano interpretado ahora por Joaquin Phoenix en la que se muestra de cerca su viaje hacia el abismo del mal y de la locura. Nadie puede asegurar que logre conquistar Venecia pero tampoco se puede negar la enorme expectación que provocó el estreno de esta película centrada en el enemigo número uno de Batman, con largas colas y un leve retraso en su proyección, que culminó en aplausos.
El director Todd Phillips ha querido dotar de una historia propia, íntima y personal a este payaso del cómic, para ahondar en la causa de su locura y en sus irrefrenables deseos de hacer el mal. “Me pregunté por qué no se hacía una película sobre el Joker, una profundización en un personaje fantástico”, reconoció el realizador estadounidense, más conocido por comedias como Resacón en las Vegas (2008).
Phoenix insistió en que lo atractivo del proyecto fue dar “un punto de vista totalmente propio” a este personaje de pelo verde y siniestra sonrisa, sin mirar a los interpretados en el pasado por otros actores como Jack Nicholson, Jared Leto o Heath Ledger. De este modo ha dado un pasado al personaje, previo beneplácito de la editorial DC Comics, pese a que fue “difícil” de lograr y fue preciso insistir. En la cinta, Joker es el pseudónimo de un payaso fracasado llamado Arthur Fleck, maltratado por una sociedad, la de Gotham City, sumida en el caos, la oscuridad, la violencia y la ausencia total de moral y empatía. “Lo atractivo del personaje es que es muy difícil de definir y tampoco queríamos hacerlo. He tratado de identificar algunos lados de su personalidad, pero luego daba un paso atrás, porque quería que fuera una obra de misterio”, explicó Phoenix, que fue ovacionado.
Todo esto durante los ocho meses en los que preparó su rol: “He explorado su personalidad, su carácter, quién fue este personaje antes y en lo que se convierte”, refirió. En esta versión se han tomado algunos elementos del cómic, como es natural, pero al mismo tiempo se ha adentrado en el tormentoso pasado del villano, vislumbrando su vida laboral y amorosa o en la relación con su madre, dejando entrever sorprendentes parentescos. Para dar vida al futuro enemigo de Batman, Phoenix ha afrontado una concienzuda preparación en la que, además de perder mucho peso, se ha volcado en estudiar el tema de la pérdida y en comprender el modo en que la personalidad puede derivar en ciertas acciones.
Quizá lo más complicado de elaborar fue la icónica risa del villano, hasta alcanzar “tres o cuatro” tonalidades en función del contexto en el que se encuentra o de su estado de ánimo. El objetivo, logrado, era que su carcajada evocara una historia “dolorosa” y evitar que sonara “ridícula”. Porque la risa del Joker no es divertida, refleja soledad, desequilibrio y perfidia, al mismo tiempo que sus ojos revelan tristeza y decepción.
larraín, a ritmo de reguetón La inquietud por retratar a la nueva generación de jóvenes chilenos y el tema de las adopciones fallidas están en el origen de Ema, la nueva película de Pablo Larraín, que ayer también competía por el León de Oro en la 76ª Mostra de Venecia. “La adopción me parece uno de los actos más generosos que puede hacer un ser vivo”, dijo el director tras recordar que en Chile, entre 2010 y 2015, 54 adopciones resultaron fallidas, diez al año. “No es otra galaxia, es real, es un trauma que queríamos analizar”, precisó.
Protagonizada por Mariana di Girolamo y Gael García Bernal, Ema recurre a una narrativa fragmentada, un ritmo hipnótico y una elevada apuesta estética para contar la odisea de liberación de una mujer traumatizada por una adopción frustrada. - Efe