los políticos suelen citar a los escritores en sus discursos, el caso más reciente fue en la investidura fallida de julio cuando Unamuno se convirtió en protagonista inesperado al ser citado a izquierda y derecha, pero más reacios son a aplicar la literatura a la política. Si Miguel de Unamuno levantara la cabeza en el actual momento político, quizás se echaría las manos a ella y volvería a advertir, como en su discurso parlamentario del 18 de septiembre de 1931, que es necesaria más participación de los líricos -”que somos los de la palabra viva”- y no solo de los juristas.

Desde el escritor romántico José de Espronceda, quien fue diputado por Almería apenas cuatro meses en 1842 e intervino desde la tribuna pocos días antes de morir, hasta Rafael Alberti, diputado durante dos meses en 1977, muchos han sido los literatos que han vertido su oratoria desde los escaños de las Cortes.

El listado de parlamentarios escritores incluye al premio nobel de Literatura José Echegaray, a María Lejárraga, Margarita Nelken, Clara Campoamor, Vicente Blasco Ibañez, Juan Valera o Benito Pérez Galdós.

Y continúa en la actualidad con varios nombres en los principales partidos, como los de los diputados Marta Rivera de la Cruz (Ciudadanos), que en breve abandonará el Congreso para asumir el cargo de consejera de Cultura en la Comunidad de Madrid; Mario Garcés, del PP; Sofía Castañón, de Unidas Podemos, y el senador Jesús Martín Rodríguez, del PSOE, entre otros. Todos ellos coinciden, pese a sus diferencias políticas, en señalar las ventajas de aplicar las enseñanzas de la literatura a la política.

Para Rivera de la Cruz, finalista del premio Planeta 2006 y autora de casi una decena de novelas, “la literatura lo mejora todo, también el debate” y no estaría de más que, al final de la jornada, los diputados leyesen alguna novela en vez de recurrir a las redes sociales “y acabar metidos en alguna discusión absurda”.

Sobre las cosas que la literatura puede aportar a la política, recuerda un consejo que le dio a ella la escritora Ana María Matute: “Observa, atiende, escucha”, algo que está convencida de que también sirve para los parlamentarios.

El diputado Mario Garcés, que ha escrito siete libros de ficción, destaca la “pasión, pero también la mesura y prudencia” que supone la actividad literaria, frente a la “pulsión alocada y enfebrecida” que prima en la política. Y defiende que ese “medir el tiempo y pensar lo que se dice” de la primera podría valer para la segunda.

Garcés apunta que habrá que “organizar clubes de lectura en el Congreso” ante la “jibarización del discurso y la búsqueda del titular inminente” que impera porque la lectura se reduce al espacio de los 280 caracteres de un tuit. “La crispación es efecto directo de la mediocridad y de la banalización del discurso”, afirma.

leer más y mejor La poeta Sofía Castañón cree que “sus señorías deberían leer más y mejor”, ya que supone ponerse en el lugar del otro a través de la ficción y “falta mucha empatía” en la política actual. Piensa que la poesía, como “la manera más precisa de expresar algo”, aportaría a la política “claridad y honestidad”.

Por eso, recomienda a sus compañeros parlamentarios “no citar hasta saber lo que citan”, y critica el intento de Abascal de “resignificar y apropiarse de la figura de Unamuno” al citarle en la segunda sesión del debate de investidura en julio.

Según el senador socialista Jesús Martín Rodríguez, lo hizo de “manera bastarda” para “ofender y ensuciar el nombre del escritor” al decirles a los independentistas catalanes “ni venceréis ni convenceréis”, en respuesta al portavoz de ERC, Gabriel Rufián. Rufián había citado desde la tribuna, para reclamar moderación a los partidos de derechas, la famosa frase “venceréis pero no convenceréis” con la que Unamuno supuestamente se dirigió a Millán Astray en la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936.

Martín Rodríguez, autor de varios libros de poemas y cuentos, advierte de que “uno no se puede subir a la tribuna de un parlamento a hablar como si fuese el bar del pueblo” y considera digna de emular “la retórica y elegancia”, así como el contenido, de los discursos parlamentarios de la Segunda República

politicos autores de libros Aparte de los diputados y senadores que se dedican a la literatura, hay muchos que han escrito libros, casi todos de un carácter más o menos político. El propio Pedro Sánchez irrumpió en el mundo editorial desde La Moncloa, la primera vez que lo hace un presidente del Gobierno en democracia, con su Manual de resistencia. El líder del PP, Pablo Casado, tiene un libro acabado desde el año pasado que no ha publicado porque el tema aún puede sonar a “marcianada”, según él dice, sobre la cuarta revolución industrial. Y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, es autor de dos obras, El cambio sensato y Juntos Podemos.

El más prolífico en el ámbito editorial es el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, autor o coautor de una decena de libros, todos sobre temas de actualidad política, entre ellos Ganar o morir. Lecciones políticas de Juego de Tronos.

En general, los dirigentes políticos no suelen aparecer leyendo en sus imágenes públicas, ni tampoco en las de la vida privada que cuelgan en internet. El intercambio de libros ante las cámaras es algo más habitual, ya que se utiliza en ocasiones para atacar al adversario o enviarle mensajes más o menos velados. Rufián regaló a Sánchez e Iglesias, en el debate de investidura Contes des de la presó (Cuentos desde la prisión), escrito por el líder de ERC, Oriol Junqueras, desde la cárcel de Soto del Real. Iglesias suele obsequiar libros en las reuniones que mantiene con otros representantes políticos. A Sánchez le regaló, en 2016 la Historia del Baloncesto en España de Carlos Jiménez, en el que puso una dedicatoria que podría servir para el momento actual: “Es bueno empezar por lo que nos une”.