madrid - Sus lágrimas en la lluvia emocionaron a toda una generación que ahora, con su muerte, recuerda a Rutger Hauer, el replicante más humano de Blade Runner, una historia que se desarrollaba en el 2019 que ahora dice adiós al actor holandés.

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.

Unas pocas frases escritas por uno de los guionistas del filme, David Webb Peoples, pero que fueron adaptadas por el propio Hauer, que además añadió la famosa referencia a las lágrimas en la lluvia, que reflejaban su propio rostro cuando se enfrentaba a la muerte.

Fue el monólogo con el que Roy Batty se despedía, tras salvar al cazador de replicantes, Rick Deckard (Harrison Ford), en una historia mítica del cine de ciencia ficción, dirigida por Ridley Scott, que marcó un punto y aparte en el género y que estableció las pautas que se copiarían posteriormente hasta la saciedad.

Y aunque no era el protagonista, Hauer dotó a su personaje de una enorme humanidad y de una sensibilidad que fue entendida a la perfección por los espectadores, que derramaron más de una lágrima cuando Roy muere y se escapa una paloma de sus manos.

Una imagen que ha pasado a la historia del cine y que hizo de Hauer un mito, aunque lo fuera por un breve periodo de tiempo.

Pocos sabían que ya era un actor muy conocido en su Holanda natal, donde había protagonizado varias películas de uno de los directores más conocidos del país, Paul Verhoeven.

Delicias turcas (1973), Erik, oficial de la reina (1977) o la serie televisiva Floris (1969) fueron algunos de las colaboraciones de Hauer con Verhoeven.

Eran los primeros años de la carrera de este actor nacido en Trecht el 23 de enero de 1944, que ingresó en la Armada holandesa, hizo sus pinitos como poeta y acabó siguiendo los pasos de sus padres, ambos actores teatrales.

Destacó rápidamente en la televisión y el cine holandés, pero la fama le llegó con su salto a Hollywood.

Primero enfrentándose a Silvester Stallone en Halcones de la noche (Nighthawks, 1981) y luego cuando entró a formar parte de los replicantes a los que debía dar caza Harrison Ford.

Junto a Daryl Hannah, Brion James y Joanna Cassidy, Hauer formó el cuarteto de replicantes que trataba de llegar a ser humanos para no ser destruidos cuando su vida como máquinas llegara a su fin.

Un papel que le dio un éxito mundial pero efímero, que se mantuvo hasta su siguiente papel más recordado, el del caballero Etienne Navarre en la fábula romántica de Lady Halcón (Ladyhawk, 1985).

Hauer compartió protagonismo con una joven Michelle Pfeiffer y un casi adolescente Matthew Broderick en esta película de Richard Donner que también se convirtió en un título de culto, aunque lejos del nivel alcanzado por Blade Runner.

Su porte, altura y su cabello rubio le permitieron encarnar al perfecto caballero que lucha por romper la maldición que le impide estar con su amada Isabeau en un filme que mezclaba comedia, romance y batallas medievales.

Aún tendría papeles destacados en películas como Los señores del acero (Flesh+Blood, 1985), de nuevo a las órdenes de Verhoeven, o Carretera al infierno (The Hitcher, 1986), pero a partir de ese momento sus trabajos tuvieron poca repercusión.

Alternó cine y televisión, colaboró con George Clooney -como director- en Confesiones de una mente peligrosa (Confessions of a Dangerous Mind, 2002), y hace apenas unos meses se le vio en un papel secundario en el wéstern de Jacques Audiard Los hermanos Sisters (The Brother Sisters, 2018).

Con pocos reconocimientos en forma de premios -ganó un Globo de Oro como actor secundario de televisión por Escape from Sobibor (1987)-, su principal logro fue meterse en las mentes de toda una generación de cinéfilos que seguirán recordando sus lágrimas y su humanidad. - Efe