Zas Espazioa, el independiente espacio dedicado al arte contemporáneo que tiene su sede en el corazón de nuestra almendra, cumple estos días tres años de existencia. Pero no nos confundamos: cuando hablamos de “espacio dedicado al arte contemporáneo” no nos referimos a un lugar pensado para que ciertas élites puedan tomarse un canapé mientras observan la obra de un artista internacional totalmente desvinculado con el lugar en el que expone su producto. Ni tampoco hablamos de una plataforma desde la que se busque conectar con los mercados del arte actual. Tampoco un lugar que sirva para abonar la el curriculum de su “tripulación”. No. De ahí el gran matiz “independiente”, que tiene que ver más con constituirse en una alternativa a los canales oficiales del arte más supeditados a los mercados, a las políticas culturales o a las carreras profesionales de sus gestores. En ese sentido es significativo que la gestión de Zas esté en manos de artistas, algunos de ellos con ocupaciones como puedan ser la enseñanza universitaria, el mundo editorial, periodístico, el diseño, o la propia producción de arte. Es decir: sus gestores no buscan en Zas un medio de vida.

Zas es más bien un lugar de encuentro en el que se puedan dar cita todas aquellas personas, vecinos y vecinas de Vitoria, que piensan que el arte puede aportar algo de valor a sus vidas. También es un espacio que intenta que la cultura local, cercana, incluyendo también al propio espectador, pueda germinar y desarrollarse. Zas quiere, por lo tanto, ser un conector entre creadores, agentes culturales y ciudadanía. Su interés -del alguna manera desinteresado- es impulsar la cultura de nuestra ciudad, sometida desde hace tiempo a una preocupante desatención por parte de nuestras instituciones. No deja de ser un semillero de actividad cultural. Eso sí, cuidando la calidad de las propuestas que se impulsan o acogen. Es decir, apostando por la cultura o el arte con miga, que nos hace pensar, reflexionar sobre la realidad en la que vivimos. En el ámbito cultural no se pueden rebajar los contenidos, hacerlos más amables, digeribles, para intentar llegar quizá así a un mayor número de personas pues entonces el arte se convierte en fuegos de artificio: puro entretenimiento que no deja poso.

Durante este tiempo, Zas Kultur ha puesto en marcha ciento veintisiete actividades. Desde exposiciones de arte contemporáneo, pasando por presentaciones de libros, conciertos de música avanzada, proyecciones de vídeo experimental, cursos, talleres? Ayer mismo, un artista de Bilbao, Ismael Iglesias, inauguraba una propuesta en el propio escaparate de este espacio alternativo: fotografías de colchones abandonados sobre los que Iglesias graffitea mensajes para que los paseantes los lean. Como duermes poco y lo sabes. De esta manera, los colchones se convierten en un provocador tablón de anuncios. El colchón representa un lugar para dormir pero también un lugar donde el sistema intenta adormecernos.