Vitoria - Partirá de aquí el miércoles y en el Google Maps, nada más montarse en el coche, aparecerá el número 666. “Es una cifra muy propia”, sonríe el fotógrafo. Es la distancia en kilómetros que separa Gasteiz de Clisson, en Francia, donde desde mediados de la década pasada se celebra uno de los festivales de metal y rock más importantes de Europa y del mundo, el Hellfest. Un macroevento con más de 55.000 asistentes por jornada al que este año, además, se le va a unir como aperitivo el Knotfest, que se llevará a cabo el jueves 20. “Ese día será algo más tranquilo porque sólo estarán habilitados dos escenarios, pero el resto, entre el viernes y el domingo, estamos hablando de trabajar en un certamen con seis escenarios abiertos al mismo tiempo”, describe Daniel Sánchez Floopy.

De hecho, su labor durante los tres días del Hellfest arrancará a las 10.30 horas para no detenerse hasta las 02.00 horas, todo ello llevando encima un equipo de unos siete kilos de peso, que se dice pronto. “Bueno, y te llevas tu botella de agua, algunas galletas, una sudadera para cuando empieza a hacer frío... vamos, unos mínimos para sobrevivir”, apunta el autor especializado en fotografía musical -aunque no significa que esté cerrado a otros campos-, que a la cita francesa acude para el medio de comunicación Dioses del Metal. Va y vuelve en coche, pero también duerme en el vehículo porque los hoteles más cercanos al recinto están a media hora y en la zona de acampada no puede dejar tranquilo el material que lleva. “Pero es cómodo, no creas”, describe.

Grupos como Kiss, Tool, ZZ Top... pasarán este año por un certamen con más de 150 bandas que, además, se lleva a cabo en un amplio espacio donde hay lugar hasta para norias. “Es como un parque de atracciones” al que también acude gente del Estado y de Euskal Herria: “hay veces que ves a alguien con la ikurriña y me acerco aunque sólo sea para escuchar hablar castellano”.

A la hora de trabajar, tanto en este como en otros festivales a los que acude, “lo que más me preocupa es la iluminación pero es algo que no depende de ti. Además, suelo ver vídeos en Internet sobre cómo funcionan en directo las bandas que tengo que fotografiar porque así puedes prever algunas cosas”, máxime teniendo en cuenta que en el festival francés sólo se permite fotografíar a los grupos durante una canción cada uno. “Lo importante es ponerle muchas ganas y estar con ilusión” para poder llevar a cabo la labor junto a compañeros de muy diferentes países: “te encuentras fotógrafos colombianos, mexicanos... Bueno y eso los que estamos en los fosos de los escenarios, porque hay que ver la zona de prensa, con un montón de gente delante del portatil sin parar”. El roce, por supuesto, hace también la relación y mantiene contacto el resto del año con algunos de esos colegas, más allá de que alguna vez haya algún empujón. “Aquí, la competencia es muy sana. Nos llevamos muy bien. No sólo procuramos no molestarnos, sino además ayudarnos. Allí hay gente de muchos lugares y...”.

De todas formas, antes y después del Hellfest, Floopy no para tanto en otros certámenes como en salas de conciertos y en trabajos de promoción y estudio para bandas. Desde que era pequeño la música ha ocupado una parte importante en su vida, también la fotografía, pero fue a raíz de una llamada para cubrir una actuación de El Drogas en la Ciudadela (Pamplona) cuando “empecé a enganchar un concierto con otro. Uní las dos cosas que más me gustaban”, invirtió en un buen equipo y completó su formación en este campo.

Eso sí, la relación con la música también le ha llevado a ser promotor de festivales y conciertos, aunque sean “cuatro o cinco bolos al año”, como el Gasteiz in Metal, que celebrará su segunda edición los días 14 y 15 de febrero de 2020 en el Urban Rock Concept, certamen que ya sabe que contará con MorphiuM y Dünedain. Mucho antes, el 6 de octubre en la sala Jimmy Jazz, él también será el responsable de traer a la capital alavesa al batería de AC/DC, Chris Slade. “Ahí, las horas que no pasas con la cámara, estás haciendo números”, ríe.