pamplona - Miguel Sánchez-Ostiz comenzó a escribir “esta gavilla de notas viajeras”, que es como define A cierta edad, en otoño de 2012 en Elizondo, la continuó en La Paz (Bolivia) y la terminó en Madrid, donde vive ahora. Acompañado de músicos, poetas, filósofos y cantantes, este “ha sido un viaje que ha ido de la vida a la vida”, “diciendo adiós a lo que no pudo ser, porque para qué”. Y es que, como indica el autor en la coda final, “a cierta edad nos sobra la saudade, el tristear y el anegarse el alma en bilis negra, que decía Marsilio Ficino”. Sin embargo, no pretende escribir un tratado sobre la senectud; este es, más bien, “un libro de brincos y de sustos”. Y “no puedo obviar que es subjetivo y contradictorio, porque con mi carácter va”, aunque está “más que seguro” de que encontrará “cómplices entre los baldados”.
El piano de Hörderlin también es fuertemente biográfico y reúne poemas que fueron surgiendo entre otros trabajos -dietarios, artículos, crónicas- y su título hace referencia a que, al igual que Hölderlin cortó las cuerdas de su piano, “tú, en ocasiones, eres tu propio segalari que te cortas la hierba debajo de tus pies”.
Lo primero y ya empezando por la portada de A cierta edad, ¿quiénes son los baldados?
-Los “muy cansados”, lo dice con exactitud la RAE, de todo o de casi todo, de haber bregado, soñado en balde, trabajado ídem..
En este balance que hace de su vida, de la que, como insiste, está viviendo el “último tranco”, hay nostalgia, rabia, impotencia, resignación, ¿y también esperanza? Por alguno de los textos que he leído, parece que sí, que queda ese resquicio de poder vivir lo que queda de la mejor manera posible, como decía Mateo Alemán.
-A mí al menos me resulta evidente que no queda otra que vivir el presente de la mejor manera posible.
¿Qué hay del miedo, de esas rumias que no cesan? ¿Cuándo aparecen y cómo se calman?
-Las rumias, nunca... lo otro, qué sé yo, cada cuál con los suyos.
¿Qué lugar ocupan las lecturas de escritores/as, las películas y la música a la hora de vehicular estas reflexiones?
-Importante, muchas entradas son apostillas a versos ajenos, a canciones o a textos clásicos.
¿Y la rebeldía? Parecería que apuesta por su inutilidad, pero a la vez se percibe esa incapacidad de abandonarla del todo.
-A la vista está que al verdadero rebelde le dan garrote y acaba en la trena... lo demás son gorgoritos, filfas y alardes de guapetones. Además, suele reclamarse rebelde hasta el lameculos.
¿Cómo se lidia con el fracaso o con la sensación de fracaso en una profesión expuesta al público?
-Mal... Lo contrario, bailarse una alegre jotica, sería de necios.
Los viajes, tan importantes siempre para Miguel Sánchez-Ostiz, ¿también van siendo cada vez más difíciles y los horizontes se acercan?
-Pues no, porque horizonte hay para dar y tomar, hasta con los ojos cerrados, sobre todo así... eso sí, los viajes-viajes difíciles son, por ejemplo, si quieres largarte para siempre sin moverte del sitio, haciéndote invisible hasta para ti mismo... ese sí que es un viaje morrocotudo.
En un momento dado dice que perder las raíces, y decirlo, es un alivio.
-¿Para qué? ¿A quién le interesa eso? Cada cuál con sus cosas, pero lo cierto es que más que las raíces, que es un lirismo muy sobado, respetable, eh, respetable, he ido perdiendo las ganas de pertenecer a nada ni a nadie... Ya se encarga la Administración del Estado de hacerme pertenecer a algo, me guste o no, por narices.
Al final, todo parece un círculo, y parece que en esta vida andamos rondando las mismas preguntas en la juventud, en la madurez y en la vejez, ¿ha encontrado alguna respuesta interesante?
-Ninguna, ni interesante ni no interesante. Lo cierto es que me pregunto poco, vivo en una perplejidad nubosa, digamos, que queda tan bien como cualquier imbecilidad dicha por un escritor para lo del titular y consecuente reclamo publicitario y para quedar como un fenómeno ante el respetable, una especie de “ahí queda eso” para que te toquen el pasodoble de Las corsarias.
Parece que existe un cierto resurgir de la literatura del yo, de las memorias, las autobiografías, los diarios, los dietarios. En su caso, lleva mucho tiempo cultivándola, ¿a qué cree que se debe este auge y qué cree que le aporta al público? ¿Y al escritor?
-No me creo nada de eso... Una moda y como tal tratada, un género, con más puesta en escena que contenidos. Bah, no me interesa una mierda.
¿Qué lugar ocupa la poesía en su labor literaria? Sé que ha sido constante en su trayectoria, pero ¿cómo la trabaja: de una manera constante, como respiro a otros trabajos o a determinados momentos personales, como ejercicio para mantener la escritura en forma, como ese lugar donde decir cosas que otros géneros no admiten...?
-Resulta un tanto inexplicable por qué viene esa necesidad de concretar una idea, un momento, un sueño, en unas palabras o imágenes que parecen que llegan solas, cuando durante años y más años de ese extraño lugar solo venía silencio, el barullo... otra cosa.
¿En qué sentido este poemario está emparentado con Imposturas y desarraigos?
-Primos hermanos o heredero y causahabiente.
La despedida de Baztan, de esa forma de vivir, ocupa un lugar importante en ese volumen, ¿qué supuso ese capítulo en su vida como autor rodeado de naturaleza a la actual urbe en Madrid?
-Pues algo muy obvio: una ruptura y en consecuencia que mi forma de vida de muchos años ha cambiado por completo.
Los temas del desarraigo, los abusos de poder, la impostura vuelven a estar presentes. ¿Al final un escritor es un ser obsesivo que gira en torno a las mismas preguntas siempre?
-La obsesiva es la realidad, esa que nos rodea y resiste, que decía María Zambrano, nos ha jodido...