En realidad no hay nada nuevo o diferente en asistir a un cuentacuentos para niños. O en comprar un vinilo. O en leer un cómic. O en tomarse un copa. O en disfrutar de un concierto. O en cortarse el pelo. O en sacarse una foto. O en asistir a una charla sobre cómo hablar en público. O en comerse un pintxo y unas palomitas. O en echarse un billar. O en perderse entre las páginas de un libro. O en asistir a una sesión de Dj... Lo que parece escapar a toda lógica es poder hacer todo eso y más sin moverse del sitio. Y eso que “de momento, no somos ni la cuarta parte de lo que queremos ser” sonríe Pablo Pau, punta de lanza de The Garage. “Aquí tampoco es que estemos creando nada increíble, esto pasa en todo el mundo, en todos los lados se están generando cosas como ésta, está funcionando más este concepto de empresa que une en vez de generar competencia”, apunta desde las instalaciones de la plaza San Antón.

Son innumerables los nombres que ha tenido este lugar en las últimas décadas, siendo para muchos el eterno Elefante Blanco. Pero ya sea con una denominación o con otra, el espacio nunca ha conseguido asentar su camino. “No creo que existan esquinas malditas, pero lo que está claro es que lo que no se puede es esperar resultados distintos haciendo lo mismo”.

Por eso The Garage plantea en la capital alavesa un modelo de negocio singular y novedoso para Gasteiz sobre la idea genérica de que ocio y comercio pueden convivir y colaborar bajo el mismo techo. Después de tres años dándole vueltas al proyecto, conociendo en primera persona otras propuestas similares en ciudades como Londres, y tras encontrar a los socios idóneos, Pau vio hace menos de un mes cómo su idea se hacía realidad. “Hay algo en la gente que viene que me está sorprendiendo y es la cantidad de personas que nos están dando las gracias porque nos están venga a decir que hacía falta algo como esto en Vitoria. Es hora de pensar que todos somos la ciudad y tenemos que contagiarla y contagiarnos de cosas positivas y dejar de pensar en lo que sucedió en el pasado. Las cosas se hacen en el presente y es el presente el que te hace crear un mejor futuro. Hay que dejarse ya de esa matraca de: en esta ciudad no, aquí no? Cuando pasan cosas nuevas, la gente las quiere y las agradece”.

A pesar de que, desde la autrocrítica, dice que “todavía estamos verdes”, admite que las sensaciones de este arranque están siendo “muy positivas”, sobre todo porque entre quienes se están volviendo habituales y las caras nuevas “estamos notando que la gente cuida el garaje, quiero decir, que coge un libro o está en el billar o... y lo cuida, lo deja en su sitio, lo trata bien”. Al fin y al cabo, lo que se busca es que “quien venga termine sintiendo el sitio como propio. Queremos que la gente haga suyo este espacio”, también proponiendo todo lo que se les ocurra, para lo que se han abierto vías de comunicación para que cualquiera pueda aportar. “La cultura de comunicarse entre la gente parece que se está perdiendo y se está imponiendo la cultura del móvil. The Garage es apelar a lo primero para dejar un poco lo segundo. Esto está hecho con el cariño de las cosas pequeñitas aunque parezca grande”.

Ir dando pasos Varios espacios, ambientes y propuestas están conformando el inicio, aunque la idea del proyecto es ir completándose poco a poco. “La cultura alternativa, por encima de todas las cosas, es terca y peleona. Esto es eso. Las cosas se pueden llegar a hacer”, sin perder de vista que en la base empresarial se encuentra el trabajo de hostelería (“tanto los alternativos como los que no lo son, estamos siempre a gusto en torno a un vino o una copa”) y, además, la colaboración con las tiendas de moda Ezdakit y VSD, y los comercios Vinylora (música) y Omega (cómic). Todo ello supone, además, que se hayan creado unos 25 puestos de trabajo en diferentes áreas.

Con todo, aunque la oferta con la que se ha arrancado es “variada y de calidad”, no paran de “darle vueltas a todo” para seguir sumando. Por ejemplo, en breve se llevará a cabo un ciclo de cine con las 20 peores películas de la historia, el primer programa de proyecciones de otros que vendrán. O se está estudiando la posibilidad de realizar una programación de exposiciones de artistas locales. Asimismo, se está armando una programación de conciertos que arrancará en septiembre (tras acoger varias de las actuaciones de la última edición de Gastroswing), sin olvidar que se va abrir una línea de recitales íntimos y acústicos para que el público pueda disfrutar sentado “con un buen catering”. A eso se unirán citas con la bossa, el jazz... sin perder de vista el indie, el rock o la electrónica. Eso sí, no se quiere dejar de lado, ni mucho menos, a ningún tipo de público, incluido el familiar, que “está acudiendo bastante en lo que llevamos. Tampoco hay tantos sitios para ir con la familia en los que haya limpieza, cuidado, criterio, buen gusto, variedad? mientras echas una partida a uno de los juegos de mesa que tenemos, por ejemplo”. En esta línea, se quiere potenciar las citas de los domingos pensando en los más pequeños pero “sin que el precio sea excesivo como pasa algunas veces en otros sitios”.

A esa idea de que todo sea lo más variado posible está ayudando incluso alguna de las vecinas de The Garage, que ha aportado una colección de libros antiguos. “Cuando vinimos, hablamos con todos los vecinos para explicarles el concepto de lo que queríamos hacer. Es normal que al principio estuvieran un poco reticentes porque estaban acostumbrados a que aquí se desarrollase sólo el concepto de discoteca como generadora de ruido. Pero cuando abrimos, todas las dudas se despejaron”.

Así ha comenzado su senda un proyecto en el que “como en cualquier garaje puedes encontrarte una mesa de ping pong o meter a tu grupo de música para un ensayo”, sonríe Pau. “Bueno, y ahora que viene el verano, tomarte tus cosas fresquitas”, remata.